Rebrote del antisemitismo

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MONTEVIDEO.- El conflicto en Medio Oriente reaviva un flagelo que en Uruguay siempre ha estado latente pero ahora recrudece: el del antisemitismo.

Abundan las declaraciones y protestas por lo que algunos califican como “genocidio de Gaza”, que no es otra cosa que una guerra emprendida por un país democrático, contra la organización terrorista que pretende explícitamente borrarlo del mapa. Se podrá estar de acuerdo o no con la violencia desatada por Israel -acaso inevitable por la manera como los terroristas usan de escudo a la población civil- pero hay que cuidarse de la desinformación y manipulación que se ejecuta desde Hamas, ya sea exagerando las cifras de víctimas civiles o lisa y llanamente falseando los hechos con intención propagandística.

Quien intenta mirar el conflicto con objetividad -algo muy difícil en tiempos de posverdad- debe admitir que hay un curioso desbalance entre la hipersensibilidad que genera la respuesta israelí y la indiferencia que provocaron los salvajes crímenes perpetrados por Hamas el 7 de octubre de 2023. Hemos llegado a leer en un semanario de izquierda una crónica que aseguraba que las violaciones y ejecuciones de niños y ancianos no fueron ciertas, cuando sobran los registros audiovisuales de tales desmanes, filmados y difundidos orgullosamente por los mismos terroristas. Hoy crecen como hongos declaraciones de intelectuales, manifestaciones populares, pegatinas y campañas mediáticas de quienes claman por una “Palestina libre”. Tal lema sería totalmente compartible si refiriera a liberarla de la dictadura de Hamas.

Tratamos de hacer memoria y no recordamos una similar unción militante cuando los rusos bombardearon (y lo siguen haciendo) edificios de apartamentos ucranianos habitados por civiles. Y ni que hablar de las decenas de otros conflictos bélicos que se están produciendo simultáneamente en el mundo.

El énfasis en castigar la política de Israel no es casual. Tiene que ver con algo que expresó con su claridad habitual el expresidente Julio María Sanguinetti, en el sentido de que el antisemitismo fue una seña de identidad de la extrema derecha en el siglo XX, pero que en este XXI lo es de la izquierda. Sin embargo, la canción es la misma.

Porque a la hora de echar culpas, no se acusa a Israel (un país libre que tiene un 20% de población árabe, una democracia con todas las letras) sino a “los judíos”, una colectividad unida por la tradición que ha sido milenariamente perseguida y denostada. Los mismos que hoy señalan un genocidio que no es tal, sacan a relucir libelos fraudulentos como los “Protocolos de los Sabios de Sion”, fábula calumniosa creada por la policía secreta zarista al principio del siglo XX que sirvió de nefasta inspiración al genocida Adolf Hitler. Intentan aclarar que no son antisemitas sino “antisionistas”, cuando el sionismo no es otra cosa que el movimiento político que promovió históricamente la creación del estado de Israel. Todas las connotaciones negativas que hoy le asignan, en el sentido de una ambición de expansión territorial y eliminación de adversarios, son absolutamente falsas y hablan más de quien las postula que del sionismo en sí.

Para entender cabalmente lo que está en juego, alcanza con leer la Carta Fundacional de Hamas, que en 1988 proclamaba abiertamente la eliminación de Israel y de todos los judíos. Basta con leer solamente su execrable artículo 7, que dice “El Día del Juicio Final no llegará hasta que los musulmanes se enfrenten a los judíos y los maten a todos. Entonces, los judíos se esconderán detrás de las rocas y de los árboles, y las rocas y los árboles gritarán: “¡Oh, musulmán, hay un judío escondido detrás de mí! ¡Ven y mátalo!”.

O la siniestra declaración del expresidente de Irán, ayatolá Akbar Rafsanyaní: “Con nuestra bomba atómica mataremos los cinco millones de judíos de Israel, y aunque Israel pueda enviarnos bombas de respuesta, solo mataría 15 millones de iraníes, cifra despreciable ante los 1300 millones de musulmanes que somos en el mundo”.

Quienes hoy, muchas veces engañados en su buena fe, salen a manifestar contra las acciones bélicas de Israel, deberían entender qué es lo que está en juego: del lado democrático se admite la existencia de dos estados conviviendo en forma pacífica, pero del lado totalitario solo se persigue la desaparición de Israel y el sueño hitleriano de exterminio de toda una nación.

¿Qué hace nuestra izquierda defendiendo semejante barbarie?

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