SAN CARLOS DE BARILOCHE.- Rafael Grossi, el argentino que dirige la Agencia Internacional de la Energía Atómica (OIEA), participó vía streaming de la 46º Convención Anual del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF), que se desarrolla en el hotel Llao Llao de esta ciudad. Grossi, que se reúne permanentemente con múltiples líderes mundiales, advirtió que “la Argentina tiene una alta consideración en cuanto a su potencialidad y no solo por cuestiones políticas”.
Grossi, que tiene más de 40 años de experiencia en materia de energía nuclear y que se formó en Bariloche, se refirió ante una gran audiencia a la “compleja y traumática transición” que el mundo vive a nivel geopolítico. En ese sentido, mencionó diversas caracterizaciones que palpa en las negociaciones que lleva adelante en distintos países por su cargo: “Los políticos y los ejecutivos de finanzas deben ver que el orden internacional experimenta una fragmentación creciente. Hay una multiplicación de polos de poder. Basta con pensar en el G2 (Estados Unidos y China) dentro del G20”.
Asimismo, el diplomático advirtió sobre la ampliación y diversificación de las esferas de competencia: energía, manejo de datos con inteligencia artificial, materias primas y minerales críticos, entre otras. “También se observa la reaparición de una conflictividad que parece propia del siglo XX, un retorno de la guerra con artillería, como el conflicto entre Rusia y Ucrania. Y eso coexiste con la ciberconflictividad y con la desinformación. Esos actores influyen en la estabilidad política de los países. Y se suman las sanciones como elemento fuerte en la caja de herramientas de los Estados”, dijo Grossi.
El propio director general de la OIEA se encuentra bajo un fuerte operativo de seguridad en Viena tras detectarse una amenaza concreta vinculada a sectores próximos a Irán. Las intimidaciones contra el argentino se intensificaron tras la guerra de 12 días entre Israel e Irán, en junio, cuando Teherán lo acusó de inclinar sus informes a favor de Israel y de contribuir a escalar el conflicto.
Si bien evitó opinar a título personal, Grossi señaló que “para competir hay que tratar de entender el mundo a través de una visión desapasionada, especialmente en tiempos de grieta global”, y agregó: “El desafío de políticos y ejecutivos de finanzas es acercarse con ojos bien abiertos, y ver la realidad tal como es”.
Sumó que la Argentina debe tener conciencia de sus fortalezas y debilidades. Fue en ese tramo cuando subrayó la “alta consideración” que existe de el país en el mundo. Además de poner el foco en cuestiones como la energía, la alimentación y la minería, Grossi puntualizó la capacidad tecnológica. Ejemplificó con países como Singapur y Corea, en los que ese factor “fue clave en el salto cualitativo”.
En esa línea, Grossi se mostró “razonablemente optimista” de cara a las oportunidades para la Argentina. Además de decir que Bariloche es una suerte de Silicon Valley de la energía nuclear, el diplomático indicó que ese tipo de energía experimenta “un retorno fortísimo en el mundo tras años de ser estigmatizada”.
Se refirió así a las perspectivas sobre los Small Modular Reactors (SMR o pequeños reactores modulares), y en el desarrollo y la implementación de esta tecnología nuclear clave para diversificar la matriz energética. “La Argentina es el único país que exporta reactores nucleares en el sur del mundo. Eso trae también desafíos, pero hay una oportunidad enorme. Las grandes empresas se vuelcan a los pequeños reactores a causa de los centros de datos voraces de consumo energético. Es un mercado de US$30.000 millones en los próximos 15 o 20 años”, afirmó Grossi.
Y contó sobre el inédito acuerdo que la OIEA firmó con el Banco Mundial, que hasta hace poco tiempo prohibía inversiones en energía nuclear. Y dijo que en la misma línea se mueven actualmente otras entidades como el BID.