Aquel día en el 2023 no se olvida en Íllimo. La lluvia seguía cayendo y las calles ya no eran transitables. Las casas habían comenzado a colapsar y los vecinos, resignados, intentaban proteger lo poco que quedaba. La cuadra uno de la calle Victoria en Chiclayo estaba bajo el agua, y el caudal del río La Leche se desbordaba con violencia. No había pase, ni vehículos, ni previsión. En medio de ese panorama apareció Robert Prevost, entonces obispo de Chiclayo. Se calzó unas botas, atravesó los charcos y llegó hasta los vecinos que lo recibieron entre el barro. No venía solo. Traía víveres, apoyo y una presencia que, según cuentan los vecinos, no olvidarán jamás.
Desde entonces, en esa calle lo recuerdan distinto. Con nombre y apellido, pero sobre todo con un aprecio que no se apaga. Fue durante esas jornadas cuando muchos escucharon por primera vez de él, sin saber que años después sería conocido en todo el mundo como el papa León XIV. En Íllimo lo siguen llamando como entonces: monseñor Robert, el que llegó cuando nadie más se animaba a entrar.
Con el paso del tiempo, las lluvias cedieron, pero la memoria se mantuvo. Hoy, la calle Victoria va a cambiar de nombre. Será la primera vía en Perú en llevar oficialmente el nombre del papa León XIV.
No es una decisión tomada por decreto, sino una expresión colectiva de gratitud. Los pobladores la impulsaron y las autoridades locales la respaldaron. El gesto no nace de una campaña institucional, sino de un recuerdo que sigue vivo.
Alejandro, uno de los vecinos que vivió el desastre, no oculta su emoción al hablar de aquel episodio. “Quiero saludarlo, en especial al Papa, darle un saludo en nombre de todos los vivientes de la calle Victoria, el Papa León 14, y recordar lo bien que hizo con todos los vivientes cuando estábamos caídos”, dice con firmeza. “El río La Leche estaba pasando dentro del pueblo. Nos apoyó con alimentos, nos dio fuerzas, se puso las botas, caminaba por las veredas, aunque no se veían. Él era valiente. Nos daba aliento y fuerzas”.
Una presencia en medio del agua
El testimonio de Alejandro no es aislado. Otros vecinos también recuerdan con precisión aquel momento en que la ayuda llegó a través de una figura poco común.
“El agua nos daba a la cintura”, cuenta. “Pasaba duro, el agua corriente. Nadie se metía a la calle porque podía llevarse a las personas”. En ese contexto, Prevost no dudó. Caminó entre el lodo, entregó víveres en mano, abrazó a los vecinos y oró junto a ellos.
Fue una intervención directa, sin equipos de seguridad, sin flashes ni prensa oficial. Solo quedó en las memorias locales y, con el paso del tiempo, en los nombres que se deciden grabar en las placas de las esquinas.
No fue la única vez que el entonces obispo de Chiclayo demostró esa cercanía. Durante la pandemia del COVID-19, convirtió la parroquia Santa María Catedral en un canal de comunicación. Desde allí transmitía las misas en vivo a través de Facebook, con mensajes de aliento y advertencias sobre la importancia de seguir las medidas de prevención. “Debemos cuidarnos y cuidar a los demás”, decía frente a una cámara improvisada.
En junio del 2020, en plena solemnidad del Corpus Christi, salió a las calles con la hostia consagrada para bendecir la ciudad desde el Parque Principal. A su lado estuvo el alcalde de Chiclayo, Marcos Gasco. No fue una procesión, sino un gesto. Una señal de acompañamiento en medio de la incertidumbre. “Se trataba de mostrar que no estaban solos”, explicaban desde la diócesis.
Prevost también fue uno de los impulsores de la campaña “Oxígeno de la Esperanza”, que buscaba recolectar fondos para instalar una planta de oxígeno en el norte del país. “Es una señal del amor de todos ustedes por nuestro pueblo”, afirmó en una de sus alocuciones. Era un momento en que los balones de oxígeno escaseaban, y muchas personas morían asfixiadas en sus casas o fuera de los hospitales.
Una señal en la esquina
Ahora, con el título de sumo pontífice y el nombre de León XIV, su historia sigue resonando en Íllimo. La decisión de cambiar el nombre de la calle Victoria fue tomada por el consenso entre los vecinos y el respaldo de las autoridades locales. Pronto, una nueva señal indicará el nombre de esa vía, pero no será un simple homenaje ceremonial.
Para los vecinos, esa placa contará una historia. La de un hombre que llegó cuando el agua cubría todo, que entregó bolsas de alimentos en medio de una inundación, que miró a los ojos a los damnificados y les habló sin protocolos. La de quien ahora ocupa uno de los cargos más altos de la Iglesia, pero que en Íllimo es recordado simplemente como el que caminó con ellos.
