La combinación de inteligencia artificial, saberes tradicionales y colaboración ciudadana permitió rescatar información inédita sobre la España del siglo XVI.
El hallazgo de una carta encriptada vinculada a la familia Borgia, conservada en el Archivo Histórico de la Nobleza en Toledo, generó un amplio debate sobre el papel de la tecnología en la investigación histórica.
La desencriptación del documento, que aborda temas eclesiásticos y menciona episodios revolucionarios, se logró gracias al aporte colectivo de usuarios de redes sociales, especialistas y herramientas tecnológicas aplicadas con criterio.
Una petición ciudadana a través de redes sociales
En agosto de 2024, los Archivos Estatales publicaron una solicitud en sus redes sociales para descifrar una carta procedente del fondo del ducado de Gandía, vinculada a los Borgia. La respuesta fue inmediata. Cristian Pardo, técnico superior de archivo, relató a EFE que la ciudadanía “se volcó desde el minuto uno” y comenzaron a recibir numerosas propuestas de colaboración.
Esta experiencia permitió no solo avanzar en la interpretación del documento, sino también evidenciar el interés social por el patrimonio: “La gente reacciona, nos hace caso y contribuye a ayudarnos”, afirmó Pardo, quien destacó que “el patrimonio es de todos”.
El caso evidenció el potencial de las redes sociales para conectar a instituciones culturales con expertos y ciudadanos, incluso dispersos geográficamente. En uno o dos meses, el volumen de aportaciones permitió localizar a especialistas capacitados para afrontar el desafío.
Un proceso entre expertos e inteligencia artificial
La desencriptación de la carta presentó dificultades importantes. Aunque se intentó inicialmente con herramientas de inteligencia artificial (IA), los resultados fueron insatisfactorios.
Los técnicos del archivo detectaron que las respuestas generadas eran “inventadas” o “muy aleatorias”, lo que restó utilidad al enfoque automático.
El avance llegó con la intervención de Alfonso Boix, doctor en filología y medievalista, quien aplicó un método clásico, basado en la detección de patrones y secuencias repetidas. Este abordaje permitió descifrar gran parte del texto, aunque se optó por mantener los resultados en revisión hasta obtener una segunda opinión.
Esa revisión fue proporcionada por Francesc J. Hernández, doctor en sociología, quien utilizó una IA especializada en lenguaje para analizar el contenido. La comparación de ambas propuestas mostró una alta coincidencia, aunque con diferencias paleográficas que aún requerían ajuste.
Finalmente, se consensuó una versión definitiva del texto, redactada en valenciano y caracterizada por su complejidad lingüística y estructural.
El contenido de la carta: religión, política y secretos
La carta ofrece una visión de los asuntos eclesiásticos a fines del siglo XVI e inicios del XVII. Se mencionan “revoluciones, que podrían ser desde la expulsión de los moriscos hasta las rebeliones francesas en la revuelta catalana”. Comienza con un acuse de recibo de una misiva enviada desde Montserrat y espera otra desde Barcelona, solicitando información espiritual y temporal.
El autor también pide datos sobre la situación en el camino entre Barcelona y Valencia, posiblemente refiriéndose al camino real. Se menciona el destino de una figura asociada con “las compañías de casa” y se critica a una persona por no rezar ni obedecer al destinatario, lo que indica tensiones religiosas y personales.
La estructura codificada revela la necesidad de proteger mensajes sensibles. “El correo no era tan seguro como ahora y se podía interceptar por el camino”, explicó Pardo. Por ello, se encriptaban temas delicados, en especial si implicaban cuestiones políticas o militares.
Encriptación en la Europa moderna
El uso de cifrado en cartas del siglo XVI respondía a la inseguridad de las rutas postales. La técnica empleada en este caso era un sistema de sustitución de consonantes, comprensible solo por quienes conocían la clave. La dificultad del mensaje se incrementaba si no se comprendía el contexto y los actores implicados.
Además, Pardo señaló que la conservación de estas cartas es inusual. Lo común era destruirlas tras su lectura para evitar filtraciones. “Otra cosa es que hayan llegado hasta hoy en día y que se hayan conservado”, dijo, resaltando su valor histórico.
Origen y resguardo del documento
El documento pertenece al fondo del ducado de Gandía, que integra el fondo de Osuna, ambos bajo custodia del Archivo Histórico de la Nobleza.
Aunque relacionado con los Borgia, no fue escrito por un duque de Gandía, ya que en el texto se menciona a un tercero con ese título. La carta fue conservada en el archivo familiar debido a su conexión con la casa de Gandía.
La preservación de este material permite a investigadores y ciudadanos acceder a fuentes primarias de gran valor. El caso refleja cómo la colaboración entre instituciones, expertos y la sociedad puede iluminar aspectos desconocidos del pasado.
El caso de la carta cifrada de los Borgia demuestra la importancia de la participación ciudadana en la protección del patrimonio histórico. Como sostuvo Pardo, “el patrimonio es de todos” y la implicación colectiva es clave para avanzar en su conocimiento. La sinergia entre saberes tradicionales, tecnología e iniciativa social rescató un documento que, de otro modo, habría permanecido oculto en los archivos.