Sexo, millones y dos fracasos seguidos: el regreso de Joe Eszterhas, el guionista mejor pagado y peor valorado de Hollywood

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Joe Eszterhas fue el guionista más famoso del mundo y, de repente, desapareció. Esta breve descripción, en jerga del guion, sería la parte más embrionaria de un proyecto y se llama, a secas, la idea. Lo siguiente sería el giro: este verano su nombre ha vuelto a los titulares de los medios de comunicación especializados al hacerse público, mediante exclusiva de The Wrap, que su obra más conocida, Bajos instintos, tendrá, más de tres décadas después de su estreno, una nueva entrega o reboot y él la escribirá. Esto no es exactamente una secuela (ya existió una en 2006, que el mundo olvidó), sino una especie de relanzamiento que retoma una historia desde otra perspectiva pero mantiene personajes y conceptos de la original.

Joe Eszterhas fue, en su día, lo más parecido a una estrella del rock que ha dado el mundo de los guionistas, habitualmente relegados a la sombra y que, con mayor o menor prestigio y mayores o menores sueldos, eran si acaso reconocidos entre los cinéfilos pero marcianos para el gran público. Pero en el caso de Eszterhas, la estrella era él. Tras encadenar unos cuantos éxitos en los años ochenta como Flashdance, Al filo de la sospecha, La historia no se puede cambiar o Traicionados, saltó a las páginas principales de los periódicos a principios de los noventa cuando su guion Love Hurts [el título original del guion de Bajos instintos] se convirtió en el mejor pagado de la historia de Hollywood al agenciarse por él tres millones de dólares (hoy, al cambio, serían siete) y fue un incansable generador de noticias y de cambios en los años más transformadores y convulsos de Hollywood.

Joe Eszterhas posa en el hotel Four Seasons de Beverly Hills, en 1992

El propio Eszterhas cambió pronto de idea sobre el título y le puso uno que le sonaba más comercial: Bajos instintos. El resto, si no vive usted en una cámara acorazada o tiene menos de 15 años, ya se lo sabe.

Por primera vez, un guionista abría noticieros. La revista especializada Variety llevó en su portada, junto con la foto del guionista barbudo, melenudo y con más pinta de motoquero o camorrista que de escritor, el titular: “Una nueva era amanece en Hollywood”. Tres millones de dólares era más de lo que cobraban los directores más famosos y la mayoría de estrellas. ¿Cómo ocurrió esto? Su agente, un señor llamado Guy McElwaine, que había sido el primer representante de Steven Spielberg, vio que el guion tenía justo eso que los productores de Hollywood buscaban: un enorme atractivo comercial. Así que organizó una subasta entre los grandes nombres de la industria para hacerse con él. Según Eszterhas relató en sus memorias, Hollywood Animal, a mediodía la oferta ya subía a dos millones y, esa tarde, fueron tres.

Un evento cultural

La película se convirtió no solo en un enorme éxito de taquilla (fue la cuarta película más taquillera de 1992, un hito para un film solo para mayores de 18 años), sino en un evento cultural. La controversia le dio publicidad gratis antes de su estreno por sus elevadas dosis de violencia, de sexo y por lo controvertido en su descripción de la homosexualidad (la protagonista es una mujer bisexual y también una asesina despiadada, y su amante Roxy no está mucho mejor de la cabeza). Activistas de la causa gay y lésbica (el paraguas LGTBIQ+ no existía entonces) intentaron boicotear el rodaje. El crítico Roger Ebert dijo al respecto de esto, para rebajar los ánimos: “Los activistas deberían tomar nota de que el comportamiento de los personajes heterosexuales de la película, empezando con Michael Douglas, resulta igual de ofensivo”.

Joe Eszterhas y su mujer, Naomi, en Los Ángeles, en 1993

Pese a todo lo problemático que hay en Bajos instintos vista hoy, con toda la violencia misógina que contiene, con su discurso controvertido que parece unir disidencia sexual con criminalidad, la película se convirtió en un clásico noir que soporta revisionados y resulta igual de magnética y osada que en su día gracias a la dirección apasionada de Paul Verhoeven y a la interpretación de una Sharon Stone que lo dio absolutamente todo porque, en aquel punto muerto de su carrera, no tenía nada que perder.

La carrera de Eszterhas se podría resumir, a partir de aquí, en dos momentos vitales que solo separan tres años. En 1992 tocó el cielo con el estreno y el éxito de Bajos instintos y en 1995, con tres semanas de diferencia, se estrenaron dos nuevas películas con guion de Eszterhas que supusieron un fracaso cataclísmico de crítica y público. Una era Jade, y la gente ya la ha olvidado. La otra era Showgirls y la recuerda todo el mundo. Lo más interesante de la vida de Eszterhas y lo que acumula todo su valor como personaje ocurrió durante esos tres años que fueron de su llegada a los cielos a su destrucción.

