Periodista cabal, ameno conversador, fino analista de la conducta humana que aparece detrás de cada hecho pequeño o relevante de la vida política argentina, Raúl Ivancovich deja en el recuerdo de quienes lo conocieron una generosidad a toda prueba y el oído siempre atento a enriquecer el punto de vista propio con aportes ajenos que siempre valoraba y destacaba.
Raúl Ivancovich falleció hoy en esta ciudad pocos días después de cumplir 86 años. LA NACION fue el destino definitivo de su destacada carrera periodística, cuyos primeros tramos coincidieron con el apogeo de los grandes semanarios consagrados al análisis de la actualidad política en tiempos decisivos y agitados de la historia argentina del siglo XX. En uno de ellos, la revista Confirmado, Ivancovich empezó a volcar su capacidad de observación y sus conocimientos de la política y la sociedad argentina. Luego se sumó al diario La Opinión.
Llegó más tarde a LA NACION, donde recorrió distintas secciones y compartió la vida cotidiana de esta casa con su hermano menor César, otro apreciado periodista con los mismos valores humanos que falleció prematuramente, en 2020, cuando se desempeñaba como Prosecretario de Redacción.
Con fraternal generosidad y genuina admiración profesional, Raúl le hizo un extraordinario tributo a su hermano cuando narró en una breve y elocuente nota publicada en estas páginas la historia de cómo LA NACION fue el primer medio en conocer la noticia del secuestro del ex presidente Pedro Eugenio Aramburu y cómo César, por entonces redactor de la sección Política, se convirtió en el autor de ese texto.
Raúl Alberto Ivancovich había nacido el 30 de marzo de 1939 en Colonia Las Heras, provincia de Santa Cruz. Pasó toda su infancia en la Patagonia y tras el fallecimiento de su padre, en 1954, se radicó en Buenos Aires. Con el tiempo dejó de ser una suerte de porteño adoptivo para asumir definitivamente esa identidad gracias a su sensibilidad cultural y sobre todo al tango, expresión artística que en un momento lo llevó a compartir la conducción de un programa especializado en Radio Ciudad con uno de sus más entrañables amigos, Juan Octavio Gauna, para todos Yuyo, histórico dirigente de la Unión Cívica Radical y destacado jurista y académico fallecido en 2019.
Después de aquella experiencia con Charlando tangos, el dúo se unió a otra figura del radicalismo porteño y fervoroso defensor del tango, Ricardo Ostuni, para compartir otro ciclo radiofónico, Argentina dos por cuatro, por Nacional.
Ivancovich le dedicó muchas horas al radicalismo y se le reconoce en ese partido un activo papel en algunos foros importantes de la actividad interna de la UCR como la Fundación Ricardo Rojas, en cuyas publicaciones volcó durante los últimos años varias ideas y propuestas con su firma.
En ellas no era difícil encontrar ecos y voces de algunas de sus muchas lecturas tempranas, entre ellas las obras más importantes (Las fuerzas morales, El hombre mediocre) de José Ingenieros. También de su admiración incondicional por Lisandro de la Torre. Varias veces contó que en el momento en que empezó a armar su biblioteca el único retrato visible era el suyo.
Ese impulso por entender y analizar los problemas de la idiosincrasia argentina lo llevaron a recibirse de sociólogo en la Universidad de Buenos Aires. Como docente estuvo a cargo de una cátedra de Ciencias Políticas en el Ciclo Básico Común de la UBA y dictó clases en el Colegio Nacional Buenos Aires.
Aplicó más tarde sus amplios contactos en la vida política porteña y el mundo del tango, los dos espacios en los que supo moverse a la perfección, a su trabajo en LA NACION. Siempre apreciado por su enorme cordialidad y un rico anecdotario, disfrutaba muchísimo cada vez que compartía las anécdotas de la amistad que lo unió al recordado Atilio Stampone con varios de los integrantes de la Redacción de LA NACION, en especial con el recordado secretario de redacción Enrique Ardissone.
Tan poderosa resultó esa amistad, construida a lo largo de interminables veladas nocturnas compartidas en el comedor del diario, que Stampone le dedicó a Ardissone uno de sus más bellos tangos, “Mi amigo Cholo”. Raúl Ivancovich fue el que más hizo para mantener viva toda esa memoria.
Identificado con una tradición periodística que lo llevaba a vestir saco y corbata durante todo el tiempo que pasaba en la Redacción, Ivancovich nunca se privó de volcar todos sus conocimientos sobre el tango en la sección Espectáculos, su último destino en LA NACION antes de jubilarse. Allí también se convirtió a través de notas, entrevistas y análisis en un destacado observador del mundo de la radio, con particular atención a los avatares de las emisoras públicas.
Los restos de Raúl Ivancovich serán velados hoy, de 20 a 22, en Forest 906 y recibirán sepultura este sábado, a las 10, en el Cementerio de la Chacarita.