Sabrina Carpenter se ríe del universo masculino y deja frases picantes en su nuevo disco

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Ríe. Lo absurdo y lo onírico, regado con erotismo, se mezclan en el flamante videoclip del tema “Tears”. Un accidente vial (¿en medio de una granja?) que muestra como primera escena a una joven tendida en el suelo; impecable, si se la compara con el estado en que quedó el coche. Llega a una casa en busca de ayuda hasta que a través de una puerta entornada brota el erotismo en cuestión. Pero todo se trata de una fantasía. Al rato aparece su pareja (aparentemente el conductor del auto) y ella, en medio de ese clima de película de terror, con noche cerrada y tormenta, apela a la consigna de que “alguien tiene que morir en cada video“. Le lanza su zapato y el tajo aguja se clava con fuerza en el pecho del muchacho y le provoca una muerte instantánea. Entonces ella comenta: ”El también era simpático, pero debes darle a la gente lo que quiere». En ese mismo tono transcurre, completo, Man’s Best Friend, el nuevo álbum de Sabrina Carpenter.

Lo que la gente (el público) quiere es ver y escuchar a esa chica rubia de ojos profundamente azules (en el tono más claro de los azules) y cuerpo perfecto en talle XS; que es como decir belleza hegemónica; que es como decir Sabrina Carpenter. Lleva consigo el carisma suficiente, tiene detrás de sus 26 años una carrera que comenzó a los 12 y que cuenta en su haber con el protagónico de una serie de Disney, una de las mejores vidrieras que puede tener una adolescente con sed de fama. Y un talento bien capitalizado para darle forma a productos absolutamente masivos. Luego de varios EP y álbumes, Sabrina arribó con su sonrisa de oreja a oreja a disco que no tiene señas particulares por el lado de la música (echa mano a todos los recursos vintage de la música pop que tienen disponibles en sus bancos de sonido los mejores productores del momento) pero con sus palabras hace la diferencia. Porque este Man’s Best Friend es una socarrona mirada del mundo masculino y de su actitud frente a esto.

En junio pasado ya había dado una muestra con el anticipo de una canción “Manchild” y especialmente con la imagen que pondría en la portada de todo el álbum, donde se la ve muy sexy, arrodillada frente a un hombre que la tiene sujetada por el cabello. Por esa imagen le han dicho de todo menos linda. La acusaron de fomentar la cosificación de la mujer. Claro que hubo otros que rieron (como ella misma lo habrá hecho) porque tomaron la situación a broma. Incluso, ha circulado otra imagen como portada considerada más soft: Sabrina aclaró que esa sí “estaba aprobada por Dios”.

Luego de los cruces y las chicanas, ya con el disco completo se puede comprender plenamente el modo como la cantante de Pensilvania apunta a estereotipar el comportamiento masculino y ridiculizarlo de tanto en tanto, a través de términos políticamente incorrectos. Porque si esto llevara la clasificación de una película, habría que ponerle la leyenda “lenguaje adulto”. Ese mundo pop tan naíf que propone con la música de las canciones se distorsiona en la palabra. Pop totalmente edulcorado por sintetizadores y efectos sonoros bien ochentosos se funden con sonidos más “naturales”, del mismo modo que el sonido de ABBA se puede cruzar con un pop genérico de los ochenta. La estética shabby chic puede quedar fundida con un pulso disco music. Y es entonces cuando la palabra interviene para hacer pequeños cortes en esos compases que suenan tan estandarizados como amables, para dar un producto un poco corrido de la norma; de esa que marca la elegancia y la atemporalidad del pop que es apto para todo público al sarcasmo.

 Sabrina Carpenter.

Así es como Sabrina descarga su humor socarrón y larga su variado repertorio de frases: “Me gustan mis chicos haciéndose los difíciles y me gustan mis hombres todos incompetentes”. “¿Por qué tan sexy y tan tonto? ¿Y cómo sobreviviste en la tierra tanto tiempo? (…) Nunca has oído hablar del autocuidado. La mitad de tu cerebro simplemente no está ahí“, dice ya en la primera canción del disco.

Y con el paso de los temas se hace difícil tomarla en serio porque ella es la que decide que así sea. Podría plantear la escena de dos corazones rotos, de idas y venidas, de nostalgias y de desencuentros adolescentes (o juveniles) en canciones como “We Almost Broke Up Again Last Night” (Anoche casi cortamos otra vez»). Pero cuando sobre el final se la escucha entonar “Me dio todo su corazón, y yo le hice sexo oral”, se corre del dramatismo y ejerce su mordacidad. Mucho habrá reído junto Amy Allen, Jack Antonoff y John Ryan, colaboradores habituales, con quienes escribió estas canciones.

Y para volver al tema del comienzo, aunque su video no sea tan literal, vale resumir el asunto en sus palabras finales. Porque Sabrina no es una chica a la que las lágrimas le corran por las mejillas sino por sus… muslos. “Me mojo al pensar en vos siendo un chico responsable (tan responsable). Tratándome como se supone que debes hacerlo, las lágrimas corren por mis muslos”.

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