Una amistad insólita entre un pato y un chancho asombró a los usuarios de las redes sociales. La historia tiene lugar en Ontario, Canadá, donde un hombre llamado Kirsten Duggan comanda un refugio de cerdos que fueron rescatados de situaciones apremiantes.
El origen de la llegada del pato se dio cuando Kirsten recibió un llamado a su refugio para que se pueda hacer cargo de este animal, quien estaba abandonado en las afueras de Canadá. Según explica el sitio The Dodo, el hombre dudó por un momento: no sabía cuál podía ser la reacción de la manada de cerdos que tenía a cargo.
Al nunca tener ningún pato, no sabía qué hacer, pero se animó a darle una oportunidad. Apenas llegado al refugio, Charlie -el nombre del animal- entabló una química con Pebbles, un chancho del lugar con el que construyó un vínculo más que particular.
“Corren el uno al otro. Siempre que salen, están juntos”, explicó Duggan al portal The Dodo donde se viralizó esta historia. “Ahora me siento muy cómodo con el pato y el cerdo, pero al principio siempre estaba observando”, agregó el hombre, quien, al principio, merodeaba la zona por si existía algún conflicto entre los animales.
Tras conocerse y aceptarse el uno al otro, Charlie y Pebbles pasan, aproximadamente, una hora al día recostados juntos. Con su pico, el pato se encarga de higienizar a su compañero, quien inclina su cabeza hacia él en señal de confianza.
“Son inseparables. Es una relación única. Simplemente, se aman”, dijo Duggan sobre esta unión inesperada entre sus dos animales. Una extrañeza más del caso: Charlie solamente entabló una relación con Pebbles, ya que con el resto de los cerdos apenas cruza miradas, sin siquiera acercarse.
Pebbles llegó en 2021 al refugio tras ser rescatada de un matadero, donde vivía encerrada en un establo sucio, sin ver la luz del día, en condiciones inviables. Además, su alimentación no era la adecuada y, en perjuicio de ello, sufrió una ceguera temporal por un exceso de grasa.
Desde su llegada al lugar, mejoró notablemente su salud al adelgazar unos kilos gracias a una dieta equilibrada. “Hasta ahora, no he visto ningún problema de salud, así que tengo mucha suerte. Y ella está mucho más feliz”, se sinceró el dueño del lugar.
El refugio Sweet Acres abrió hace diez años con la esperanza de mejorarle la vida a los animales que están a la intemperie, abandonados o quienes, en el caso de Pebbles, vivían en condiciones deplorables que atentaban contra su salud.