Roberto Funes Ugarte tiene una vida de película. Nació y creció en Mendoza, su papá los abandonó cuando él tenía 8 años y su mamá tuvo que salir a trabajar. “De tener una vida cómoda pasamos a no poder pagar los servicios, a veces”, dice. De familia tradicional, es tataranieto del Perito Moreno y pariente de Deán Funes. Por sugerencia de una amiga se mudó a Buenos Aires, estudio periodismo y trabajó cuidando chicos, como repartidor de pizzas, como doble de pie de Julio Bocca y como asistente en Jefatura de Gabinete de la Casa Rosada durante la presidencia de Carlos Menem. Entró a la televisión como bailarín de Movete con Georgina hasta que pidió una oportunidad para hacer notas, y se la dieron. La aprovechó tan bien que no paró. Hoy conduce Miralo bien, los sábados y domingos de 10 a 13 en LN+ y hace los móviles de A la Barbarrosa (Telefe); y sueña con reflotar el viejo éxito de Roberto Galán: Yo me quiero casar, ¿y Usted? De todo esto habló con LA NACION, a quien recibió en la Quinta La Porteña, de su amiga Ernestina Anchorena. Relajado y dispuesto a la charla contó sobre su gran amor por lo perros -convive con 10 rescatados- y también de la nueva casa que compró en Martínez, que está reformando “a piacere”.
-¿Casa nueva, vida nueva?
-Sí, totalmente. Estoy viviendo en obra y es un caos; todavía me quedan unos cuantos meses. Me mudé a un lugar con más espacio para mis diez perros, que son lo más importante en mi vida, además de mi madre y mi trabajo… Y mis amigas y amigos. Amo a mis perros. Y en estas últimas semanas se sumó un gato que da vueltas por ahí; estoy con un trampero para poder agarrarlo, llevarlo a castrar, que lo vacunen y todo eso.
-Sos un rescatista…
-Algo así. El only one, como le digo, es como mi alter ego; se llama Funes, que es un salchicha arlequín, con un ojo turquesa y otro negro; lo tengo hace 12 años. Después está el Binx, que tengo hace diez años y es un perro salchicha también a quien la exdueña golpeaba tanto que le había quebrado las patas y lo rescaté gracias a un veterinario que me avisó. Después hay tres que encontré en un terreno baldío: la Rubia, la Morocha y la Mu, porque una es rubia, otra negra, y la Mu tiene pintas como de vaca. No, no son muy sofisticados los nombres [risas]. Después tengo al Bimbo, que se parece al del pan y lo encontré cuando estaba cruzando la Panamericana, frené y dije: “O el perro, o yo, o la camioneta”. Y zafamos los tres. También está la Borita, que la encontré en un charco tomando agua en Mendoza y me la traje; y el Pelos, que es un perro que un vecino lo tenía dando vueltas por ahí, se afincó en casa y se quedó. A la Pipa la encontré en La Salada cuando fui a hacer una nota; estaba descaderada buscando a sus cachorros, dormía en la intemperie, la echaban de los puestos y me la traje. Y la última que rescaté es la Teresa, que la encontré volviendo de la Virgen de Luján, porque soy devoto y había ido a cumplir una promesa; venía por la autopista del Buen Ayre, la vi y entendí que si yo no la levantaba, se moría. He dado muchos perros en adopción. Los que están en casa son los que fueron quedando. Todos rescatados y zafados del maltrato y el deterioro. Natalia Baquela me ayuda siempre a rescatar perros y darlos en adopción; ella maneja una red buenísima. Nos enteramos que hay un perro, vamos y lo rescatamos…
-Son como Batman y Robin de las mascotas…
-Robin y Gatúbela [risas]. Si hay alguien que está necesitando un tránsito, me los traen o los busco. Pero ya no puedo tener más porque no hay lugar.
-¿Siempre fuiste así de loco por los perros?
-Siempre. Cuando era chico teníamos dos ovejeros alemanes, y mi padre los llevaba a las exposiciones en el Kennel Club. Bingo y Fox se llamaban. Y de ahí en adelante siempre tuvimos perros en casa. Perros, conejos, zorros, loros, gatos. Mi vida es con los animales. Te entendés mejor con ellos que con la gente.
-¿Qué esperás de esta nueva vida en la flamante casa?
-Estoy en un momento bárbaro de mi vida, más asentado, más tranquilo, con muchas ganas de hacer lo que tengo ganas y es conducir Yo me quiero casar ¿y usted? Hace seis años que estoy detrás de eso, hablé con Florencia Galán, la hija de Roberto, y con Diego Guebel, a quien le pedí que lo produzca. Estoy esperando que dé el “ok” y arrancamos. Para hacerlo en Telefe, claro.
-¡Vas a ser el nuevo Roberto Galán!
-Claro, porque soy un buen Celestino. Las chicas de Cocoon, como las llamo, son el público que me sigue y quiero ser el celestino de ellas. Ahora también se amplió el espectro con Gran hermano. Me quieren todos: las paquetonas, la gente más sencilla, el alfarero, el obrero, el peón del campo, el colectivero, los chicos…
Sus inicios
-¿Cómo fue tu infancia?
