Se fue, los choques culturales lo golpearon y encontró una fórmula para sentirse en casa: “¡Todo cierra temprano!”

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Cuando aterrizaron en Perth, Ariel se sintió extraño. Conocía la atmósfera australiana que respiraba, pero ahora todo era diferente. Esta vez no estaba solo, llegaba con Belén para un nuevo comienzo, desde cero, con la certeza de que valía la pena intentarlo, pero envuelto en una mezcla rara de ansiedad, tristeza y entusiasmo.

Atravesaron las calles con el impacto inevitable del tránsito invertido y arribaron a un departamento compartido, que habían conseguido a través de un grupo de latinos en Perth, en Facebook. Ingresaron sus pertenencias a su habitación privada, pero casi de inmediato pudieron sentir la punzada que les provocaba darse cuenta de que habían resignado la comodidad del otro lado del mundo: “No fue fácil”, asegura Ariel al rememorar aquellos tiempos en los que la nostalgia por momentos ganaba la partida.

Ariel y Belén viven en Perth, capital de Australia Occidental, que se ubica en la intersección del río Swan con la costa suroeste.

Un país al que volver: Australia

Ariel, Belén y su perro, Ringo, vivían en Belgrano, a diez cuadras de la cancha de River. Ella era anestesióloga y él había estudiado Comercio Internacional, y trabajaba en el área de compras de una reconocida empresa del sector agroalimentario. A pesar de que todo parecía fluir en el sentido esperado, las tensiones cotidianas agobiaban, algunas situaciones de inseguridad en su entorno afectaban, y las perspectivas de futuro aparecían borrosas en un horizonte incierto.

Entre rutinas y pensamientos rumiantes, había un país que regresaba a la mente de Ariel una y otra vez: Australia. Allá, por el 2018, cuando trabajaba para otra empresa y sentía un estancamiento laboral, había tomado la decisión de vivir en el exterior. En Oceanía permaneció durante dos años, entre 2018 y 2020, y si bien había regresado a la Argentina durante la pandemia, en su fuero interno sabía que en algún momento iba a regresar.

Ariel se enamoró de Australia en el 2018 y decidió que algún día iba a volver.

El año 2023 estaba en curso cuando, finalmente, sintió que era tiempo de deshacerse de cualquier miedo paralizante y volver a patear el tablero: “Pero esta vez no me fui solo: Belén, mi novia, y Ringo, nuestro perro, también se sumaron al viaje”.

Café, alcohol, tránsito y otras extrañas costumbres: “Veía gente en bermudas a 10°C”

En un departamento compartido con extraños, desde el comienzo, Ariel y Belén debieron recordar sus motivaciones para estar tan lejos de sus familias y amigos, que los habían despedido con la tristeza lógica de la distancia, pero colmados de palabras de aliento y apoyo sincero.

Por un tiempo, y a pesar de la diferencia horaria, Ariel pudo mantener su trabajo de manera remota. Con los desfasajes de horario a su favor y una entrada de dinero garantizada, el argentino se enfocó en buscar trabajo en el área de compras, hasta lograr conseguir un puesto en el rubro de la construcción.

Con el tiempo, habitaron un lugar propio en el centro de Perth, a diez minutos a pie del hospital donde Belén había conseguido trabajo: “Ella se encontró hablando inglés en un hospital, con todo lo que implica la adaptación profesional en otro idioma”, cuenta Ariel. “En mi caso, muchas veces me volvía frustrado, porque aunque uno estudie inglés, el acento australiano es un mundo aparte”.

Ariel y Belén, y su mueva vida en Australia

“Pero hubo otros impactos, por ejemplo, lo relajados que pueden ser en algunas cosas, pero lo difícil que les resulta resolver ciertos problemas cuando se salen de lo habitual”, continúa. “¡Todo cierra temprano! y manejar del otro lado fue un desafío, acostumbrarme a las reglas de tránsito también, al principio me subí a algunos cordones, no voy a mentir, pero el tránsito ordenado hace todo mucho más fácil, una vez que te acostumbras, es fácil”, agrega entre risas.

