Las temperaturas suaves propias de septiembre marcan el regreso a la rutina y el ambiente invita a poner en la mesa propuestas frescas. Utilizando como base dos ingredientes sencillos, calabacín y atún, se puede preparar una receta rápida, sencilla y fresca que resalta los sabores de temporada y aporta ligereza a la cena. La terrina de calabacín y atún se presenta como la estrella de una comida familiar o de un aperitivo, perfecta para cortarse en rebanadas y descubrir en cada bocado la textura esponjosa y el equilibrio entre verduras y pescado.
Cómo preparar la terrina de calabacín y atún
La fórmula es sencilla: solo hacen falta un calabacín mediano, una lata de atún al natural (escurrida), huevos, nata espesa, queso rallado y un poco de cebollino o perejil fresco. A estos ingredientes se suman sal, pimienta y, si se busca un toque diferente, una pizca de pimentón o curry dulce.
El primer paso es preparar correctamente el calabacín, que conviene lavar y rallar sin retirar la piel. Tras espolvorear con un poco de sal, se deja reposar en un colador durante unos minutos para que suelte el exceso de agua y así se logra una textura óptima en la terrina. El atún, bien escurrido y desmenuzado con tenedor, se mezcla con los huevos, la nata, el queso rallado y las hierbas picadas. El calabacín se añade al final, bien prensado y sin exceso de líquido, para obtener una mezcla húmeda pero firme. Basta con añadir pimienta, ajustar el punto de sal y, si apetece, incorporar el pimentón o el curry.
La mezcla se vierte en un molde forrado con papel de horno o engrasado, alisando la superficie antes de meter en el horno, precalentado a 180 °C, durante unos 40 minutos. ¿El resultado? Un calabacín dorado por fuera y cuajado en el centro. Antes de desmoldar, conviene dejar que se temple y después enfriarlo al menos dos horas en la nevera, lo que facilita tanto el corte como la presentación.
Para una terrina siempre jugosa y firme, el truco está en escurrir bien el calabacín y respetar la proporción de huevo, responsable de la textura suave. Las hierbas y especias permiten introducir variantes según las preferencias: cebollino, perejil, eneldo o estragón funcionan bien, y el comino o el curry realzan el sabor del atún.
A la hora de servir, la terrina de calabacín y atún admite múltiples presentaciones. Ideal junto a una ensalada de tomates o brotes aliñados con limón, como aperitivo cortada en dados y acompañada de crackers, o sobre rúcula como entrante. Las salsas ligeras, como yogur griego con limón o queso fresco con hierbas, potencian la frescura del plato.
Entre las variantes, destacan la versión mediterránea con tomate seco y feta, el giro que aporta la leche de coco y el curry y la opción vegetal sustituyendo el atún por garbanzos. Un plato sencillo y versátil, nacido de un solo calabacín y una lata de atún, que convierte la cena cotidiana en un encuentro informal lleno de sabor de temporada.