Goles de delanteros para el triunfo de River. Uno, de su atacante más fiable y mejores condiciones técnicas, Facundo Colidio. Otro, de quien en su debut demostró la misma decisión que tuvo para irse de Racing, atraído por la propuesta de River, Maxi Salas, en posición de N°9 por la baja de Driussi. Y un último gol de quien hace tiempo supo ser una garantía frente al arco y ahora anda por la calle de la melancolía, Miguel Borja. Fue 3-1 frente a Platense, su verdugo en el torneo pasado y al que tuvo la hidalguía de recibir con un pasillo para saludarlo como campeón vigente.
Una victoria muy necesaria para River, tanto como el empuje y la vitalidad que contagió Maxi Salas para sacudir el status quo que venía transmitiendo el equipo, que se fue del Mundial de Clubes sin convertir en los últimos dos encuentros. Llevó la N° 7 y festejó su tanto como Marcelo Salas, el chileno que dejó un recuerdo imborrable. De entrada quiso ganarse el afecto del hincha con sacrificio y positivas intervenciones con la pelota.
El Mundial de Clubes no pasó en vano para Gallardo, que volvió con la convicción de que debía poner en marcha algo que por ahora es un reacomodamiento del plantel y de la formación, y que seguramente a medida que avance el semestre derivará en una transformación más profunda entre los que se están yendo y los que irán llegando. La primera puesta en escena después de la derrota con eliminación ante Inter de Milán apuntó a rebajar el alto promedio de edad.
Ingresaron los juveniles Subiabre y Lencina, que fueron titulares por segunda vez. River necesita reconectar con sus raíces ante una hinchada un tanto desencantada, y un guiño hacia las divisiones inferiores suele tener buena receptividad. Subiabre, zurdo, se ubicó de wing derecho, y Lencina, de interior por la izquierda, en un 4-3-3 en el que el primero en destacarse fue uno de los pocos aprobados en los Estados Unidos: Facundo Colidio. El delantero, que está en conversaciones para renovar el contrato que vence a fin de año, no tardó en encontrar grietas en la línea de cinco que plantó el Kily González. Condujo hacia adentro, entre Saborido y Goñi, para sacar un derechazo cruzado. Paulo Díaz había tenido una participación importante al internarse en campo rival para filtrar un pase profundo. River tenía un comienzo auspicioso, se ponía en ventaja a los seis minutos.
Platense mantiene la base que le dio el título, por ahora no emigraron los futbolistas a los que supuestamente les iban a llegar buenas propuestas económicas. Lo que cambió es la disposición táctica, no utiliza el 4-4-2 de la dupla Orsi-Gómez. Se plantó con un 5-3-2, en el que Mainero se ubicó más cerrado, cerca de Picco, que no tuvo a Herrera en el doble pivote que fue un sello distintivo del campeón.
Arrancó nervioso Subiabre, con muchas pérdidas de pelota. Enzo Pérez no conseguía hacerse dueño de su zona y los laterales Montiel y Acuña subían poco. La mayor tenencia de River era pastosa, con poca fluidez. El derroche de energía era patrimonio de Salas, tanto para conectarse con sus rivales como para molestar la salida rival. De a poco, Platense se fue acomodando, empezó a aprovechar las lagunas de River. Armani había tenido que intervenir ante un remate de Martínez y un cabezazo de Orsini.
Y Platense castigó la pasividad local, que no llegaba ni pateaba al arco. Falto de presión, River dejó que Mainero despachara con toda comodidad un centro que Ronaldo Martínez, un excelente cabeceador sin llegar al 1,80m de altura, conectó al ganarle en el salto a Paulo Díaz. El empate era todo un toque de atención para la posesión adormecida de River, que tenía más la pelota sin sacarle el debido provecho.
Le faltaba conectar más y mejor a River, muchas veces apurado o tentado con ganar metros con pelotazos desde atrás. Su rendimiento no permitía aventurar la gran jugada que trenzó para el 2-1. Entre Subiabre, Castaño, Lencina, Salas y Colidio armaron una jugada a un toque, alternando descargas y profundidad. La rúbrica la puso Salas echándole todo su cuerpo a esa pelota que le quedó frente al arco. Con el delantero al filo del off-side, el VAR deliberó durante algunos minutos para convalidar el 2-1.
River salía con un golazo de los problemas en los que se había metido. Y también era un canto a la eficacia, ya que conseguía dos goles con tres remates al arco (el otro fue uno de Salas que salió desviado). Antes del final de la primera etapa casi consigue el tercer gol con un cuarto remate, pero Subiabre eligió un lujo –picar la pelota- que quedó en el pecho de Cozzani. Colidio había vuelto a ser incisivo con la asistencia al espacio para el juvenil.
Platense modificó el esquema (pasó a un 4-4-2) para el segundo período con el ingreso de Portillo por Goñi. River siguió con las intermitencias. Por cada movimiento interesante que insinuaba se complicaba con la peligrosa tendencia a estirarse y ofrecer espacios que Platense agradecía para buscar el empate. Paulo Díaz evitó el 2-2 al interponer su torso en una definición de Mainero. Zapiola inquietó con un remate de media distancia.
Gallardo puso piernas frescas con Pity Martínez –dos pérdidas generaron contraataques de Platense, pero luego dio el pase profundo para el 3 a 1- y el debut del media-punta Juan Meza, de 17 años, hermano de Maximiliano. Platense se condicionó con la expulsión de Portillo, que le dio un codazo a Montiel. El camino al triunfo se allanó y se hizo más resplandeciente con la definición de Borja.