Secretos de innovación: ideas y herramientas prácticas para implementar el cambio

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El éxito pasado puede terminar atrapando a una persona en una trinchera mental que no le permita innovar en el futuro. Tener un CV de fracasos puede ser una mejor carta de presentación que uno lleno de logros. La innovación tiene más que ver con la perseverancia que con un “momento Eureka”. Y cuando alguien se “banca” los fracasos en el camino como parte del proceso, puede terminar “elongando” su coeficiente de adaptabilidad y cultivar una mentalidad que le permita aprender toda la vida.

Estas son algunas de las preguntas y promesas que Martina Rua, periodista especializada e innovación y columnista de LA NACION, en su nuevo libro 100 secretos de innovación, ideas, actitudes, personas y métodos para activar tu inspiración cotidiana, una propuesta que busca “bajar a tierra” a la innovación para poder ponerla en práctica todos los días.

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Con más de 20 años de trayectoria, Rua dedicó los últimos años a especializarse en innovación y liderazgo y combina su trabajo periodístico con la divulgación en el ámbito académico y corporativo. El trabajo periodístico, dice, le permite ser una testigo privilegiada de procesos de innovación. De sus entrevistas, viajes a los epicentros globales de la creatividad y encuentros con muchas de las mentes más disruptivas del mundo corporativo –como Reed Hastings (Netflix), Ferrán Adriá (El Bulli) o Reid Hoffman (LinkedIn)- ha obtenido infinidad de lecciones acerca de las muy diversas formas que puede tomar la innovación. “A lo largo de todos estos años aprendí que ser innovador no es un privilegio reservado para unos pocos, sino una necesidad y una posibilidad que está latente en cada uno de nosotros. Descubrí que innovar no requiere genialidad extraordinaria, sino de una predisposición hacia la curiosidad y que la tecnología actúa como gran catalizador, multiplicando nuestras capacidades de transformación. Pero también aprendí que lo que importa, por sobre todo lo demás, son las personas y sus actitudes. Estas son las que inspiran y moldean al mundo”, cuenta sobre el abordaje que le da a su trabajo. Por todo eso, a pesar de ser un libro con la palabra innovación en el título, poco se trata de tecnología e inteligencia artificial, y mucho de qué podemos hacer las personas para desplegar nuestra evolución personal y profesional durante toda la vida.

Martina Rua: “Esta nueva propuesta nace desde el deseo de darle una casa común a todo lo que cuento y con lo que me encuentro a partir de mi trabajo y que comparto en todos los formatos posibles desde hace tantos años”

Este es el primer libro solista de la periodista luego de sus dos experiencias previas de coautoría junto a Pablo Fernández con quién publicó La fábrica de tiempo (2017) y Cómo domar tus pantallas (2021), los tres títulos publicados por el sello Conecta de la casa editorial Penguin Random House. “Esta nueva propuesta nace desde el deseo de darle una casa común a todo lo que cuento y con lo que me encuentro a partir de mi trabajo y que comparto en todos los formatos posibles desde hace tantos años”, describe. Con su trabajo busca despertar en el lector dos preguntas: ¿Qué significa innovar para mí? ¿Cómo lo expreso en mi trabajo y en mi vida? El libro se estructura en 100 mini capítulos que Rua nombra como “cápsulas de innovación” y que están divididos en cuatro categorías: Ideas, qué conceptos que expanden los límites de lo posible. Personas, historias de vida y conversaciones que tuvo con innovadores que inspiran. Actitudes, que recoge formas de pensar y comportamientos que catalizan la transformación. Y Métodos, herramientas prácticas para implementar el cambio. Los textos son independientes entre sí, lo que invita a recorrer el libro sin un orden secuencial necesario.

Al cierre de cada propuesta, el lector se encuentra con una sección llamada “Tu turno” con preguntas y un espacio específico para que, lápiz en mano, accione en su día a día, lo que le da a este nuevo trabajo un aire de cuadernillo de tareas para el hogar (o la oficina) para explorar solos o junto al equipo de trabajo. A modo de ejemplo de las categorías, aquí publicamos un adelanto de cuatro capítulos.

