Quiénes eran los “antipapas”, los rivales que disputaron el trono del Vaticano

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Las disputas por el resultado de cónclaves papales dieron origen a la figura del antipapa, un líder proclamado por facciones que no aceptaban al pontífice legítimamente electo (REUTERS/Murad Sezer)

Durante siglos, no todos los Papas ocuparon el trono de San Pedro sin disputa. A la sombra del poder pontificio, surgieron figuras que reclamaron para sí el liderazgo de la Iglesia Católica, desafiando la legitimidad de quienes fueron elegidos en cónclave.

Conocidos como antipapas, estos líderes religiosos protagonizaron algunos de los episodios más tensos en la historia del cristianismo occidental.

Desde las primeras escisiones en la Iglesia primitiva hasta las crisis del poder papal en la Edad Media, la figura del antipapa encarnó las divisiones internas del catolicismo, respaldadas en muchos casos por intereses políticos, imperiales y nobiliarios. Aunque hoy este tipo de disputa ya no ocurre, el fenómeno dejó una huella profunda en la institucionalidad eclesiástica.

¿Qué es un antipapa?

National Geographic y la Encyclopedia Britannica definen a los antipapas como religiosos que, pese a no contar con la elección legítima del cónclave, se proclamaron obispos de Roma y sumos pontífices. Este fenómeno se registró entre los siglos III y XV, con cerca de 40 figuras reconocidas a lo largo de la historia.

El término proviene del latín y designa específicamente a quien ocupa el pontificado mientras otro ya ostenta legítimamente ese cargo.

Estos personajes, más que anomalías aisladas, fueron expresión de las luchas internas en la Iglesia Católica, marcadas por facciones rivales que pugnaban por imponer su visión del liderazgo espiritual y político.

Origen y desarrollo de las disputas papales

En la Iglesia considerada “primitiva” fue habitual la presencia de rivales que ocasionalmente reclamaban el trono pontificio.

Estas pugnas, reseña National Geographic, solían intensificarse tras la muerte o deposición de un papa, momento en que distintas facciones intentaban imponer a su propio candidato.

Los antipapas eran conocidos como “pseudopontífices” y nacían de crisis políticas o vacíos de poder (REUTERS/Alkis Konstantinidis)

El historiador Leandro Duarte Rust, profesor de la Universidad Federal de Mato Grosso, explicó a NatGeo que el antipapa era elegido de manera irregular, generalmente en contextos de vacío o conflicto de poder.

Su análisis destacó que estos personajes eran conocidos también como “pseudopontífices” o “falsos pontífices”.

Las motivaciones detrás de su nombramiento solían estar asociadas a intereses de la nobleza romana, emperadores o cardenales disidentes, y su ascenso al trono papal conllevaba un cisma dentro de la Iglesia.

Apoyo secular y quiebre institucional

Uno de los casos más representativos fue el del Papa León IX, quien ocupó el cargo entre 1049 y 1054. Según Duarte Rust, su ascenso constituyó un “flagrante ultraje a las reglas canónicas de la época”, al ser promovido directamente por decisión del emperador Enrique III, omitiendo las tradiciones electivas de la Iglesia.

Las autoridades seculares influían en los nombramientos papales, como en el caso de León IX bajo Enrique III (Captura de pantalla: YouTube)

Estos episodios reflejan el papel que desempeñaban las autoridades seculares en la política eclesiástica. En diversas ocasiones, el nombramiento de antipapas respondió a intereses estratégicos de casas reales y emperadores, que buscaban controlar la institución religiosa más influyente de Europa.

Félix V, el último antipapa

De acuerdo con Encyclopedia Britannica, el último antipapa reconocido fue Félix V, anteriormente conocido como Amadeo VIII de Saboya. Su proclamación como líder de la Iglesia se produjo durante el Concilio de Basilea, que comenzó en diciembre de 1431. Ese concilio decidió deponer a Eugenio IV, lo que derivó en la elección de Amadeo como antipapa en 1439.

Félix V, último antipapa reconocido, renunció en 1449 bajo presión de monarcas europeos (Wikipedia)

Félix V ejerció como tal durante una década, hasta 1449, cuando renunció por presión de los reyes de Francia, Inglaterra y Sicilia.

Después de su dimisión, fue nombrado cardenal y ocupó ese rol hasta su muerte. Su retiro marcó el cierre definitivo de una era de disputas formales por el papado.

El Cisma de Occidente: el clímax de la división

Uno de los períodos más críticos en la historia del papado fue el Cisma de Occidente, que se extendió de 1378 a 1417. Durante esos años, se llegó a registrar la existencia simultánea de tres papas rivales, cada uno con su propio colegio cardenalicio y estructura administrativa, según información de la Encyclopedia Britannica.

Este episodio no solo reflejó las divisiones internas del clero, sino también una profunda crisis institucional que puso en juego la autoridad espiritual del papado. La coexistencia de múltiples pontífices debilitó la unidad de la Iglesia, aceleró reformas e impulsó cambios en los mecanismos de elección papal.

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