-Vengo de una familia patricia mendocina. Tuvimos un muy buen pasar hasta que mis padres se separaron y después ya no lo tuvimos más. Esa fue la realidad. Por el lado de mi abuela, soy tataranieto del Perito Moreno… Y tengo un parentesco con Deán Funes por parte de su hermano Saturnino y de Clara Funes de Roca también. Teníamos todo ese glamour, colegio privado, mi papá jugaba al polo, esquiábamos… Y cuando se separaron empezamos de nuevo y me cambiaron a un colegio del Estado. Mi mamá tuvo que salir a trabajar y durante muchos años fue técnica anestesista en un hospital de niños con enfermedades terminales. Sé perfectamente qué es estar en una muy buena posición económica y después no tener un centavo ni para viajar en colectivo, así que eso no me amedrenta.
-Después del abandono de tu papá, ¿alguna vez lo volviste a ver?
-Sí, nos abandonó cuando yo tenía 8 años, pero no siento que haya sufrido abandono porque mi mamá hizo un laburo excepcional. Y ni me di cuenta. Éramos hijos de padres separados, pero no era un peso. Un día se fue y no supimos más de él hasta el día de su muerte. Con el tiempo nos enteramos que estaba en Buenos Aires, que había formado otra familia. Volví a verlo pocas horas antes de su muerte. Yo estaba en México, justo había viajado a la Argentina para hacer unos papeles y me avisaron que mi papá estaba mal. Mis hermanos Valentín y Gastón habían tenido contacto con él un año o dos años antes de que muriese, lo encontraron en la calle, en Mendoza, y quedaron estupefactos. Como yo vivía afuera no me contaron nada. Fui a verlo al hospital, en su lecho de muerte.
-Lo que contás es muy fuerte…
-Volver a verlo me sirvió para darme cuenta que fue un hombre que había sufrido mucho. No pudo ser mejor.
-Hablás poco de tu vida privada, ¿te enamoraste muchas veces?
-No, nunca me flecharon. Mi libido está puesta en cumplir mis metas.
De Mendoza a Buenos Aires…
-¿Te mudaste desde Mendoza con la idea de estudiar periodismo?
-Una muy amiga mía, Marina Walker, que hoy forma parte de la comisión de los premios Pulitzer, un día me dijo: “Pero vos, ¿qué hacés acá?” Y me impulsó para que viniera a Buenos Aires. Por familia y tradición iba a seguir la carrera de abogacía y después diplomacia porque uno de mis tíos era diplomático. La verdad es que no quería tanto hacer eso, pero siempre fui muy respetuoso de los mandatos familiares. Soy de una familia muy conservadora, con muchos principios, pero sin prejuicios.
-Entonces…
-Nunca me imaginé trabajar en un noticiero, ni se me ocurría. Me gustaba escribir y pensé que iba a hacer periodismo gráfico; estudié en la UCA. El primer mes en Buenos Aires viví en la casa de mi tía Eleonora, y estaba con mis primos que eran como mis hermanos más chicos. Y después me fui a una residencia de estudiantes, en la calle Independencia y Entre Ríos, y ahí viví un año. Luego me mudé a un departamentito chiquito, luego a otro un poquito más grande. Y hoy tengo mi casa.
-Trabajaste en la Casa Rosada durante la presidencia de Carlos Menem, ¿te lo cruzaste muchas veces?
-Lo vi un par de veces y él se acordaba porque yo hablaba con acento mendocino. Decía: “Este es el chico de las aceitunas”. Repetía que las aceitunas riojanas son mejores que las mendocinas. Trabajaba en la Jefatura de Gabinete de Eduardo Bauzá; era un pinche.
-¿Cómo se te dio entrar a trabajar en la tele?
-Yo veía mucho noticiero y me encantaba cómo contaban las historias. Mi primer trabajo en televisión fue en América, con Georgina. Era uno de sus bailarines. Y un día le pedí a su productora, Rosita Sueiro, que me dejara hacer notas. Y Juan Emilio Guidobono, que es un gran amigo mío y el que inventó las T’Nellys, le dijo que me mandara a hacer una nota. Y así arranqué. Mi primera nota fue a Shakira y Antonito De La Rua, en el campo de polo. Me mandaron con un antifaz de El Zorro porque cómo “el chico que baila” va a hacer notas… Esos prejuicios que hay.
-Y dejaste de bailar…
-Sí. Yo no soy bailarín, pero sí tomé muchas clases de jazz, clásico y hago gimnasia deportiva. Y durante mucho tiempo hice animación de fiestas y casamientos.
-Y fuiste doble de pie de Julio Bocca, ¿cómo es ese cuento?
-Estaba en una agencia de publicidad que se llamaba Elencos y buscaban siempre manos y pies… Un día me llamaron para hacer una publicidad y yo estaba chocho… Pero era para hacer de doble del pie de Julio Bocca. Era una publicidad de un yogur. Él ya sabe que le hice el doble y se ríe. Querían un pie con mucho empeine y el mío viene de fábrica aunque tomé muchas clases de baile con Manuel Vallejo, un gran maestro formador de bailarines. Mientras yo estudiaba en la facultad, mi sueño también era hacer comedia musical. Ahora hay algunas propuestas dando vueltas…
-¿Vas a hacer una comedia musical?
