Ha llegado a Netflix una nueva ficción dispuesta a dinamitar las fronteras entre los amantes del género histórico y las aventuras de supervivencia.
Se llama El Último Samurai en pie y se presenta como una serie japonesa a medio camino entre Sôgun y El juego del calamar.
Y es que, en ella, 292 samuráis caídos en desgracia se enfrentarán en una competición mortal cuyo premio asciende a 100.000 millones de yenes. ¿Os suena de algo?
La serie, que ha sido desarrollada por Netflix Japón, se ambienta en 1878, una década después de la abolición de la clase ‘samurái’, y fusiona la épica del cine histórico japonés con la tensión de los ‘survival games’ contemporáneos.
De qué va ‘El último samurái en pie’
El punto de partida de la trama es el templo Tenryu-ji de Kioto, un enclave real de gran carga simbólica donde los participantes reciben una pieza de madera que deberán arrebatar a otros para avanzar en su camino hacia Tokio.
Solo el último superviviente podrá reclamar la recompensa. Entre los combatientes destaca Shujiro Saga, interpretado por Junichi Okada, quien además de protagonizar la serie, ejerce como productor y responsable de la coreografía de las escenas de acción.

El personaje de Saga, despojado de su rango y sin poder portar su espada, se verá obligado a participar en el torneo para salvar a su esposa e hijo enfermos de cólera.
La competición, denominada Kodoku (un tipo de magia ancestral), se desarrollará a lo largo de la histórica ruta Tōkaidō, con siete puntos de control que los participantes deberán superar presentando las etiquetas de madera obtenidas al derrotar (o matar) a otros competidores.
La serie, compuesta por seis episodios de aproximadamente una hora de duración, ha sido dirigida por Michihito Fujii, Kento Yamaguchi y Toru Yamamoto, quienes también han participado en la escritura del guion junto a Risa Yashiro.
El Último samurai en pie se inspira en la novela Ikusagami de Shōgo Imamura, galardonada con el Premio Naoki en 2021 y publicada por Kodansha.
La obra, ilustrada por Katsumi Tatsuzawa y serializada en la revista Morning entre 2022 y 2023, ha dado el salto al manga y ahora a la acción real. El universo creativo de Imamura continúa expandiéndose, ya que otra de sus obras, Oedo Fire Slayer (The Legend of Phoenix), será adaptada próximamente al anime.

La serie destaca por su cuidada ambientación y su apuesta por la acción coreografiada, con duelos de espada y secuencias rodadas en localizaciones reales a lo largo de la Tōkaidō.
El reparto, encabezado por Junichi Okada, incluye a Riho Yoshioka, Hideaki Itō, Kazunari Ninomiya, Masahiro Higashide, Takayuki Yamada y Hiroshi Tamaki, entre otros. La producción ha sido elogiada por su ritmo ágil y su estética, que combina la influencia del cine japonés clásico con la violencia estilizada propia del ‘streaming’ actual.
Entre ‘Shôgun’ y ‘El juego del calamar’
El Último Samurai en Pie no solo dialoga con El juego del calamar, sino también con otras producciones como Alice in Borderland, donde la supervivencia se convierte en metáfora social. Mientras que la serie coreana se centra en la deuda y los contratos, la japonesa explora la lucha por el honor y la redención en un contexto de desigualdad y desesperación.
Además, la ambientación remite a fenómenos recientes como Shōgun, aunque aquí el foco se sitúa en el vacío de poder de la era Meiji y la tragedia de la pérdida del honor, revestida de espectáculo violento.
El mecanismo del juego en la serie es sencillo pero letal: cada participante recibe una etiqueta de madera y debe arrebatar las de sus rivales para sobrevivir. Si un samurái pierde su etiqueta, muere, y quien la roba también se convierte en responsable de su muerte, aunque no lo haya matado directamente. A lo largo del recorrido hacia Tokio, los competidores se enfrentan no solo entre sí, sino también a desafíos externos.

La serie ha generado una gran expectación entre los aficionados al género, que han destacado en redes sociales la intensidad de los duelos y la atmósfera de fatalismo que envuelve a los personajes.
Junichi Okada ha declarado: “Mi objetivo oculto era crear un nuevo tipo de drama histórico, uno que también fuera un drama de acción. Algo hecho completamente en Japón, pero para el mundo”.
