Revolución naturalista: Las plantas que prosperan con poca agua y marcan tendencia en los jardines modernos

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A partir del cambio climático, los elevados costos de mantenimiento y una mayor conciencia ecológica, las nuevas tendencias en jardinería apuntan hacia jardines de estilo naturalista, fundamentalmente cuando no se desea consumir más agua que la imprescindible o no se cuenta con ella (xeriscape). Así, es cada vez más frecuente el uso de praderas, plantación multicapa, plantas nativas propias de ecosistemas secos que crecen naturalmente en cada región y la incorporación de exóticas resistentes, propias de climas mediterráneos.

Las hojas cubiertas de pelos son una transformación ante la pérdida de humedad

A esto se suma el uso de sustratos con escasa proporción de compost, con más arena gruesa y piedras pequeñas. Todo esto va modificando los paisajes creados de manera tal que se funden naturalmente con el entorno y posibilitan aumentar la biodiversidad en espacios que ya no tienen como única premisa promover logros estéticos.

Las hojas de gramíneas se acartuchan para reducir la evaporación. Las espinas y hojas coriáceas y pequeñas también son adaptaciones al clima extremo

Adaptación al medio

Con el transcurrir de los siglos, las plantas mostraron progresivos cambios evolutivos para adaptarse a un mundo también cambiante. Las especies que lograron adaptarse prosperaron, en tanto se produjo la desaparición natural de aquellas que no pudieron hacerlo.

Las condiciones más extremas en cuanto a exposición solar y escasez de lluvias estuvieron dadas en los desiertos. Sin llegar a ese extremo, hay numerosos lugares donde el sol castiga duramente, y las plantas han desarrollado diferentes mecanismos de supervivencia:

  • Suculencia. Se da en las plantas que almacenan el agua en sus carnosas hojas, tallos o raíces.
  • Tolerancia a la sequía o letargo por sequía. Se refiere a la capacidad de ciertas plantas para soportar la deshidratación sin secarse. Las que poseen esa condición pierden sus hojas durante los períodos de sequía (para conservar el agua en los tallos) y entran en un profundo letargo.
  • Evasión de la sequía. La mayoría de las especies anuales de los desiertos germinan después de una lluvia de al menos 30 mm y, en corto tiempo, florecen y fructifican, asegurándose así la supervivencia.

Las semillas caen y quedan en el suelo a la espera de las lluvias, que pueden demorar algunos años. En ese momento no todas germinan, muchas se mantienen latentes como reserva

En nuestro país

La Argentina, con su gran extensión, brinda una clara muestra de la diversidad que puede desarrollarse según las condiciones de altitud, suelo o climas, con marcadas diferencias observables en las ecorregiones, en varias de las cuales crece vegetación adaptada a la gran insolación y las lluvias escasas.

Teucrium fruticans, un arbusto nativo resistente al sol y la falta de agua y Heteropterys glabra, una trepadora nativa, igualmente resistente y atractiva para polinizadores

Esto ocurre principalmente en las provincias del noroeste, zona central y pampa seca, donde –sin llegar al extremo de los desiertos– sufrieron también progresiva adaptación, incorporando características particulares.

Algunas son:

  • Tallos carnosos, piel gruesa e impermeable y modificación de las hojas hasta convertirlas en espinas, apreciable en los cactus. El grueso tallo permite la acumulación de agua, su piel impide la pérdida de humedad, la falta de hojas evita la evaporación y las espinas sombrean el tronco y lo refrescan, además de constituir su defensa ante los predadores.

Los tallos carnosos, piel gruesa e impermeable y modificación de las hojas hasta convertirlas en espinas, son adaptaciones de las especies ante la falta de agua y el exceso de calor

  • Hojas muy carnosas, con piel fuerte y poco permeable. Es el caso de las plantas suculentas, que tienen capacidad para llenar sus hojas de agua y reservarla para utilizar en épocas de sequía.
  • Piel cubierta de pelillos que cumplen la doble función de retener entre sí una capa de aire que mantiene la planta más fresca y dificultar la evaporación y consecuente pérdida de humedad. Dichos pelos les confieren un característico color gris, que será inequívoco indicador de que la planta es tolerante al calor y a la escasez de agua.

Verbascum thapus y Echinops ritro, dos herbáceas perennes resistentes a los climas desérticos

  • Follaje con hojas pequeñas, duras, coriáceas, con presencia de pelillos en árboles y arbustos. Matas bajas, compactas.
  • Otro recurso utilizado por las gramíneas, tanto ornamentales como de uso agrícola, consiste en plegar, “acartuchar” las hojas durante las horas de mayor intensidad solar para reducir la evapotranspiración.
  • Desarrollo de sistemas radiculares muy extensos que pueden cubrir un área del doble del diámetro que alcanzan sus ramas. O raíz pivotante, con importante eje central que explora el suelo a gran profundidad en busca de humedad.

Ejemplos de plantas tolerantes

Árboles: Todos los nativos de las ecorregiones con escasos recursos hídricos se adaptarán también a zonas cercanas. Los algarrobos y otros ejemplares del género Prosopis, entre ellos: caldén (Prosopis caldenia), espinillos (Vachellia caven), tala (Celtis ehrenbergiana), talilla (Lycium cestroides), cina cina (Parkinsonia aculeata), chañar (Geoffroea decorticans), sen de campo (Senna corymbosa) y también los olivos (Olea europaea), entre los exóticos.

Vachellia caven o espinillo y Senna corymbosa, dos árboles que se adaptan bien a la escasez de agua

Arbustos nativos: Como barba de chivo (Erythrostemon gilliesii, antes Caesalpinia gilliesii), cedrón de monte (Aloysia gratissima), piquillín (Condalia microphylla), duraznillo negro (Cestrum parqui), diferentes carquejas (género Baccharis). Algunos de los exóticos: perovskias, romero (Salvia rosmarinus), teucriums, laurel de jardín (Nerium oleander), cenizo (Leucophyllum frutescens).

Heteropterys glabra y Mandevilla laxa, dos trepadoras aptas para pasar temporadas con poco riego

Trepadoras: Nativas muy resistentes que pueden crecer acompañando árboles y arbustos, incorporan colorido y ofrecen también alimento a la fauna, como sacha huasca (Dolichandra cynanchoides), mariposita (Heteropterys glabra), tasi (Araujia sericifera), diferentes Passiflora, Mandevilla o Aristolochia.

Herbáceas perennes: En muchas de las que requieren lugares soleados se cumplen algunas de las condiciones antes descriptas, como: Lychnis, Echinops ritro, Nepeta, numerosas salvias, Verbena bonariensis, Eryngium nativos o exóticos, echináceas, achilleas, bulbines, diferentes Verbascum, las nativas Salvia uliginosa o Petunia axillaris, Convolvulus, Gazania o Cerastium.

Herbáceas como Echinacea purpurea y Convolvulus cneorum sobreviven a los climas hostiles

Presentan hojas pequeñas, suculentas o cubiertas de pelillos. Otras resisten por la capacidad de acumular agua en sus gruesas raíces, como los agapantos y hemerocalis. O los bulbos que se mantienen inactivos bajo tierra durante los meses de temperaturas extremas, y numerosas gramíneas nativas y exóticas adaptadas.

Un jardín que abraza la casa, la atraviesa y hasta se sube al techo

Cactus y suculentas: En canteros puros o mixtos, integrados con otras plantas, son también cada vez más utilizados.

Plantas anuales: Son fundamentales por los servicios ecosistémicos que brindan, y hay también muchas resistentes como: Cosmos bipinnatus y Cosmos sulphureus, Zinnia, Daucus, Alyssum.

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