San Lorenzo se olvida del juego, se aferra a los resultados y ya piensa en lo que vendrá

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San Lorenzo se mira y sonríe. No tanto por lo futbolístico, en lo que sigue perdido como desde hace varios encuentros, pero sí por el resultado que cosechó en la tarde del sábado y que lo catapultó tres fechas antes a los octavos de final del Torneo Apertura. ¿Quién diría que este club, ahogado en crisis económica, inhibiciones constantes y un plantel corto en experiencia, ya se pondría a observar desde el otro cuadro cómo terminan peleándose los demás? Sufrió y parecía tener otro día apático, pero se despertó y por el cabezazo de Andrés Vombergar venció a Atlético Tucumán por 1-0. Por ahora se sumó al liderazgo en el grupo B y ahora intentará terminar lo más arriba en la tabla para definir las llaves en el Nuevo Gasómetro.

El Decano, ubicado en los últimos puestos, le presentaban al Ciclón la oportunidad ideal de recuperar aquellas ideas del comienzo del certamen que le habían hecho sumar un buen colchón de puntos, el que hoy le permite celebrar el pase a los octavos. Aquella identidad lo ponía por sobre el rival, y lo hacía merecer siempre más por la decidida manera de encarar los desarrollos.

Braida, siempre para adelante

Estaba ayudado por un estadio Pedro Bidegain que se llenó de ilusión con verlo ganar y, en simultáneo, sellar la clasificación para las llaves de eliminación directa entre los 16 mejores equipos. El hincha se marchó feliz, pero en medio se encontró con algo entre inesperado y esperado que fue alterándole las pulsaciones.

El rostro del gol de San Lorenzo, Vombergar

El cuadro tucumano fue al Bajo Flores con el hambre de quien no pierde la esperanza, y no fue nada accesible. Llegó con la misión de empiojar el desarrollo, se movió en el primer tiempo con un despliegue tal como si hubiera visto el partido tres días antes para ganar cada disputa, aparentando tener dos marchas más de ímpetu y claridad.

Entre las pocas virtudes que ostentaron las últimas exhibiciones de un Ciclón que fue desluciéndose en el camino estaba Malcom Braida, al que los visitante se dedicaron a tomar en un constante dos contra uno preparado para que no recibiera cómodo. Lo hicieron jugar mal en esa primera mitad y San Lorenzo se quedó vacío. El otro destacado de siempre, Jhohan Romaña, empezó a sacar a sus compañeros de un desempeño totalmente temeroso, como si estubieran desmotivados.

El gol de Vombergar

Como suele hacerlo, el colombiano tomó la lanza y armó un ataque sorprendiendo a sus rivales y arrastrando a los suyos, casi como advirtiendo que la clave estaba en moverse, romper el molde. Lo hizo en el primer minuto de adición de la etapa inicial. Casi se llevó la pelota por delante en su escalada para combinar pases con Iker Muniain y Andrés Vombergar, que terminó punteando esforzadamente la pelota y dejó al vasco de frente al arco, entrando solo al área. Pero el ex futbolista de Athletic Bilbao terminó la jugada con un remate liviano con pie abierto, que adivinó el arquero Juan González.

Antes, todo había sido de los dirigidos por Lucas Pusineri. A los dientes apretados y a cada batalla ganada se sumó chances de gol, como un remate de Franco Nicola y un cabezazo de Matías Orihuela, ambos por encima del arco. Pero le será difícil dormir al entrenador cada vez que se acuerde de la chance casi debajo del travesaño que desperdició Mateo Coronel a los 24 minutos, cuando intentó empujar la pelota y conectó el pique a la altura de una tibia, tirando por arriba el balón. Habría sido un 1-0 justificado para Atlético Tucumán; terminó siendo un perdón.

Un avance de Cerutti, poco incisivo

Porque en el segundo período un equipo y el restante parecieron otros. No porque los azulgranas avasallaran, sino porque asumieron el protagonismo, y porque el visitante, de pronto, se apagó. Todo se dio simultáneamente y nada fue consecuencia de lo que pasó enfrente.

Los dos movimientos que dispuso Miguel Russo en el entretiempo fueron vitales para darle al dueño de casa otro entusiasmo. Uno fue el ingreso –y regreso tras un desgarro– de Nicolás Tripichio, que en lugar de Emanuel Cecchini aportó otra fuerza al medio campo. Y el movimiento casi imperceptible se dio sobre la izquierda y duró un rato pequeño: Braida, ese que Tucumán estaba anulando, ya no arrancó tan atrás como lo hace un mediocampista, sino que se paró decididamente como extremo izquierdo. No aportaba en lo defensivo y el buen trabajo del visitante se diluyó: lo empezaron a perder en la persecución, el lateral-volante creció en su nivel y la visita se llenó de limitaciones.

No fue trascendental en la euforia, primero, porque la apertura del marcador se dio a los 12 del complemento: lo que duró ese parado diferente. Tampoco influyó en la jugada: Muniain filtró como nunca antes en el trámite, Ezequiel Cerutti desbordó dentro del área y sacó el centro que encontró la cabeza de Vombergar: el goleador de Boedo (llegó a siete) volvió a marcar un gol de jugada después de diez fechas, ya que los siguientes fueron desde el punto penal.

No mucho más para San Lorenzo, al que le llegaron sin peligro y no sufrió. No le sobra nada y en estas fechas, más relajado, deberá soltarse para terminar de moldear lo que quedó pendiente: esa identidad que tuvo en las primeras fechas para hacerse más fuerte en la segunda parte del Apertura. Acaso, es la etapa que más importa. Sin embargo, pocos serán los que imaginaban que el equipo de Russo clasificaría con tanto margen y bien alto.

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