La pesadilla regresó a su cabeza una y otra vez durante muchos momentos de su carrera. Rory McIlroy enseña una profunda cicatriz desde que dilapidó la posibilidad de llevarse el Masters 2011, pero ahora vuelve a la carga en Augusta para saldar su gran deuda: festejar en un major después de una sequía de once años y completar el Grand Slam, privilegio que solo ostentan cinco jugadores en la historia, Gene Sarazen, Ben Hogan, Gary Player, Jack Nicklaus y Tiger Woods.
¿Por qué no ilusionarse? El norirlandés tiene el derecho a soñar luego de un viernes en el que firmó una excepcional vuelta de 66 golpes (-6), que lo ubican con un total de 138 (-6), a solo dos del único puntero, el inglés Justin Rose. Hoyo por hoyo, a Rory lo alientan desde cada loma o pendiente de Augusta; los gritos pueden surgir desde detrás de un árbol o entre magnolias y azaleas. La naturaleza vibra con sus swings. El público imagina su consagración y, mientras tanto, amplifica un furioso rugido ante cada uno de sus aciertos. En esta ocasión, el crack nacido en Holywood dio muchos motivos para levantar a la gente y aventurar un domingo inolvidable; sobre todo con el águila del par 5 del 13, además de los birdies en el 2, 10, 11 y 15, en una tarjeta sin errores. Es el jugador del pueblo, por más que no sea norteamericano.
Quite the recovery on No. 14. Rory McIlroy hits an exacting approach from the woods to pin high. #themasters pic.twitter.com/7BQw0zP5b9
— The Masters (@TheMasters) April 11, 2025
El 10 de abril de 2011, Rory arrancó la última vuelta del Masters con 12 bajo par y cuatro golpes de ventaja. Con sus 21 años de entonces, exhibía mucha calma en la misión de rematar el torneo. Pero la aparente tranquilidad de aquel joven líder mutó pronto en un ataque de pánico después de sucesivos errores. Su actuación fue desesperante, parecía que había olvidado los rudimentos básicos del golf. Y esa cadena de equivocaciones lo hicieron derrumbar finalmente hasta el 15º puesto, víctima de 80 golpes (+8) que todavía le duelen. “Perdí la confianza con el putt, pero me quedo con lo positivo, que fue liderar el Masters durante 63 hoyos. Tendré muchas más oportunidades. Es muy desagradable lo que sucedió. Y espero que eso ayude a endurecer mi carácter”, había comentado tras su conmovedor colapso.
Mucho más maduro luego de 14 años en el PGA Tour, McIlroy encara hoy este desafío desde otra perspectiva. Pero atención: hace unos días recurrió a una leyenda como Jack Nicklaus para acercarse a la chance de calzarse el saco verde de una vez por todas. Y qué mejor que el Oso Dorado, máximo ganador de este certamen (6) para absorber de él valiosos consejos. “Me reuní con Rory la semana pasada, almorzamos y estuvimos charlando. Le dije: ‘Rory, sé que te preparaste para Augusta. Dime cómo vas a jugar en el campo de golf’”, confió Nicklaus. “Lo repasamos golpe a golpe. Terminó la ronda y yo no dije nada. Le dije: ‘Bueno, no cambiaría nada. Así es exactamente como intentaría jugar en el campo de golf’”, siguió.
Con ese comentario, Nicklaus se refería a que McIlroy atacara cuando estuviera en posición y que jugara conservador cuando no. Una fórmula sencilla, pero no siempre fácil de ejecutar. Y menos aún en este campo tan tentador, donde el peso de la historia acecha en cada esquina. “En mi opinión, lo que le ha faltado a Rory es disciplina”, continuó el Oso Dorado. “Tiene todas las oportunidades. Tiene todo el juego. Sin duda, es tan talentoso como cualquiera en este deporte. Pero si miras su historial, muchas veces llega a un punto en el que aparece un 8 o un 7 en algún hoyo, y eso le impide llegar adonde necesita llegar”.
Los otros starters honorarios del certamen también le dieron la bendición al gran candidato junto con Scottie Scheffler. “Creo que Rory ganará el Masters este año, y espero que lo haga, porque le daría un gran impulso al golf tener otro ganador del Grand Slam”, señaló el sudafricano Gary Player. Y Tom Watson habló de una premonición: “Tengo la corazonada de que Rory es el que va a ganar esta semana. Simplemente lo siento así”.
Atenuar daños colaterales y poner la cabeza en frío cuando la situación lo amerite. Contagiarse de su impulso pero sin pasarse de revoluciones, en una cancha que guarda sus amenazas en cada rincón. Ser más inteligente, racional y controlador de su juego, si se quiere. Todo eso se propuso Rory, que igualmente ya tuvo un fuerte aviso en la primera vuelta, después de pagar con un doble bogey una mala decisión en el hoyo 15, donde se fue al agua.
La mochila que tiene hoy el N° 2 del mundo es inmensa, seguramente la más pesada del golf. Y hasta las filosas preguntas de la prensa lo desafían. Pero él ya se creó una coraza para focalizarse solo en su objetivo: “¿Qué me demostré hoy a mí y al mundo? Nada. En todo caso, reafirmé mi fe y soy tan resiliente como cualquiera de aquí. Estoy muy orgulloso de mi resiliencia a lo largo de mi carrera y hoy fue otro ejemplo de ello”, comentó. Pero prefirió ser cauto: “Solo estoy a mitad de camino. Nos quedan 36 hoyos en un campo de golf muy, muy difícil. Cualquier cosa puede pasar. Y lo único en lo que estoy concentrado es en intentar pegar un buen golpe de salida al fairway en el primer hoyo del sábado”.
Al margen de la repercusión que genera Rory, para lo bueno y para lo malo, allí está Justin Rose, que se mantiene como único puntero después del segundo día. El inglés, que busca su segundo título grande después del US Open 2013, había sacado tres golpes de ventaja (65, -7) tras la primera vuelta, pero este viernes no pudo extraer una buena diferencia y firmó un segundo giro de 71 (-1), para un total de 136 (-8).
Es un Masters apretado, porque a solo un golpe aparece Bryson DeChambeau. El “Científico”, campeón del US Open en 2020 y 2024, aceleró a fondo en el trayecto de ida con cuatro birdies y firmó una tarjeta de 68 (-4), tras salvar el par en el último hoyo. Y muy pintoresco lo que vivió Scottie Scheffler, el defensor del título: llegó con –6 total al tee del 18. Pero en el último hoyo, su pelota salió desviada a la izquierda y terminó debajo de la vegetación. Quedó obligado a sacarla a buena entre medio de ramas y hojas y concluyó la vuelta con un bogey que lo deja a tres de la punta, después de un score de 71 (-1).