A pesar de la desregulación impulsada por el Gobierno y las declaraciones del ministro Federico Sturzenegger que anticipaban una baja en el costo de la vacuna antiaftosa, esta semana comenzó la segunda campaña de vacunación de 2025 con los mismos valores que rigen desde hace casi un año. La esperada competencia de precios, atada al ingreso de dosis importadas, aún no se ha materializado. El sector ganadero aguarda para ver si la situación podría cambiar recién para la campaña de 2026.
El conflicto, que abrió una disputa entre laboratorios, tuvo su eje en el alto costo de la dosis y en la composición de la vacuna. Sin embargo, en la práctica, los productores agropecuarios, que están comenzando la campaña de vacunación, siguen pagando $1370 por cada dosis. El precio no ha variado desde el último aumento del 24,5% registrado en diciembre de 2024, cuando pasó de $1100 a ese valor.
“En diciembre va a hacer un año que la vacuna no aumenta, lo cual es importante. Pero tampoco ha bajado, porque no ha entrado todavía una vacuna importada”, explicó Fernando Ferrari, prosecretario de Carbap y coordinador de la Comisión de Sanidad de la entidad.
A principios de este mes, el gobierno eliminó requisitos para importar vacunas desde el exterior, a través de la resolución 749/2025 y la resolución 750/2025 con las que modificó la resolución 333/2025, que exceptuó a las dosis del cumplimiento de requisitos históricos locales de habilitación y posibilita que el control de series comerciales se realice en los países de origen bajo estándares internacionales. Lo hizo con autorización por equivalencia.
No obstante, como se mencionó, los precios de la vacuna, producida por laboratorios como Biogénesis Bagó y CDV se mantienen en $1370 y $1405 por dosis, valor al que se comercializa a los entes sanitarios y fundaciones encargadas de controlar la aplicación. Sin embargo, el productor también debe pagar un costo operativo por aplicaciones de estos entes reguladores, lo que supera el valor mencionado. Estos costos de aplicación subieron un 10% con respecto de la última campaña.
“Hoy, las únicas vacunas que tenemos son nacionales. Tengo entendido que el laboratorio Tecnovax, que iba a importar, no ha podido hacerlo”, agregó Ferrari.
Vale recordar que el debate técnico en el sector también fue central en la disputa. El Gobierno, a través del Senasa, autorizó el cambio en la composición de la vacuna, al eliminar la cepa C3 Indaial, utilizada históricamente en la formulación de vacunas contra la fiebre aftosa en Sudamérica, pero su uso fue excluido en Argentina a partir de marzo de 2025. Ahora, la formulación de vacunas antiaftosa en el país utiliza cepas O1 Campos, A24 Cruzeiro y A Argentina 2001.
El argumento fue que la cepa C3 no registra circulación viral en el país desde hace 19 años. Esto permitió pasar de una fórmula tetravalente, que solo se fabricaba en la Argentina, a una bivalente o trivalente que es usada en los países de la región. Esto le abre la puerta a la importación desde otros mercados como Brasil, que es el que busca Tecnovax. “El último foco por la cepa que estábamos utilizando, fue en 2006, y por eso el Senasa consideró conveniente sacar esa cepa que hace mucho que no aparece. No vamos a tener ningún problema de cobertura. A no ser que los últimos focos que han aparecido en Europa y en África —que son cepas que nosotros ya no vamos a utilizar acá— llegaran, pero estamos lejos de eso», agregó Ferrari.
Para el experto, el Senasa ha demostrado que no hay circulación viral de la cepa que se eliminó, por eso considero conveniente sacarla. Si bien resaltó que aún se está aplicando el stock remanente de la vacuna tetravalente, a partir del próximo año se comenzará a utilizar la bivalente. “El único país que fabricaba tetravalente era la Argentina. En el resto del mundo se utilizan vacunas bivalentes”, subrayó al explicar por qué el mercado local estaba cerrado.
La segunda campaña de vacunación de 2025, que comenzó este lunes, está destinada a las categorías menores: terneros, novillos y vaquillonas. Abarca un universo de entre 28 y 30 millones de cabezas. La primera campaña del año, realizada entre marzo y abril, es la que incluye a todas las categorías, entre ellas mayores, tiene una aplicación de alrededor de 49 millones de dosis. Cabe recordar que entre las medidas del Gobierno, también redujo las dosis de vacunación para la aftosa en 16 millones de dosis anuales, según la resolución 711/25 del Senasa.
“Si entrara la vacuna importada, seguro que competiría, pero no lo sé. Aunque lo importante es que no ha aumentado. O sea, van dos campañas con el mismo precio. Vamos a esperar eso”, dijo y aclaró que la vacuna se paga en pesos desde siempre. Por ahora, la promesa de una baja de precios impulsada por la competencia sigue siendo una cuenta pendiente.
Fuentes de la industria señalaron que la variabilidad del precio final para el productor tiene que ver con “los costos operativos”, ya que la vacuna per se mantiene los precios del año pasado, pero ese margen está relacionado con la aplicación y los aranceles de aplicación de los entes aplicadores y certificadores de la obligatoriedad de vacunar. “La campaña de vacunación se hace junto con la de brucelosis. Y los costos operativos, los entes y fundaciones se los cargan a la vacuna antiaftosa, pero en rigor está distribuido en ambas vacunas. No se entiende por qué se asocia el precio y los costos de ambas vacunas”, remarcaron.
Sturzenegger argumentó en su momento que el cambio en la normativa sobre la vacuna antiaftosa permitiría ahorrar 100 millones de dólares anuales, al eliminar la exigencia del Senasa de aplicar una vacuna tetravalente, que solo podía producir un laboratorio local. El funcionario explicó en X que ese requisito “bloqueaba la competencia” y mantenía los precios casi tres veces por encima del valor regional: mientras en la Argentina la dosis cuesta 1,20 dólares, en Uruguay vale 0,72 y en Paraguay 0,35, pese a que el mismo laboratorio la comercializa allí. Según sus cálculos, el país pagó durante 25 años un sobreprecio de 0,85 dólares por dosis, sobre un total de 100 millones de vacunas aplicadas cada año.