En el término de pocos años, las letras francesas han sacudido a los lectores con testimonios acerca de un perjuicio recurrente: la violación de menores y el incesto. Acaba de aparecer –por ejemplo– Respect, de la actriz Anouk Grinberg, hoy de 63 años, sometida sexualmente a la edad de siete años (y luego, dicho sea de paso, maltratada por el realizador Bertrand Blier). Camille Kouchner, por su parte, había acusado a su padrastro, el politólogo Olivier Duhamel, de haber abusado de su hermano gemelo en la pubertad, en La familia grande, de 2021; en su nuevo libro, Immortelles, su primera novela, a propósito de quien sufre esas vejaciones, habla del “perdón imposible”.
Este es, precisamente, uno de los temas dominantes de Triste tigre, acaso el más complejo de todos estos testimonios, texto con el que en 2023 se dio a conocer Neige Sinno (Vars, 1977), una escritora que, justamente, menciona a Kouchner y se ha convertido en insoslayable referente literario y antropológico, incluso jurídico a la hora de las consecuencias, pero, sobre todo, vibrante y humano desde el punto de vista confidencial.
La peripecia que narra Sinno, autora de relatos y ensayos nacida hace 48 años en un pueblo de los Altos Alpes franceses, no se reduce al sometimiento; abusada entre los nueve años (o los siete, no lo recuerda bien) y los catorce por su padrastro, guardó el secreto durante años: denunció a su agresor, que fue condenado, y enfrentó las consecuencias sociales vergonzantes en su pueblo. Emigró y rehízo su vida con su compañero y su hija en México, donde vive desde hace 18 años.
En el testimonio de Sinno sobrevuela un escepticismo lúcido que conmueve, sobre todo cuando confiesa su sentimiento de contradicción: escribir un libro sobre lo que no se puede explicar ni entender. Ni enmendar: no cree en la resiliencia. “Un hecho se vuelve real cuando se puede retomar a través del lenguaje”, dice, y cuando narra sin inhibiciones los humillantes medios con que su agresor intentaba sodomizarla, ese hecho de lenguaje se vuelve lacerante.
En el intento de “explicar” a la distancia algún rasgo de esas prácticas perversas, se instala en la perspectiva del agresor y razona como él. Alcanza a advertir que rige una “voluntad de control, una dominación” más que deseo sexual y, sobre todo, la tentación de destruir la inocencia. Y sobreviene la imagen del tigre de William Blake, “un depredador, un animal espantosamente bello, ardiente y destructor”.
Al cerrar el libro, que ha transitado alternadamente por varias dimensiones, al lector le costará reinsertarse en su entorno habitual (digamos, normal), después de haberse dejado sumergir en las aguas turbulentas de este texto impiadoso, solitario y visceral.
Triste tigre
Por Neige Sinno
Anagrama. Trad.: N. Sinno
247 páginas, $ 25.900