Es una foto. Pero podría ser una versión contemporánea del tradicional sumi-e japonés. El tono pastel del fondo, las líneas definidas de las ramas, la suavidad de unas aves (Ampelis europeos) en pleno festín. De origen chino, el sumi-e llegó a Japón de la mano del budismo zen y en algo se entrama, también, con el arte del haiku: capturar, en imágenes o en palabras, un instante vital simple, cotidiano y maravilloso en esa plena sencillez. Por lo general, los motivos tienen que ver con la vida natural, y no es casual que Van Gogh, entre otros muchos pintores, los haya estudiado. Aunque la modernidad occidental a veces olvide lo mucho que le debe al refinamiento estético oriental, aquí lo tenemos: un momento en la vida de Tallin, Estonia, capturado por un fotógrafo que, en el gesto de unas aves, vislumbró el movimiento del mundo.
Simple y vital
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