1. Idea: cuando la experiencia ahoga a la innovación

Se suele pensar que una de las principales barreras que impide innovar es el hecho de no tener tiempo para pensar. ¿Pero si fuera justamente el estar pensando todo el tiempo, de manera ininterrumpida lo que no nos permite concebir algo nuevo?

Esta es una de las preguntas que dispara Duncan Wardle, ex director de Creatividad e Innovación de Disney, en su libro El emporio de la imaginación, recetas creativas para la innovación (2024). Wardle describe a nuestro “río de pensamientos” como un caudal que contiene toda nuestra experiencia y especialización que acumulamos a lo largo de nuestras carreras. Cuanto más tiempo pasamos en nuestra industria o rol, más rápido, profundo y ancho es ese río. Y es ese río el que hay que abandonar para poder ver otros paisajes e imaginar nuevas preguntas. El conocimiento, aunque valioso, a menudo crea límites y se interpone en el camino de la imaginación, y la experiencia y las vivencias pasadas moldean nuestros pensamientos y limitan nuestra capacidad de ver nuevas posibilidades. Para romper con la inercia de lo conocido, explica cómo habilitar la pregunta “¿y si…?” que permite a los equipos romper metafóricamente todas las reglas de su industria (sus ríos conocidos) y generar nuevas geografías.

En su nuevo libro

2. Persona: el coraje de despriorizar

Rua tuvo la oportunidad de entrevistar a Adriana Noreña, vicepresidente de Google Hispanoamérica, en varias ocasiones y siempre recuerdo algo que cuenta en sus presentaciones: “Parte de la fórmula para ser un buen líder es saber despriorizar cosas. La gran pregunta es ¿qué vamos a dejar de hacer? y como siempre algún recurso es escaso, hay un dolor intrínseco en eso. Vas a tener que ponerle mucho énfasis a lo que elijas y claridad en lo que dejes de hacer. Eso exige coraje y cierta toma de riesgos”.

Noreña toca un foco sensible y complejo para los líderes, para las organizaciones y para cada persona. Elegir suele ser doloroso, hay algo que se pierde o al menos se pospone o baja en importancia, y eso no siempre es fácil de gestionar. Algunas ideas para lograrlo: identificar y “aislar” solo los elementos con más impacto de lo que se considen tareas importantes. A veces solo se necesita quitar prioridad a ciertas partes de una tarea o proyecto, no a todo. Esto ayuda a conservar lo que es más valioso y a deshacerse del resto. Por ejemplo, cuando se considere una meta u objetivo, sirve pensar en una versión de la mitad del tamaño. Otra buena idea es abrir a consulta este criterio de priorización con el equipo de trabajo, clientes, familia, amigos o jefes. ¿Qué creen ellos que sea más relevante? Allí se puede encontrar una perspectiva y distancia que aporte claridad. Y también hay que prestaŕ atención a lo que ayuda a ver el “panorama general”, a lo que está por encima de las tareas. Cuando se le quita por un momento el foco a las tareas por hacer, se puede recuperar el control del tiempo para luego poder reasignarlo con más foco.

Como dice Greg McKeown, autor de Esencialismo, “si no priorizás la administración de tu tiempo, alguien más lo hará, adueñándose del tuyo. Las personas tienen tiempo, energía y atención limitadas cada día. Y elegir las cosas correctas para comprometer esos recursos es lo que separa un buen día de uno que termine frustrando a la gente.

3. Método: la triple hélice de los proyectos exitosos

¿Qué tienen en común Tallin, Tandil y Tel Aviv? Además de ser tres ciudades que empiezan con la letra T, son señaladas en todo el mundo como incubadoras de emprendimientos exitosos y cunas de innovación. Persiguiendo este tipo de proyectos, Rua tuvo la posibilidad de visitar las tres urbes y comprobar de primera mano de qué está conformado este virtuosismo que las distingue de muchas otras. La respuesta está en cómo colaboran entre sí todos los sectores de la sociedad para generar un ecosistema de innovación completo. Este modelo de colaboración tripartita se conoce como de “triple hélice” y es especialmente efectivo por una combinación que aporta fortalezas únicas. La academia contribuye con investigación fundamental, conocimiento y talento en formación; las empresas aportan enfoque práctico, capacidad de comercialización y conocimiento del mercado; mientras que el Estado proporciona marco regulatorio, financiamiento e infraestructura básica. Esta complementariedad permite abordar desafíos complejos desde múltiples perspectivas.

