Ron Podmore, un profesor estadounidense de 58 años, tomó una decisión poco común: se retiró antes de tiempo y se instaló en Centroamérica. Después de más de tres décadas de trabajo, vendió sus pertenencias, compró un departamento en la Ciudad de Guatemala y comenzó un nuevo capítulo de su vida. Como no llegó a cumplir la edad mínima que exige la seguridad social para jubilarse, solo recibe la mitad de su pensión. Sin embargo, no se arrepiente: su nuevo lugar en el mundo combina tranquilidad, costos accesibles y un sistema de salud más humano. “Está funcionando”, dijo.
Una jubilación anticipada y una apuesta distinta
Podmore enseñó durante 32 años en escuelas secundarias del estado de Washington y sintió que había llegado el momento de parar. “De ninguna manera quería dar clases hasta los 65 años”, le contó a Business Insider. Explicó que muchos de sus colegas trabajaron hasta alcanzar la edad de jubilación completa y, solo unos meses después, fallecieron. Sin haber disfrutado su retiro.
Para evitar ese futuro, decidió planificar su retiro con el método FIRE (Financial Independence, Retire Early), que promueve la independencia financiera y el retiro temprano a través del ahorro y la inversión. “Probablemente invertí la mayor parte de los últimos 20 años cada vez que recibía un aumento de sueldo. Me fue muy bien durante los últimos 20 o 25 años”, contó.
Así, a los 56 años se jubiló. Sabía que no recibiría la pensión completa y que, durante nueve años, solo recibiría la mitad de los haberes previsionales. No le importó, ya que su plan de retiro incluía irse a vivir a Guatemala, un país donde el costo de vida era mucho menor que en Estados Unidos.
De las aulas de Washington a un nuevo hogar en Centroamérica
Su conexión con ese país latino comenzó una década antes de su retiro. En 2013, al recibir en su aula a varios estudiantes provenientes de Centroamérica, escuchó por primera vez historias que lo llevaron a reconsiderar sus prejuicios sobre la región. “Me hicieron creer que Guatemala es un país con pobreza endémica, delincuencia, corrupción y cárteles. ¿Quién querría ir allí? Y estos chicos me dijeron: ‘Tienes que replantearte eso’”, recordó.
A partir de ese momento comenzó a viajar con frecuencia. “Me animaron a viajar y en 2013 o 2014 hice mi primer viaje. Luego terminé yendo una o dos veces al año”, dijo. Después de explorar otras alternativas, como Malta, encontró en Guatemala el equilibrio entre calidad de vida, clima templado y un costo mucho más accesible.
En 2018, Podmore compró un condominio de dos dormitorios y un baño en una zona trabajadora de la ciudad homónima. “Sabía que, si lo necesitaba, podría emigrar de Estados Unidos y vivir allí”, sostuvo. Su objetivo era tenerlo completamente pago para el momento de jubilarse, algo que logró tras ocho años de esfuerzo.
Para concretarlo, pidió una línea de crédito hipotecario en Estados Unidos y gestionó toda la financiación desde allí. “En la mayoría de los lugares del mundo, se paga al contado. No se puede pedir un préstamo en un banco de ese país. Hay que gestionar la financiación con el banco que se tenga en el país de origen”, explicó.
El departamento, valuado en unos 125 mil dólares, incluye estacionamiento subterráneo, seguridad y conserjería. Durante años permaneció vacío hasta que comenzó a equiparlo poco a poco. “Me llevó unos dos o tres años organizarlo todo”, dijo.
La mudanza a Guatemala: menos gastos y más tranquilidad
En agosto de 2024 se estableció en Guatemala a tiempo completo. Actualmente, tramita una residencia temporal que, más adelante, se convertirá en permanente. Mientras tanto, alterna su tiempo entre el país latino y Washington, donde aún mantiene una propiedad.
Uno de los aspectos que más valora es el acceso al sistema de salud. “La atención médica aquí es significativamente menos costosa que en Estados Unidos”, explicó.
Y detalló: “Tengo un seguro médico privado que me cuesta unos US$315 al mes, sin deducibles ni copagos. Cubre medicamentos, radiografías, resonancias magnéticas y hospitalización, y no recibes ninguna factura al final”.
Según su relato, además de la diferencia económica, la experiencia médica es mucho más directa. “En Centroamérica tienen mejor trato con los pacientes. Entras en una oficina, la recepción está ahí mismo, y la segunda persona que ves es el médico”, señaló.
Incluso los tratamientos odontológicos son más accesibles. “Cuando estoy allá, me hago una limpieza dental cada seis meses. Me cuesta unos US$65 por visita. En contraste, cuando iba a mi dentista local en Washington, me costaba entre US$800 y US$900”, comparó.
Una tendencia que crece entre los jubilados estadounidenses
Podmore asegura que su elección no es un caso aislado. “Si piensas en el concepto de snowbirds, tenemos una enorme afluencia de personas de cincuenta años que deciden jubilarse temprano y se mudan al sur para tener acceso inmediato a servicios médicos y medicamentos”, explicó.
Para él, esta nación centroamericana representa una extensión natural de esa tendencia. “Acabo de llevar ese concepto a un país más, que es el siguiente después de México, y ese es Guatemala”, afirmó.