El ímpetu anti-Milei demostrado en la noche del miércoles por la Cámara de Diputados encontrará un freno de al menos un par de semanas en el Senado, ya que la oposición dialoguista se muestra reticente a subirse al tren kirchnerista, que pretende acelerar el tratamiento de los proyectos que obligan al Poder Ejecutivo a aumentarle los sueldos a los trabajadores del Hospital Garrahan y a actualizar el financiamiento de las universidades nacionales.
Así se lo dijo a LA NACION uno de los senadores que acompañó la ofensiva opositora que en la primera semana de julio forzó, autoconvocatoria mediante, la firma de los dictámenes a un paquete de proyectos −recomposición de jubilaciones, moratoria previsional y emergencia en discapacidad−, que una semana después la Cámara alta convirtió en ley, obligando al Poder Ejecutivo a tener que vetarlas.
“No pienso dejarme arrastrar por el kirchnerismo, lo único que les interesa es hacer campaña con este tema”, explicó el legislador, cuya firma es clave para que puedan avanzar en las comisiones los proyectos aprobados por la Cámara baja.
La postura es compartida por otro de los senadores que colaboraron a conformar el quorum que dio inicio a la sesión, también autoconvocada, del 10 de julio pasado. Sin su participación, el kirchnerismo no podrá alcanzar los 37 senadores que se necesitan para abrir el recinto.
Motivo de la última y más violenta polémica entre Milei y su vicepresidenta, Victoria Villarruel, en aquella sesión la Cámara alta le propinó una dura derrota legislativa a la Casa Rosada: sancionó tres leyes, a contramano de lo pretendido por el Gobierno, aprobó y giró a Diputados dos proyectos impulsados por los gobernadores para obligar al Poder Ejecutivo a distribuir fondos con las provincias e insistió con la ley que declaró la emergencia para Bahía Blanca, que había sido vetada por Milei.
Además de la resistencia a dejarse llevar de las narices por el kirchnerismo, hay otros factores que juegan a favor de la Casa Rosada y en contra de las pretensiones de la principal bancada opositora de la Cámara alta, que quiere aprovechar para forjar en caliente otro golpe legislativo al Poder Ejecutivo que se sume a la sesión autoconvocada del 10 de julio en el Senado y la del último miércoles en Diputados.
Un factor, aunque trivial, es que la semana próxima es corta, ya que el viernes es feriado. Otro de los obstáculos es el cierre de listas para las elecciones legislativas nacionales de medio término, que operará el próximo 17 de agosto.
En esa semana los legisladores suelen dejar en segundo plano sus compromisos parlamentarios y quedarse en sus distritos para poner todos sus esfuerzos en el armado de las nóminas que competirán en los comicios de octubre. Es lógico, ya que a muchos se les terminan sus mandatos en el Congreso y no quieren quedarse afuera del reparto. Otros, en tanto, tienen que poner a prueba su poder territorial y participar en el armado de las listas. Esto los obliga a no distraer la atención de sus pagos chicos.
Además, está la cuestión reglamentaria. Sobre este punto, un senador de la oposición dialoguista explicó que la situación actual es diferente a la registrada a principios de julio, cuando se rebelaron contra la inacción que pretendía imponer el oficialismo libertario en el Senado.
En aquel momento, los senadores de La Libertad Avanza y sus aliados llevaban varias semanas desoyendo los pedidos, en su mayoría informales, para que abrieran las comisiones para discutir los proyectos previsionales, que ya contaban con aprobación de la Cámara baja.
En ese sentido, fue clave la colaboración de los radicales Martín Lousteau (Capital) y Pablo Blanco (Tierra del Fuego), y de la porteña Guadalupe Tagliaferri (Pro) para forzar los dictámenes en reuniones por separado de las comisiones de Trabajo y de Presupuesto y Hacienda.
“Ahora la cuestión es diferente. Al menos tendríamos que pedir un par de veces por nota que se trate el tema y si no responden, entonces sí, forzar la autoconvocatoria de las comisiones”, explicaron en un despacho de la oposición dialoguista.
Embate kirchnerista
El kirchnerismo, por su parte, no quiere deja pasar la ola opositora de la tarde del miércoles en Diputados y ya anticipó su intención de acelerar el tratamiento para sancionar los proyectos de ayuda salarial al personal del Garrahan y el financiamiento universitario.
Lo anticipó en una conferencia de prensa el martes pasado el jefe de la bancada de Unión por la Patria, José Mayans (Formosa). Consultado acerca de qué postura tomaría el bloque si la Cámara baja aprobaba ambos proyectos, no dudó en afirmar que “vamos a convocar a las comisiones la semana próxima para emitir dictamen”.
Sin embargo, durante la conferencia de prensa el senador ultrakirchnerista Mariano Recalde (Capital), al referirse a la posibilidad de insistir en las leyes previsionales vetadas por Milei, leyó la lista de los senadores de la oposición dialoguista que las apoyaron en el Senado. “Si alguien no vota igual, ahí tenemos a un nuevo [Edgardo] Kueider”, advirtió, aludiendo al senador por Entre Ríos echado de la Cámara alta en diciembre tras quedar detenido en la frontera entre Paraguay y Brasil.
La jugada de Recalde no cayó para nada bien en el Senado. “Eso no se hace, es de buchón. Además, quién se cree que es Recalde para venir a decirnos al resto de los senadores qué está bien o qué está mal”, expresó un senador del radicalismo, indignado con la actitud del legislador que responde a La Cámpora.