Con la fecha de su retiro más cerca, Lance Koster y su esposa Michelle decidieron dejar atrás su vida en Salt Lake City, Utah, para instalarse en Justin, un pequeño pueblo de Texas. Buscaban tranquilidad y, aunque no esperaban encontrarse con los altos impuestos a la vivienda en el Estado de la Estrella Solitaria, encontraron su nuevo lugar: “No planeamos regresar”.
Un cambio de vida: de Salt Lake City al campo
Durante más de una década, los Koster vivieron en Salt Lake City. Allí criaron a sus hijos y disfrutaron de paisajes montañosos, actividades al aire libre y una comunidad estable. Sin embargo, el ritmo laboral de Lance, piloto de una aerolínea, comenzó a desgastarlo.
“Mi esposa y yo estamos un poco mayores y estaba listo para bajar el ritmo: quería estar en casa por la noche”, explicó Lance en una entrevista con Business Insider. Decidió dejar los vuelos para convertirse en instructor de vuelo.
Con esa idea en mente, pusieron el foco en Texas. Lance conocía el estado por su experiencia profesional y sabía que allí se encontraban varios centros de formación aeronáutica. Así, en junio de 2024, comenzó a trabajar en una empresa ubicada en el Aeropuerto Internacional de Dallas-Fort Worth.
Justin, Texas: el nuevo hogar de la familia Koster
En septiembre de ese mismo año, la familia se mudó a Justin, un pueblo de poco más de 6000 habitantes ubicado al norte de Fort Worth. A pesar de ser una comunidad en crecimiento, todavía conserva el espíritu de las localidades pequeñas.
“Nuestra casa tiene 330 metros cuadrados y cuenta con cinco dormitorios y tres baños, espacio suficiente para mi esposa, para mí y para nuestros dos hijos adolescentes”, detalló Lance. Eligieron un barrio nuevo, donde la madre de Michelle también tiene una casa más pequeña, quien ahora vive a unos 400 metros de ellos.
La vida en Texas: la sorpresa impositiva y sus nuevas rutinas
Aunque Texas no cobra impuesto estatal sobre los ingresos, la familia no tardó en notar otra carga económica significativa. “Nuestra casa en Salt Lake City era 93 metros cuadrados más grande quela de Justin, pero aquí los impuestos sobre la propiedad son tres veces mayores”, señaló Michelle.
La sorpresa fue grande. A pesar de contar con menos metros cuadrados, el costo fiscal de su vivienda en Texas superó con creces al de Utah. La diferencia se volvió aún más evidente cuando compararon los servicios y las distancias. “Aquí todo está muy disperso en comparación con lo que estábamos acostumbrados”, dijo Michelle.
El ritmo de vida en Justin es más pausado. El pueblo tiene lo esencial: un pequeño supermercado, algunos restaurantes y acceso limitado a tiendas grandes. Para compras más importantes, deben conducir hasta Fort Worth o incluso hasta Dallas, lo que puede demorar hasta dos horas.
La familia construyó una piscina en su patio trasero para combatir el calor intenso del verano texano. “Tenemos nuestro propio pequeño oasis”, contó Lance.
La diversidad cultural también representó un cambio notable. En Utah, predominaba la comunidad mormona, algo que los hizo sentir ajenos en más de una ocasión. “Justin es mucho más diverso”, apuntó Lance.
Nostalgia por Utah, pero una vida plena en Texas
Aunque extrañan las montañas, los amigos de toda la vida y la comodidad de su antigua rutina, los Koster se sienten felices en su nuevo hogar. “No planeamos regresar”, afirmó Michelle.
Los recuerdos de Utah siguen presentes, sobre todo para su hijo mayor, quien añora las vistas montañosas. Sin embargo, la familia aseguró que el cambio “valió la pena” y que se integraron a su nuevo entorno. “Ya hemos empezado a hacer amigos”, contó Lance.