Del campo de refugiados a las colinas de Hollywood

Para ser un hombre que, básicamente, acabó escribiendo siempre el mismo guion siguiendo casi una plantilla (vea en una tarde Al filo de la sospecha, Bajos instintos y Jade y fórmese una opinión), la vida de Eszterhas tiene más contenido y giros que diez existencias juntas. Él mismo, haciendo gala de la capacidad de síntesis de un buen guionista, la resume así al principio de sus memorias: “Crecí siendo un niño pobre en un campo de refugiados de Austria y, después, en el Oeste de Cleveland, Ohio. Trabajé como chico de mudanzas, disc jockey y reportero para un periódico, pero no me gustaban esos trabajos. Me fui a la costa este y me hice guionista. Vendí guiones en Hollywood por cifras récord. Mi agente me dijo una vez que, más que ventas, aquello eran atracos bancarios”.

Su primer gran éxito fue Flashdance (1983). El guion original de Eszterhas era una historia coral que no solo incluía a la bailarina protagonista, sino una serie de perdedores como un humorista que no consigue hacer reír a nadie, o una patinadora que lo apuesta todo por una competición pero se rompe un hueso. La película duraba dos horas y veinte minutos. Tras las exigencias de la productora Paramount, quedó en poco más de 90 y es lo que conocemos hoy: espectaculares números de baile con unas cuantas escenas de diálogo sueltas y unos esbozos de personajes. Y si bien fue un fracaso en su fin de semana de estreno, algo ocurrió en su segunda semana: desde los cines informaron de que la gente salía llorando y cantando What a Feeling y, lo más particular, se agotaban las palomitas. “Tenemos una película pochoclera”, le dijo a Eszterhas el productor. El guionista pareció aprender la lección sobre lo que deseaba el público. Y lo aplicaría desde entonces.

Todas las películas de Eszterhas tenían giros emocionantes, villanos magnéticos y protagonistas enfrentados a un deseo ambiguo. En La historia no se puede cambiar (1989), el personaje de Jessica Lange se enfrentaba al amor que siente por su padre y a la dura realidad de que este también había sido un colaboracionista nazi (material biográfico para Eszterhas que desarrolló con detalle en sus memorias). En Al filo de la sospecha (1985) hay una máquina de escribir a la que le falta a una tecla y que, en la escena climática, sirve para que Glenn Close se dé cuenta de que se ha enamorado del asesino. En Jade (1995), una cinta de video en la que Linda Fiorentino tiene sexo con un hombre muy poderoso y acaba siendo proyectada en una sala de interrogaciones ante las narices de varios detectives y de su mismísimo marido. Eszterhas sabía, en sus mejores tiempos, manipular al espectador para que una escena de sus películas, un detalle, un objeto (¡el picahielos de Bajos instintos!), comentada al día siguiente en el trabajo, se convirtiese en su mejor eslogan publicitario.

Sharon Stone en todos los rincones del mundo

Cuando algo se vuelve un fenómeno global lo suyo no es analizar su impacto en los cines de Nueva York, Londres o los grandes centros globales del mundo, sino en esos lugares donde a priori ni está ni se le espera. Jota Linares tiene 42 años, es director, guionista y escritor y recuerda cómo, cuando tenía diez, desde su pueblo Algodonales (Cádiz), donde no había cine, los adultos hacían excursiones al pueblo de al lado para ver Bajos instintos. “Me imagino que soy un cliché andante, pero la primera vez que la vi a escondidas en mi cuarto acabé fascinado. No tanto por las escenas de sexo, que también. Con el paso de los años me doy cuenta de que era por el guion, que es perfecto. Una historia de cine noir clásica, pero como nunca antes te la habían contado”. Probablemente toda una generación, en todos los rincones del mundo, tiene una historia sobre Bajos instintos. Tal vez porque por aquel entonces el público fue inocente por última vez. Y a Eszterhas la muerte de la inocencia le vino fatal.

Sliver: una invasión a la intimidad (1993) fue estrenada a bombo y platillo con la promesa de recuperar a la estrella y al guionista de Bajos instintos. En las memorias de Eszterhas el guionista cuenta que la primera respuesta de Sharon Stone a esa oferta fue: “No voy a volver a enseñar mis partes por Joe Eszterhas nunca más”. No lo hizo, pero tampoco hubiese salvado una película mutilada por el estudio, que no aprobó el final original rodado (se puede ver en YouTube y en él, básicamente, el malo gana y se casa con la chica) y rodó a toda prisa uno alternativo e incomprensible.

