Reseña: Los vulnerables, de Sigrid Nunez

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En un pasaje de Los vulnerables, Sigrid Nunez (Nueva York, 1951) cifra el sentido de su propia novela en una frase del cineasta iraní Abbas Kiarostami: “El tiempo de Sherezade y el Rey –el tiempo de los cuentos– ha terminado”. Precisamente, en Los vulnerables el relato ficcional se presenta como una estructura más bien dispersiva, en la que se entretejen reflexiones, referencias a otros autores y cierta toma de posición sobre el estatuto actual de la literatura. Por caso, la narradora (una escritora neoyorquina de mediana edad, evidente álter ego de la autora) sentencia: “Tal vez lo que se necesita en nuestros tiempos oscuros y contrarios a la verdad, con toda nuestra flagrante hipocresía y el creciente uso del relato como medio para distorsionar y oscurecer la realidad, sea una literatura de historia personal y reflexión: directa, auténtica, escrupulosa con los hechos”.

En Los vulnerables, parte de esos hechos tiene que ver con la pandemia de Covid-19, el confinamiento que suscitó y la repentina fragilidad en que sumió a prácticamente toda la humanidad. En ese contexto –y en medio de una Nueva York recluida puertas adentro– una mujer recibe el pedido de hacerse cargo del guacamayo de una conocida. Mientras cuida a la exótica mascota, conoce a un joven estudiante que por momentos le genera tanta extrañeza como el ave tropical. De a poco se irán enlazando las respectivas vulnerabilidades –el animal fuera de su hábitat, los humanos profunda y entrañablemente neuróticos– y surgirá la posibilidad de establecer vínculos, aun por fuera del habitual imperio de las palabras.

Algunas de las inquietudes presentes en Los vulnerables ya estaban en El amigo, libro por el que Nunez obtuvo en 2018 el National Book Award: el deseo horadado por la proximidad de la vejez, la contradictoria esencia de lo humano, el enigma al que nos arroja el mundo natural, el abismo entre generaciones. Y la pregunta por el lugar de la escritura, cuestión que en Los vulnerables adquiere un lugar más notorio.

La novela abre con una frase del libro Los años, de Virginia Woolf: “Era una primavera vacilante”. Cierto que en la primavera de 2020 comienza el confinamiento que afecta a los personajes, pero la cita va más allá de la trama ficcional. Una vez avanzado el relato, la narradora retoma la cita de Woolf, discurre sobre la “novela-ensayo” que la escritora inglesa intentó prefigurar y establece una serie de asociaciones que llega hasta los franceses Georges Perec y Annie Ernaux. Convencida de que no es posible reflexionar sobre la vida “sin reflexionar también sobre la escritura”, Nunez traduce en sus criaturas las tribulaciones contemporáneas, mientras traza las huellas de una tradición textual en la que reconocerse y, quizá, cobijarse.

Los vulnerables

Por Sigrid Nunez

Anagrama. Trad.: Mercedes Cebrián

208 páginas, $ 26.000

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