Raquel Mancini: víctima de mala praxis y violencia de género, cuenta cómo logró rearmar su vida

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Todavía le cuesta mostrarse y, especialmente, abrirse a la prensa. Las idas y vueltas en concretar esta entrevista hablan de esa desconfianza. Pero luego, ya frente a frente con Raquel Mancini, la “modelo de los 80” impacta con su mirada limpia y sus palabras sin filtro a la hora de contar su historia: la de una mujer que sobrevivió a su propio mito y que finalmente pudo rearmarse.

A los 14 años, de la noche a la mañana, se convirtió en un ícono sin saber bien qué hacer con eso. Lo que vino después de una portada en la revista Gente fue arrasador: más de 40 tapas, comerciales memorables y participaciones en programas populares como Mesa de Noticias y Brigada Cola. Raquel pasó a ser sinónimo de belleza y distinción. Tuvo, también, muchos amores (algunos conocidos, como su matrimonio con el actor Martín Seefeld o su noviazgo con el manager Alejandro Mascardi, y otros no tanto) hasta que en 1996 su vida cambió por completo. Una liposucción fallida la dejó en coma. Años después, las secuelas de la violencia de género que sufrió a manos de una pareja se sumaron a la angustia por una intervención de labios que, por un golpe, se infectó. Pero los golpes del destino no terminaron ahí: en 2008, un accidente durante un ensayo del programa Patinando por un sueño le fracturó la tibia y el peroné. Y en 2016, una Gripe A la mantuvo en coma inducido durante 15 días, un episodio del que se recuperó milagrosamente. Hoy, a los 60, se muestra con una vulnerabilidad asumida y una serenidad que, dice, es totalmente nueva.

Raquel en un desfile, antes de sus complicaciones de salud

–¿Cómo es tu vida hoy?

–Estoy representando a una marca de ropa muy canchera con la que me identifico, y la estoy pasando bárbaro porque volví a las fotos, que amo hacer. Hago contenido para redes, me pagan y estoy feliz con eso. Con los accesorios que llevaban mi marca, lamentablemente no continué porque mi socio tuvo un ACV muy fuerte que no lo dejó seguir. Pero es un pendiente que ya va a volver.

–Y volviste a la tele: el año pasado en LAM, este año hiciste A la Tarde y hace poco tuviste apariciones en Pasó en América.

–Sí, ¡me encanta ser panelista! Pero no estaría en cualquier lado, tengo que ver dónde. Ya va a llegar el programa que me cope. Para mí es importante el grupo. La pasé muy bien en Pasó en América, me sentí muy cómoda. Empecé a panelear sin abrir la boca, pero de repente empecé a hablar todo junto ¡y nadie me paraba! Hoy me siento internamente muy segura y creo que eso se refleja en la pantalla.

–¿Sentís que esta es una nueva versión tuya?

–La Raquel de hoy es una mujer que está firme, que sabe lo que quiere, que tuvo que dejar su departamento y venirse a vivir con su mamá porque ella tiene 88 años y no tiene alguien que la ayude. Es una mujer entera después de muchos años de terapia. Con la muerte de papá la pasé muy mal, y la sigo pasando mal, porque soy la única hija mujer con tres hermanos varones. Pero la terapia me sacó adelante.

Hoy, Raquel se mudó junto a su mamá, de 88 años

–¿Estás enamorada?

–Hoy no estoy enamorada ni con pareja, pero siento que me lo voy a encontrar en el supermercado. Eso de que te lo presenten en una cita a ciegas o un Tinder no me va. Me encantaría volver a estar en pareja, pero en un modo diferente. Cada uno en su casa, juntarnos para ir a comer y los fines de semana compartir. Para mí ahora la pareja es “taza, taza, cada uno en su casa”. No estoy para convivir con nadie.

–¿Qué te llevó en el pasado a vincularte con hombres que no te cuidaban?