El polo tecnológico de Tandil, que reúne a empresas como Globant, es un ejemplo de colaboración entre diferentes sectores de la sociedad que contribuyen a generar un ecosistema que privilegia la innovación

Quizás se podría pensar que falta un actor fundamental de la sociedad, como las organizaciones no gubernamentales (ONG), al punto que algunos las mencionan como la “cuarta hélice”, indispensable para una colaboración completa. A la hora de pensar un proyecto o un nuevo servicio o producto, mapear a todo el ecosistema y a sus actores particulares permite identificar aliados y establecer relaciones tempranas para construir, juntos, un éxito futuro.

4. Actitud: en busca de más primeras veces

Rua sigue hace algunos años el newsletter El día más feliz de mi vida, del emprendedor gastronómico Martín Auzmendi. Uno de sus envíos, titulado “Desganitante”, contiene este párrafo: “Hace rato siento que me he ido empobreciendo en experiencia, en la riqueza de las cosas que hacen a mi vida, que la parte de la vida en que todo parece ser nutritivo y fértil se terminó”. La reflexión permite abordar el rol de la novedad y de las primeras veces. “Me topé con un estudio que comparte el inversor tecnológico Surya Dantuluri en la red social X que explica por qué, a los 21 años, tenemos la percepción de que ya hemos vivido la mitad de la vida. La respuesta está en la generación de dopamina, que tiene un papel importante en la forma en que percibimos el tiempo. Cuando somos jóvenes, todo es nuevo y emocionante: el primer beso, el primer trabajo, la primera vez que vivimos lejos de casa. Estas experiencias novedosas inundan nuestro cerebro de dopamina, haciendo que el tiempo parezca más largo. A medida que envejecemos, la novedad y la dopamina disminuyen y el tiempo parece acelerarse. Nuestro sistema de reloj interno, predominantemente dopaminérgico, y nuestra memoria, trabajan juntos para dar forma a la percepción del tiempo. Por otra parte, la novedad alarga nuestra percepción, mientras que la repetición mundana, como un aburrido trabajo operativo, nos atrapa en la ilusión de que el tiempo se está acortando”, explica Rua a LA NACION.

La psicóloga Claudia Hammond introduce el concepto de “golpe de reminiscencia”, que se produce cuando nos topamos con una novedad en el mundo de las primeras veces. Esta novedad está vinculada a cómo se forma la identidad, haciendo que el cerebro se aferre a detalles que solidifican la forma en que uno se presenta. Por ejemplo, los recuerdos de la infancia parecen infinitos porque estaban llenos de descubrimientos constantes. La edad adulta no tiene el mismo nivel de novedad. Aprender cosas nuevas y asumir tareas cognitivas desafiantes tiene el potencial de ralentizar la noción interna del tiempo. “Nuestra percepción del tiempo no es fija, es maleable y está influida por los niveles de dopamina, las experiencias novedosas y las demandas cognitivas. Comprender esto puede impulsarnos a priorizar muchas nuevas primeras veces. No podemos detener el tiempo, pero podemos influir en nuestra percepción de él”, explica Rua.

El libro se lanza este fin de semana en la 49° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y a partir de estos días comienza a llegar a las librerías de todo el país con las novedades del mes de mayo. Sobre la reacción que la autora quiere despertar en el lector dice: “el creativo Seth Godin dice que un buen texto no se trata necesariamente de un contenido excepcional, sino de contarles a las personas algo que quizás ya sabían, pero de una forma tal que sientan la necesidad de contárselo a sus amigos porque creen que les va a servir. Deseo con todo mi corazón que al lector se le despierte esa urgencia mientras lea”, cierra.

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