Parecía que la magia de Eszterhas se estaba apagando, pero fue en este época cuando firmó lo que fue tal vez su trabajo más rentable y fácil. Y no fue un guion, sino simplemente el tratamiento de una historia, cuatro páginas en total, por el que recibiría cuatro millones de dólares cuando la película se estrenase. Finalmente, la película se llamó Después de una noche (1997) y como el director Mike Figgis hizo cambios que Eszterhas no aprobó, se desentendió amigablemente del proyecto y retiró su nombre de los créditos. Pero por aquella idea estableció un récord aún no superado hoy: un esbozo de historia a millón de dólares por página.

Y así llegamos a Showgirls y Jade, ambas estrenadas en los Estados Unidos a finales de 1995. Eran la prueba de fuego. Hollywood y la prensa ya habían tomado manía a Eszterhas: era un tipo que cobraba millonadas, se portaba como una estrella y aún debía probar que su talento estaba a la altura de su astronómico sueldo. Había muchas ganas de que mordiese el polvo. Y el horrible rendimiento de crítica y taquilla de Showgirls y Jade lo hundió. Eszterhas mantiene en sus memorias que ambas películas fueron desvirtuadas por sus directores (que no eran dos poca cosa: se trataba de Paul Verhoeven y William Friedkin). De Showgirls, por ejemplo, Eszterhas relata que nombró a su protagonista, Nomi, en honor al apodo que su mujer, Naomi, recibió de niña, y deseaba a Drew Barrymore como protagonista. Pero Verhoeven dio aquel papel a Elizabeth Berkley, una mujer con un físico enormemente sexual y agresivo, que hizo una interpretación desquiciada que aún apasiona y horrororiza, a partes iguales, 20 años después. “El apodo infantil de mi esposa se convirtió en una broma en todo el mundo”, se lamentó Eszterhas. El gesto demuestra que, al contrario que el mundo entero, él si se tomó muy en serio aquella historia.

La película menos políticamente correcta de las últimas décadas

La campaña de Showgirls fue intensa, prometiendo que se vería lo nunca visto en una película comercial. El tiempo ha convertido la película en objeto de culto, casi de autor, pero para Eszterhas fue el definitivo clavo en la tumba. De su carrera posterior merece la pena la tierna y semiautobiográfica Mentiras en América. Tras la comedia ¡Arde Hollywood! (1997), otro fracaso de crítica y público, ningún guion suyo volvió a ser producido en Hollywood.

Joe Eszterhas:

Posteriormente Eszterhas superó un cáncer de garganta que le valió una traqueotomía y un profundo arrepentimiento por haber glorificado el tabaco en sus guiones (poca gente ha fumado mejor que Sharon Stone en Bajos instintos). Volvió a saborear algo de gloria, pero discreta y en las librerías. Sus memorias, Hollywood Animal, recibieron buenas críticas en 2004 y su repaso al caso Lewinsky en American Rhapsody o al mal carácter de Mel Gibson en Heaven and Mel son, al menos, libros divertidísimos. En el siglo XXI, tras ser el guonista más procaz de Hollywood, volvió a abrazar la fe religiosa y escribió otro libro sobre ello.

“Eszterhas hizo pelis muy malas y no es un genio. Nadie se acuerda de Sliver, por ejemplo. Pero cuando toca las teclas adecuadas, las toca de una manera extraordinaria”, opina Jota Linares. “El impacto que ha tenido Showgirls en el cine es innegable. Películas como Anora, El demonio neón o La sustancia tienen una influencia clarísima y reconocida de Showgirls. Tú no logras ese impacto sin talento. Y Bajos instintos tiene alguno de los planos más famosos de la historia del cine. Eso no te sale por un golpe de suerte. Y su parte de gran personaje de Hollywood, con sus excesos y sus adicciones, lo hace aún más interesante. Dame veinte Eszterhas y quítame todos esos guionistas de ahora, recatados, que no hablan demasiado por si su discurso tiene algún subtexto político controvertido”.

Con eso, Eszterhas no tiene problemas. Ha prometido que la nueva Bajos instintos será “anti woke”, algo sobre lo que no ha dado más detalles, pero no debería sorprender a nadie si pretende seguir el espíritu de la original, la película menos políticamente correcta de las últimas décadas. “Para quienes se preguntan qué hace un hombre de 80 años escribiendo un thriller erótico: los rumores sobre mi impotencia cinematográfica son exagerados y edadistas”, declaró Esztherhas a The Wrap. “Llamo a mi compañero de escritura el Hombrecito Retorcido, y vive en lo más profundo de mí. Nació con 29 años y morirá con 29 años, y me dice que está en el momento álgido para escribir esta obra y ofrecer a los espectadores un viaje salvaje y orgásmico”. Por ese guion se embolsará dos millones, que serán cuatro si el proyecto llega a buen puerto. ¿Puede algo escandalizar al público cínico, abúlico y revenido de 2025 como lo hizo Bajos instintos en 1992? Tendrá que responder Eszterhas. Al menos, hay intriga: el hombre que lo dijo todo a principios de los noventa lleva casi treinta años callado.

Por Guillermo Alonso

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