En tres días, River perdió tantos partidos (dos) como en los 39 anteriores que disputó en este año. Contra Palmeiras fallaron los titulares y frente a Atlético Tucumán se llevaron una baja nota los elegidos para el recambio. Una alargada sombra se proyectó sobre esta semana de River. Está claro que esta pérdida del invicto en el Clausura es mucho menos dolorosa que la de la Copa Libertadores por las distintas circunstancias de ambas competencias, pero igual River no puede desligarse ni subestimar la pobre imagen que dejó su paso por Tucumán. Otra vez con errores defensivos por respuestas tardías, con escaso peso futbolístico en el medio campo y huérfano de profundidad en ataque, con Miguel Borja en uno de esos partidos en los que parece ausentarse, hacerse invisible.
“No estuvimos bien ni individual ni colectivamente. Fue un partido incómodo para nosotros”, reconoció Marcelo Gallardo. Las presunciones sobre las presencias de varios juveniles en la formación titular quedaron reducidas a un único nombre, el del volante central Agustín de la Cuesta, debutante con 19 años. Un zurdo ágil, con más aptitudes para girar y perfilarse en la conducción de la pelota que contundente en la marca. El resto de los elegidos por Gallardo fueron los que habitualmente forman parte del recambio, todos ya con recorrido y curtidos. De ellos, se podría especular con que Galoppo -ausente en la ida frente a Palmeiras por suspensión-, Quintero -fundamental en la reacción del segundo tiempo frente al equipo paulista- y Colidio -el desgarro de Driussi le abre un hueco- tienen posibilidades de estar desde el arranque el próximo miércoles.
Lo más destacado de Atlético Tucumán 2 – River 0
Con otros nombres y esquema en Tucumán, River volvió a entrar tarde al partido, como le ocurrió días atrás en el Monumental. Distraído y desconectado. Cuando quiso darse cuenta ya perdía 1-0, a causa de un déficit que tampoco es nuevo: el juego aéreo. El zaguero paraguayo Ferreira aprovechó una mala salida de Ledesma en un córner para poner de cabeza el 1-0. Cuando la pelota toma altura y cae sobre su área, River sufre como si fuera un penal. Unos minutos antes, otros dos cabezazos en el área derivaron en la definición de Leandro Díaz, que no fue convalidada por el VAR por un milimétrico off-side. En los primeros 20 minutos, el Decano se impuso por arriba en los cuatro córners.
Con la pelota al piso, a River también le costó organizarse para ir a buscar el empate. Intentó con el juego interno a través de las asociaciones entre Quintero y Galoppo, con Colidio retrasándose para aceitar la circulación. Atlético, entonado con el 1-0, se hizo fuerte, presionó de manera coordinada y cortó con foul cuando era necesario.
El partido le demandaba a River una intensidad e inventiva que ofrecía en dosis homeopáticas. Quintero frotó la lámpara en una asistencia con su sello, un pase para el pique al vacío de Galoppo, que cruzó el centro atrás el remate desviado de Galarza, de frente al arco.
Ledesma se redimía de su error en el gol con atajadas en contraataques de Leandro Díaz y Bajamich, tras pérdidas de River que lo dejaban descompensado.
El juego del equipo de Gallardo era espeso, apagado, sin nervio competitivo. Iba por el partido proponiendo muy poco, ante un rival siempre mucho más concentrado y metido. En River no había quién cambiara el rumbo. Desarticulado desde lo colectivo, individualmente ninguno se puso el equipo al hombro. Más que aprovechar los minutos, River los dejaba pasar sin resolver ninguno de los problemas, que empezaban por la desventaja en el resultado y seguían por las dificultades para imponerse en algún sector del campo.
Atlético Tucumán estaba firme atrás, tenía presencia en el medio con Adrián Sánchez y Kevin Ortiz, y adelante contaba con dos toros en Leandro Díaz y Bajamich. Apenas otro disparo desviado de Galarza como aproximación ofensiva en el primer tiempo.
Gallardo esperó hasta pasados los 15 minutos del segundo para hacer cambios. Debutó el volante ofensivo Thiago Acosta (20 años) e ingresaron otros tres juveniles con más minutos en primera (Lencina, Dadín y Juan Cruz Meza). No hubo mejoría, el equipo no podía contra un Atlético Tucumán impetuoso y enérgico para cortar los circuitos de juego. Y atento a responder con algún contraataque. O con otro córner que por muy poco no le dio el 2-0 con un cabezazo en el primer palo.
Boselli llegó tarde al cruce de Améndola y cometió penal. El zaguero uruguayo suele caer en esos despistes. El “Loco” Díaz puso el 2-0 con un remate fuerte al medio, demasiado para este River débil y desanimado.