La Solemnidad de Cristo Rey se celebra el 23 de noviembre de este año, una fecha que proclama a Jesucristo como el Señor del tiempo y de la historia. Se trata de una jornada que resalta su influencia y lo posiciona como una realeza de la Iglesia y el universo, gracias a su autoridad divina y su papel como guía y salvador de la humanidad.
Este día busca recordar a las personas acerca del poder divino de Jesús, que es incomparable con el de cualquier ser humano. De esta manera, invita a reconocer en Cristo como gobernante del mundo, referente de la voluntad divina, esperanza, bondad y lo sagrado.

La historia de la Solemnidad de Cristo Rey
La historia de esta celebración se remonta a 1925, cuando el Papa Pío XI declaró la solemnidad mediante la encíclica Quas Primas. Durante esa época, el mundo se veía afectado por la reciente Primera Guerra Mundial y diferentes conflictos en países. El Sumo Pontífice decidió declarar esta festividad con el objetivo de motivar a los católicos a reconocer a Jesús como el auténtico mandatario de la Iglesia, cuyo poder se extiende por la tierra y el cielo.
En un principio, esta fiesta tomaba lugar el último domingo de octubre, antes de la celebración de Todos los Santos. En 1969, el Papa Pablo VI modificó su denominación a “Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo” y la trasladó al último domingo del año litúrgico. Es por ello que cada año la fecha cae entre el 20 y el 26 de noviembre.
Esta celebración sirve como la oportunidad de hacer frente a los conflictos del mundo, el ateísmo y el orgullo por la religión. Intenta destacar la imagen de Cristo como un rey bondadoso y humilde, ante las luchas de poder en todo el planeta en un escenario de postguerra. Su autoridad proviene del servicio, el amor y de la verdad revelada. La Solemnidad de Cristo Rey es un llamado a todos los fieles a reconocer el reinado de Jesús como elección de fe.
Oración a Cristo Rey
Según la Agencia Católica de Informaciones – ACI Prensa, la siguiente oración sirve para rezarle a Cristo Rey:
¡Oh Jesús! Te reconozco por Rey Universal, todo cuanto ha sido hecho, Tú lo has creado. Ejerce sobre mí todos tus derechos. Renuevo las promesas de mi bautismo, renunciado a Satanás, a sus seducciones y a sus obras; y prometo vivir como buen cristiano. Muy especialmente me comprometo a procurar, según mis medios, el triunfo de los derechos de Dios y de tu Iglesia. Divino Corazón de Jesús, te ofrezco mis pobres obras para conseguir que todos los corazones reconozcan tu sagrada realeza, y para que así se establezca en todo el mundo el Reino de tu Paz.