-Hay algo por ahí y también para hacer un unipersonal y una obra de teatro que es El diario de Adán y Eva. Lino Patalano siempre me decía que me animara a subir a un escenario porque soy muy histriónico. Quería hacer Funes Cabaret. Pero soy de los que se forman porque no me interesa disfrazarme y subirme a un escenario.
-¡Pero vos te animás a todo! Le hacés notas a Máxima de Holanda, te metés en alcantarillas…. hasta has vivido situaciones muy tensas en móviles.
-Soy todo terreno [risas]. Me metí en una alcantarilla para una sección en el noticiero de Telefe que se llama “Contratado por un día”. Nunca se imaginaron que iba a ser un hitazo; es lo más visto de YouTube de Telefe. Y ahora lo voy a hacer de nuevo para Flow. Soy ordenado, por eso puedo hacer varias cosas y no me arrepiento de nada. No me arrepiento de no haber tenido para pagar la luz, el gas y el teléfono que me cortaban porque no me alcanzaba la guita. No me arrepiento de haber bailado en la tele, de haber cometido errores. Siempre lo hice con disciplina. Tengo un ofrecimiento para ir a España a trabajar. De hecho, soy corresponsal para un programa que se llama Ahora Sonsoles, con Sonsoles Onega, que es el más visto de España. Y me dice: “Pues tío, ¿cuándo te vienes?”. Por las dudas, ya empecé el trámite de la ciudadanía española.
-Pero apostás al país…
-Sí, claro. No entiendo a la gente que quiere que le vaya mal a Milei, porque si le va bien a él, nos va bien a todos. Y, además, la Argentina se merece que le vaya bien. Hemos sido un país muy castigado, muy denigrado, mal visto a nivel mundial y no nos merecemos el haber vivido todos estos años de indignidad. Porque hemos vivido de una manera indigna los argentinos.
Entre Milei y Cristina
-¿Tenés una relación de amistad con el Presidente?
-Lo conozco desde hace mucho tiempo… Lo llamabas por teléfono y venía a hacerte la segunda como panelista. No somos amigos, pero si le escribo me responde enseguida. Soy de los que cree que hay que apoyar al gobierno que esté. Es horrible la grieta en las familias, en grupos de amigos.
-También tenías una buena relación con Cristina Kirchner…
-Yo le caía bien a Cristina porque no soy un tipo de dar golpes bajos. Le divertía mi personaje, cómo me vestía, lo que decía. Y además también le divertía que yo fuese tataranieto del Perito Moreno porque ella admira al Perito.
-¿Militás en algún partido?
-Soy absolutamente de derecha y no milito en ningún partido porque recorro la calle, la conozco de pe a pa. Me pasó de todo. Me fui a vivir a España y dormí en una plaza con mis valijas esperando que me abriesen el hostel porque había mandado la guita y no tenía más. Así que no me van a contar nada. Piensan que soy un concheto y que no sé qué y es verdad… [risas].
-Decías que odiás la grieta, ¿te has peleado con familiares o amigos?
-Peleado no, pero me he dejado de hablar. No soy belicoso ni me gusta el conflicto, pero si me buscás me encontrarás. Te bloqueo y listo. He tenido conflictos con compañeros de trabajo, también.
Una experiencia “horrible”
-Volviendo a tus viajes, también viviste en Miami, ¿cómo fue esa experiencia?
-La pasé horrible. Estuve cuatro meses buscando trabajo. Querían que hablara en neutro y no me salía. Me fui con mi VHS para mostrar mis trabajos porque ya había estado en América, le había hecho la nota a Máxima… Me encantó la ciudad, pero no había laburo. Y tampoco tenía los papeles. Entonces me fui a Europa porque prefería trabajar de camarero en Barcelona.
-¿Y qué pasó?
-Tampoco tenía los papeles, pero pude entrar a la tele porque buscaban gente extranjera; trabajé en la Televisión Española y en Antena 3, ya como periodista. No era tan limitante. Antes fui preceptor en una escuela de verano y vivía en una casa rodante y mientras iba a los castings. Estuve algunos años y después me fui a México y no me equivoqué porque trabajé para Televisa durante casi cinco años conduciendo un programa de viajes.
-¿Y después volviste?
-Sí, Volví a la Argentina, trabajé en la editorial Perfil, en Atlántida, en LA NACION. Trabajé para Univisión, para CNN hasta que se dio la posibilidad de entrar a C5N cuando estaba Daniel Hadad. Y ahora encontré la ecuación perfecta: Telefe y LN+. Hace dos años que conduzco Miralo bien, un noticioso muy bien recibido por la gente. Estoy cómodo porque encontré la horma de mis zapatos. Además estoy con los emprendimientos porque me gusta reciclar casas y después venderlas.