Otro golpe. Uno más. Para este Racing de Gustavo Costas que parece capaz de todo: que destila mística, carácter y aura ganadora, que se planta ante cualquiera, que resurge de las cenizas y que, cuando parecía quedarse sin nafta, ganó 11 de los últimos 14 partidos, haciendo que sus hinchas se golpeen el pecho con orgullo. Porque sus jugadores, y su técnico, lo llevan adentro, como dice la canción.
Otro golpe para Boca, también uno más, para este equipo que vuelve a sumar un fracaso. Un Boca que jugó una sola competencia y que otra vez cae en su casa en un partido decisivo: como ante Alianza Lima en el repechaje de la Libertadores; como ante Independiente en los cuartos del Apertura; como ahora, en esta semifinal en la que se despidió casi sin patear al arco y dejando una imagen gris.
También fue un golpe, al fin de cuentas, para River, el otro perdedor de la noche, que dependía de una consagración de su clásico rival para aspirar a un lugar en la Libertadores. Un escenario decepcionante en lo futbolístico, pero que dejó varias sentencias. Y un final de campeonato abierto, que buscará su segundo finalista este lunes en el clásico de La Plata.

El clima, la expectativa, ese aire de final que reinaba en la previa, se apagó con el pitazo inicial. Boca y Racing despreciaron a su chapa de candidatos durante toda la primera mitad. Boca, empujado por su gente, tuvo la iniciativa, pero le faltaron ideas, recursos y la lucidez necesaria para hilvanar una jugada de gol que no fuera alguna arremetida de Zeballos por izquierda ni los centros sin destino de Lautaro Blanco. Racing, sin Santiago Sosa -suspendido- y con varios al límite en lo físico (Rojas, Solari), mostró más aplomo pero le faltó animarse y tuvo poco resto para arrinconar a Boca.
Las intenciones de Racing quedaron expuestas desde el planteo: Costas armó una línea de cinco defensores con Colombo sobrando e intentando emular los movimientos de Sosa, alternando como líbero y volante central. El plan apuntaba a reforzar una zona media debilitada por la acumulación de defensores y la decisión de sostener a los tres de arriba. Pero el exDefensa y Justicia no ofreció lo mismo: impreciso en la salida y presionado por Boca, que lo apuntó sabiendo sus limitaciones, se acomodó en el segundo tiempo, tras un comienzo con dudas. Así, la posesión se repartió, pero Boca cruzó con mayor facilidad ese sector. Solari, uno de los que llegó con lo justo por una sobrecarga en el cuádriceps derecho, no pudo explotar su velocidad para inquietar a Blanco ni colaborar en defensa, obligando a Mura a arreglárselas ante el tándem que conformaban Zeballos y el lateral.

El partido que todos esperaban careció del juego y la emotividad que prometía. Boca, otra vez, no tuvo juego y apostó al pelotazo y a la pelota parada, una vía que tampoco pudo aprovechar porque Paredes estuvo impreciso. Racing insistió con centros cruzados a Maravilla Martínez, absorbido sin problemas por Di Lollo. Hubo que esperar hasta los 41 minutos para la primera sensación de gol: Almendra -silbado por la Bombonera por su polémica salida en 2022 y el juicio millonario que Boca acaba de ganarle- cruzó la pelota para la entrada sorpresiva de Mura, que asistió a Nardoni para un remate cruzado junto al palo. Un primer tiempo aburrido, entrecortado, charlado. Ni polémicas hubo, más allá de las amarillas a Nardoni, Mura y Di Césare.
Racing creció en el complemento y el partido, al menos, dejó de ser un suplicio. Se adelantó unos metros, Martínez emparejó el duelo con Di Lollo, Nardoni se pareció más al de sus mejores tiempos, Gabriel Rojas se soltó y Colombo dejó de arriesgar. Llamativamente, Ubeda decidió la salida de Zeballos, el único que insinuaba algo distinto, para la entrada de Alan Velasco, que volvía tras dos meses de inactividad. El cambio irritó a la Bombonera, que pedía la salida del errático Giménez. Paredes tampoco ocultó su fastidio: no por Velasco, sino por sacar al Changuito. Se entiende, en parte: si salía Giménez, el cambio cantado era Cavani, que tampoco atraviesa un buen momento. Y Boca, que ya atacaba con tres, no podía darse el lujo de jugar sin un 9.

Para colmo, casi en la jugada siguiente, llegó el pase profundo de Almendra, el centro de Rojas y el cabezazo goleador de Maravilla Martínez, que agarró a Marchesin a contrapierna y cortó una racha de 965 minutos sin convertir: diez partidos y medio.
La primera reacción nació en la tribuna: el grito de guerra pidiendo reacción. Pero la chispa no prendió en la cancha. Boca se hundió en su propio nerviosismo. Racing se abroqueló con criterio, encontró aire en los cambios (Conechny para inquietar arriba, Zuculini para embarrar el medio) y hasta tuvo algún contragolpe mal resuelto. Los minutos finales se parecieron demasiado a los iniciales: todo fue desesperación, fastidio y frustración. En el cierre, tampoco ingresó Cavani: Ubeda eligió a Battaglia para buscar un cabezazo salvador.

Si antes del partido el técnico de Boca parecía tener asegurada su continuidad, este mazazo vuelve todo a foja cero. El club cumplirá tres años sin títulos, y aunque volverá a la Copa Libertadores, no pudo coronarse en un año en el que ni siquiera tuvo competencia internacional. Otro revés que dejará secuelas. Estos partidos se definen por detalles, y, esta vez, la diferencia también estuvo en los bancos: en las decisiones, pero también en lo que cada entrenador representa.
Lo mejor del partido
En el pitazo final, los jugadores de Racing se dejaron caer sobre el césped, agotados, y enseguida se reunieron en el círculo central para formar la ronda que ya es una postal de este equipo. Los de Boca, en cambio, cabizbajos, apenas encontraron fuerzas para levantar los brazos y saludar a la segunda bandeja, desde donde llegó un aplauso tenue, casi protocolar.
La imagen se repite. Racing compite, batalla, festeja y encuentra un plus en los momentos límite. Boca es la contracara: un equipo que deja pasar oportunidades y no logra salir de un pozo que cada vez se hace más profundo. En un partido pobre, el clásico quedó, a fin de cuentas, para el que más determinación muestra en esta clase de partidos. Algo que en Racing sobra, y en Boca falta desde hace tiempo.
