Cada 10 de agosto, se celebra a San Lorenzo, mártir y patrono de los diáconos, archiveros y tesoreros. Su martirio fue uno de los más antiguos documentados y de los más sangrientos, ya que fue asado vivo.
La historia de San Lorenzo
San Lorenzo nació en Huesca, España, alrededor del año 225, según la Agencia Católica de Informaciones – ACI Prensa. Fue uno de los siete diáconos de Roma, encargado de asistir al Papa en el cuidado de los fieles. Su servicio lo acercó al Papa San Sixto II, quien también sería martirizado.
“El emperador Valeriano (253-260) había iniciado una de las persecuciones más desconcertantes. Estaba preocupado por el financiamiento de las campañas romanas y se le ocurrió que los bienes y posesiones de los cristianos debían cubrir cierto déficit en ciernes. La primera medida que tomó fue la confiscación de sus cementerios. Poco después el Senado respaldó a Valeriano con un conjunto de medidas adicionales: todas las manifestaciones públicas cristianas quedaban prohibidas y las autoridades eclesiales debían ser ejecutadas sin consideración», recuerda la ACI Prensa.
Anticipando su muerte, Lorenzo reunió los bienes de la Iglesia y los distribuyó entre los necesitados. Al saber, el emperador, que Lorenzo administraba los bienes de la Iglesia, el prefecto de la ciudad lo mandó llamar y le exigió que entregara las riquezas para costear la campaña militar. Lorenzo pidió tres días de plazo, que utilizó para vender los bienes y repartir el dinero entre los pobres.
Cuando se cumplió el plazo, Lorenzo se presentó ante el prefecto con un grupo de lisiados, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos y leprosos, a quienes solía ayudar. Les dijo: “Estos son los tesoros más preciados de la Iglesia de Cristo”.
Este acto fue considerado una afrenta, y Lorenzo fue condenado a morir en una parrilla de hierro encendida. Según el relato de su martirio, su rostro irradiaba esplendor, y se percibía un aroma agradable en medio de la escena, dice la leyenda. Se dice que, mientras se quemaba, Lorenzo exclamó: “Assum est, inqüit, versa et manduca” [“Asado está, parece, dale la vuelta y come”].
San Lorenzo murió el 10 de agosto del año 258, a los 33 años. Su martirio impulsó el crecimiento del cristianismo, y muchos paganos se convirtieron al ver su testimonio. La devoción a San Lorenzo se extendió por todo el mundo, y muchas ciudades llevan su nombre. En Roma, la Basílica de San Lorenzo es una de las más importantes.
San Agustín destacó su labor como diácono: “La Iglesia de Roma nos invita hoy a celebrar el triunfo de San Lorenzo, que superó las amenazas y seducciones del mundo, venciendo así la persecución diabólica. Él, como ya se os ha explicado más de una vez, era diácono de aquella Iglesia. En ella administró la sangre sagrada de Cristo, en ella, también, derramó su propia sangre por el nombre de Cristo”.
En el siglo V, los diáconos eran responsables del registro y cuidado de los bienes de la Iglesia de Roma, así como de la administración de los recursos para ayudar a los pobres. Esta labor es la que le valió a San Lorenzo el patronazgo de los archiveros y tesoreros. El Papa San Sixto II fue ejecutado tres días antes que Lorenzo por orden del emperador Valeriano.
Qué oración rezarle a San Lorenzo en su día
Según la ACI Prensa, la siguiente oración sirve para pedirle una gracia a San Lorenzo:
Señor Dios: Tú le concediste a este mártir un valor impresionante
para soportar sufrimientos por tu amor, y una generosidad
total en favor de los necesitados. Haz que esas dos cualidades
las sigamos teniendo todos en tu Santa Iglesia:
generosidad inmensa para repartir nuestros bienes entre los pobres,
y constancia heroica para soportar los males y
dolores que tú permites que nos lleguen.
Amén