“La obsesión por el café de la mañana es llamativa: vas caminando y todo el mundo está con su café, no así por la tarde, de hecho, es muy difícil encontrar un café abierto después de las catorce, no tienen la cultura del café por la tarde. ¡Y usan shorts todo el año! Llegamos en invierno y veía gente en bermudas a 10°C. Por otro lado, el alcohol ocupa un lugar central en la vida social, pero no existe eso de una cervecita y volvemos, sino que siempre terminan siendo varias, y muchos no tienen límite. También están los mental issues, y depresiones: son muy comunes y un problema serio en esta sociedad”.

La nostalgia y encontrar el camino para sentirse en casa: “Una necesidad emocional”

Tras un inicio atravesado por algunas dificultades, Perth amaneció calma, y Ariel pudo apreciar el paisaje a su alrededor. Ante él, la ciudad de 2.2 millones de habitantes se desplegó muy limpia, tranquila y más segura de lo que había dejado atrás. A pesar de su tamaño, la atmósfera de pueblo llamaba la atención: pocos edificios, muchas casas, parques enormes y pasto impecable: “Algo que me sorprendió para bien es el rápido acceso a todo lo que es la naturaleza. Terminás de trabajar y en diez minutos estás viendo el atardecer en Cottesloe. Lo más difícil: el invierno muy lluvioso, el idioma y hacer amistades locales. Los lazos con otros argentinos, latinos y algunos australianos, fueron llegando con el tiempo, pero no fue inmediato”, asegura Ariel.

Fue tal vez por ello, que la añoranza comenzó a cobrar protagonismo. Había una parte de Buenos Aires que Ariel extrañaba con una fuerza arrolladora, pero, aun así, junto a Belén (quien actualmente se encuentra en el proceso de homologación de su título) se recordaban por qué se habían ido y levantaban cabeza. Pero entonces, en un día donde la nostalgia golpeó fuerte, Ariel decidió cocinar algo con sabor autóctono y hacerles medialunas caseras a sus amigos. Y ellos, absolutamente encantados, le sugirieron que creara un negocio a partir de semejante tesoro.

“La Diez nació de una necesidad emocional”, asegura el argentino, al repasar el comienzo de su emprendimiento, una panadería que produce medialunas y productos artesanales elaborados con ingredientes locales y sustentables, una propuesta premium que busca conectar tanto con el público australiano como con los argentinos que viven allí y buscan un sabor `a casa´. “Más allá del emprendimiento en sí, lo que me dio fue pertenencia y sentido. A través de la comida se abrieron charlas, vínculos, historias compartidas y colaboración con otros emprendedores de distintas partes de Australia”.

A través de la comida se abrieron charlas, vínculos, historias compartidas y colaboración con otros emprendedores de distintas partes de Australia”.

De aprendizajes y regresos: “Códigos culturales que no se explican con palabras”

A veces, la nostalgia pesa, pero Ariel halló una forma de que apriete menos. Gracias a su amor por la pastelería porteña, el argentino fue capaz de unir un puente imaginario, donde, con el tiempo el proyecto logró transformar su idea en una forma de conocer gente, de hacer amigos, de tejer comunidad.

A la Argentina, mientras tanto, intenta volver una vez al año. A veces se dificulta por la lejanía y el costo, pero la pareja lo siente necesario: “Volver significa abrazos, afecto, recuperar códigos culturales que no se explican con palabras”.

“Cada regreso tiene una mezcla rara: por momentos nos preguntamos por qué nos fuimos, y después volvemos a la rutina y entendemos otra vez la elección”, continúa Ariel. ”No me siento visitante en Buenos Aires. Lo que sí cambió es mi mirada: vivir afuera me dio otra escala, otra paciencia y otra forma de ver el país que quiero, del cual no me fui por rechazo, sino buscando un camino de progreso personal. La distancia se siente con los afectos, pero sabemos que cada uno está avanzando en su proyecto de vida y eso nos da tranquilidad”.

“Por otro lado, siento que aprendí a tener paciencia y a convivir con la incertidumbre. A confiar más en mis decisiones. A no subestimar lo difícil que es mudarse, incluso con privilegios y ventajas previas. Aprendí a pedir ayuda, a celebrar lo pequeño y a reconstruir una historia propia lejos de donde uno nació”.

“Emigrar me cambió la escala de valores: hoy valoro mucho más el tiempo, la seguridad, lo simple. Y entendí que construir una vida nueva lleva tiempo, pero cuando aparecen los vínculos y la sensación de hogar, todo empieza a tener sentido”, concluye.

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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a [email protected] . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.

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