–Mas allá de la autoestima, eran otras épocas. Hoy mi sobrina de 15 años va a terapia y a las parejas tóxicas las detecta a la legua. La nuestra fue una época distinta. No se hablaban las cosas como ahora, había mandatos, dichos o no, sobre la pareja. Te vinculabas distinto. ¡Cómo le ibas a decir a tus padres que te querías separar!

–¿Qué le dirías hoy a esa Raquel de 14 años que posó para la revista Gente?

–Yo no me di cuenta de lo que pasaba entonces. Esas fotos las hice en la playa con mis padres, mis hermanos, además yo usaba traje de baño entero y cuando me ponen el bikini tuvieron que pintarme la panza para dar bronceada. A esa Raquel de entonces, con toda su inocencia, le diría que me va a dar los mejores recuerdos.

Su primera tapa de revista, a los 14 años

–Sin embargo, contaste que entonces no te sentías linda.

–Nunca me sentí linda, pero eso que yo no veía de mí, me abrió puertas, me hizo conocer gente, me dio trabajo y pude hacer feliz a mi familia. Yo creía que me llevaba bien con mi cuerpo, pero hice cagadas. Tenía un gran problema de autoestima. En una de las intervenciones [la liposucción] estuve a punto de morirme y eso dio pie para que dijeran cualquier cosa. Mi papá, sabio, me dijo: “Una vez que te ponen un mote, no te lo sacás más. Y a vos te lo pusieron con las cirugías”. Y tenía razón, me quedo ese tema colgado para toda la vida. Yo no vivía en un quirófano, tengo solo tres cirugías, pero sufrí un bullying mediático que daba a entender que me había hecho más. Decían que yo tenía problemas con mi cuerpo y con mi peso, pero yo jugaba al hockey, corría maratones, jugaba al tenis. Y cada vez que me pasaba algo, la gripe A, mi quebradura, siempre decían: “Se operó otra vez” o “Tiene anorexia”, y yo me estaba muriendo. Fue horrible.

Con su papá, a quien adoraba.

–¿Te dolió que algunos medios te etiquetaran así?

–Muchísimo. El bullying, el acoso, fueron tremendos. No lo puedo perdonar a Andy Kusnetzoff por las burlas que me hizo y cada vez que hablo de este tema me duele porque la pasé mal. Hizo como un pedido de disculpas público, pero a mí no me llegó, hubiese preferido que fueran más personales. A Pergolini me lo encontré y le hablé. Lo vi en un shopping y lo corrí; le pedí llorando que parara con los chistes, y me hizo caso. Pero Andy fue brutal. Me prendía la cámara en la cara y me decía: “Te olvidaste de sacarte el riñón de la boca”. Cuando a mí me habían cagado a trompadas. Yo me había puesto apenas un poquito de colágeno y tenía brackets, y quien era mi pareja en ese entonces me pegó una piña en la boca. El labio se hinchó y se infectó con las heridas. Estuve 12 años con la boca así, hasta que pude hacerme a una cirugía correctiva en 2013.

–Violencia de género absoluta.

–Sí, además, como yo seguía trabajando, él, para controlarme, había comprado un espacio en un programa de Lucho Avilés. Sentía que no aguantaba más, quería irme, no podía decirles a mis viejos, tenía miedo. Pero mi mamá me escuchó la voz después de ese golpe y me vinieron a buscar. Me sacaron de ese infierno.

Un retrato de su época de modelo

–¿Por qué crees que se ensañaron con vos?

–En esa época estaba permitido hacer cualquier cosa. Hoy están mal vistas, pero la realidad que en el fondo es la misma tele. No hay mucha diferencia cuando alguien que no sabe lo que pasó habla por hablar o por el rating. Eso no cambia.

–¿Sos una sobreviviente?

–No, sobreviviente es el de Malvinas, alguien que vuelve de una guerra. Yo no soy una sobreviviente, sino una luchadora de mil batallas. ●

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