En las profundidades del océano reposan vestigios de incontables naufragios. Cada barco hundido es como un museo que permite visitar el pasado. Buques de guerra, cargueros, vapores y corbetas que sucumbieron a tormentas, batallas fallidas o fatales errores de cálculo.
Un viaje en el tiempo que invita a adentrarse en la historia de esas embarcaciones y palpar de cerca su trágico destino. Pero además, la fauna y la flora que habita a su alrededor aporta un marco de mayor espectacularidad. Solo en aguas argentinas, se estiman que existen alrededor de 1900 pecios, como se conoce a estos restos de barcos hundidos.
“Además de la exploración del naufragio como una curiosidad histórica, maravilla el alto grado de biodiversidad que genera cada uno de estos ecosistema”, explica Hugo Sorbille, experimentado instructor de Actividades Subacuáticas Argentinas (ASA), quien inició formalmente su instrucción en 1980 y experimentó su primera inmersión en un barco hundido en 1986.
Luis Jordán, instructor de Opus Buceo, quien se dedica a este tipo de salidas desde 1993, dice: “Los pecios generan curiosidad y expectativa, ya que ofrecen la oportunidad de explorar el pasado, presenciar la historia viva y ser testigos de cómo se transforman en arrecifes artificiales, hábitats para la vida marina, creando un ecosistema único y vibrante”.
La dimensión histórica del buceo en pecios lleva a los expertos a algunos de los campos de batalla más célebres del siglo XX. Sorbille recuerda uno de los escenarios más impactantes que visita periódicamente: el atolón Chuuk, anteriormente llamadas islas Truk o atolón Truk, que forman parte del grupo más grande de las islas Carolinas dentro de los Estados Federados de Micronesia. Fue allí donde, durante la Segunda Guerra Mundial, la armada estadounidense llevó a cabo la Operación Hailstone, hundiendo 60 buques -entre militares y mercantes- y destruyendo 250 aviones de la flota imperial japonesa.
“Todavía pueden verse los camiones, las tanquetas, los rifles y las municiones que transportaban los barcos. Incluso, descubrimos el cráneo de un japonés que por el impacto quedó incrustado entre los fierros”, relata el instructor.
Otro destino predilecto a nivel global es el Mar Rojo, considerado una de las mecas de esta actividad. En su región norte, cerca de la Península del Sinaí, se encuentra el clásico Thistlegorm, un mercante británico hundido en 1941. “Thistlegorm es un museo submarino. Transportaba suministros militares como motocicletas, camiones y armas. Hoy es un hábitat fascinante”, señala Jordán sobre uno de sus pecios favoritos. El barco, a 30 metros de profundidad, es una postal intacta de la logística bélica.
Anatomía del naufragio argentino
Según los especialistas, desde 1500 hasta la actualidad, se estima que existen alrededor de 1200 pecios en el Río de la Plata y unos 700 más en el resto del Mar Argentino. En este vasto camposanto marítimo, la arqueología submarina argentina ha logrado identificar verdaderas cápsulas del tiempo, entre las cuales se destacan la Corbeta Swift (de origen británico, se hundió en 1770 en la ría de Puerto Deseado); el Vapor Villarino (conocido popularmente por haber repatriado en 1880 los restos del General José de San Martín) y el Monte Cervantes (conocido como el “Titanic Argentino”, encalló en 1930 en el Canal de Beagle).

En 2006, Sorbille buceó en la superestructura de este último, ubicada entre los 10 y 40 metros de profundidad, como parte de un documental. El contacto con la historia fue directo: “Pudimos hablar con la última sobreviviente de dicho naufragio”, recuerda.
Actualmente, los que más convocan a los buceadores argentinos son los pecios artificiales (buques hundidos intencionalmente para generar ecosistemas marinos) ubicados en Mar del Plata, Las Grutas y Puerto Madryn, el parque submarino más importante de la región.

En cualquier caso, la exploración de estos barcos hundidos demanda una preparación rigurosa para garantizar la seguridad del buceador y la integridad del pecio. En ese sentido, los interesados deben ser buceadores avanzados y contar con la especialidad en Buceo en Barcos Hundidos. Se requiere contar entre 30 y 50 inmersiones previas de experiencia, según la complejidad del sitio de buceo. Mientras que los buceadores deportivos recreativos pueden acceder a pecios hasta los 39 metros, la certificación como Recreational Deco Diver permite sumergirse a los 45 metros.
Jordán insiste en que la inmersión en pecios exige una flotabilidad perfecta para evitar dañar el ecosistema y la estructura histórica.
La regla de tercios
Además, en la planificación de la salida —que puede ser desde la costa, en embarcación o a través de los llamados “vida a bordo”, es vital respetar la regla de tercios para gestionar el consumo de aire y llevar equipo auxiliar como linterna, carrete y boya.

Se trata de un principio de gestión del suministro de aire que busca garantizar que el buceador siempre tenga aire de reserva suficiente para manejar cualquier emergencia durante el regreso a la superficie. Básicamente, se divide el aire total disponible en el tanque en tres partes iguales: un tercio para el descenso y la exploración del fondo (o del pecio), otro tercio para el regreso desde el punto más lejano o profundo hasta la superficie y un tercer tercio como reserva para cualquier emergencia o imprevisto.
Entre las historias de naufragios que despiertan mayor fascinación, Jordán menciona la del Hilma Hooker, en las Antillas Holandesas, Bonaire. “La nave mercante, que sufrió problemas de motor en 1984, fue remolcada al puerto y, tras una inspección, se descubrió un falso tabique con 11.000 kg de marihuana. El barco fue retenido como prueba y, tras meses de abandono, se hundió en la posición que hoy es visitada por miles de buzos”, recuerda.
Sorbille agrega otro ejemplo clásico: el “Orión”, un buque que naufragó hace un siglo frente a las playas de Santa Catarina, Brasil.

En cualquier caso, desde las frías profundidades patagónicas hasta los cementerios de guerra del Mar Rojo, los pecios son el testamento de un instante fatal donde el tiempo se detuvo para siempre. Un contacto directo con la memoria y el legado mudo de la navegación.
Coordenadas para bucear entre barcos hundidos
Actividades Subacuáticas Argentinas (ASA): Av. Comodoro Rivadavia 1550, CABA. Informes: 11 6222-1469 o 11 3864-9825. Mail: [email protected]. Web: www.asabuce.com.ar. Próximas salidas: en la segunda semana de diciembre, bucearán en las aguas de Bombinhas, Península de Porto Belo (Santa Catarina) yrealizarán inmersiones en el Pecio Orion, de 110 años de antigüedad-
Opus Buceo: Hilarión de la Quintana 3326, Olivos. Informes: 11 4172-2477. Mail: [email protected]. Web: opusbuceo.com.ar. Próximas Salidas: Angra dos Reis (Brasil). Del 14 al 20 de noviembre. Roatán (Honduras): Del 6 al 14 de marzo de 2026. Mar Rojo (Vida a bordo): Del 22 al 29 de agosto de 2026.
