MENDOZA.- Volver a los orígenes y echar luz sobre los enigmas del pasado. En ese tren histórico, un grupo de investigadores argentinos, con la colaboración de expertos alemanes y estadounidenses, revelaron indicios clave, geológicos y ambientales, de la formación de la Cordillera de los Andes, una de las cadenas de montañas más extensas del mundo.
De acuerdo con el estudio, el actual macizo andino en su parte central, durante el periodo Paleógeno, hace 65 millones de años, mostraba una realidad sorprendente: se encontraba bajo un clima tropical, cálido y húmedo, rodeado de lagos con cocodrilos, tortugas y boas. El análisis se centró en rocas sedimentarias de la Formación Divisadero Largo, ubicada en la provincia de Mendoza.
Así, el estudio es determinante para reconstruir de manera integral la historia del levantamiento del cordón montañoso y de las condiciones climáticas que afectaron a la región en el pasado. El trabajo científico internacional, que puede consultarse en inglés en la publicación Basin Research ( https://onlinelibrary.wiley.com/toc/13652117/2025/37/1 ), liderado por especialistas del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), aporta evidencia fundamental para comprender las condiciones que antecedieron al levantamiento andino y reconstruir cómo evolucionó la región en términos tectono-sedimentarios y ambientales.
Según los especialistas, este tipo de rocas se forman en cuencas sedimentarias, zonas deprimidas donde se acumulan materiales transportados desde áreas más elevadas. “Generalmente, estos sedimentos llegan arrastrados por ríos que descienden desde la cordillera, y pueden incluir fragmentos de otras rocas provenientes de diferentes montañas”, señalan desde el Conicet. Por tal motivo, el estudio de estos materiales permite reconstruir cómo era el paisaje en el pasado y qué sectores del relieve ya estaban elevados. Por eso, los sedimentos acumulados durante el Paleógeno en esta región de los Andes aportan información clave sobre una etapa aún poco conocida en la historia geológica andina.
“A partir de los estudios realizados en la zona de Divisadero Largo, determinamos que las rocas se formaron hace unos 65 millones de años y que, en aquel entonces, la región donde hoy se encuentra la ciudad de Mendoza estaba dominada por lagos poco profundos. En esos antiguos cuerpos de agua se han hallado restos fósiles de tortugas, cocodrilos y boas, lo que sugiere un clima cálido y húmedo”, explicó Lucas Lothari, becario doctoral del Conicet e integrante del Grupo de Tectónica del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianiglia, Conicet-UNCuyo-Gobierno de Mendoza) y primer autor del trabajo.
”También identificamos cambios climáticos muy marcados: por encima de los niveles con fauna típica de ambientes húmedos, comienzan a aparecer capas de yeso, un mineral que se forma en condiciones cálidas pero áridas, con muy poca humedad y dominadas por la evaporación”, señaló Lothari.
La labor de los científicos comenzó con la revisión de información y acciones previas sobre la zona. Luego, se utilizaron imágenes satelitales para identificar los lugares donde realizar las campañas de exploración. Posteriormente, se realizó el trabajo de campo para describir las rocas, tomar muestras y mediciones. “Para poder determinar la edad de las rocas procesamos las muestras en Alemania y luego las analizamos en laboratorios de Estados Unidos. En este sentido, tanto el Conicet como las colaboraciones internacionales resultaron clave para poder costear los trabajos de campo y los análisis”, destacó Lothari, quien firma el estudio junto con Julieta Suriano, José Mescua, Macarena Bertoa del Llano, Ahmad Arnous, Heiko Pingel, Manfred R. Strecker, Laura Giambiagi, Andres Echaurren, Matias Barrionuevo, J. Brian Mahoney y John M. Cottle.
“Procesos formadores de montañas”
Con este estudio, se echa luz sobre lo sucedido durante el Paleógeno, ya que permanecía poco comprendido, según indicaron desde el organismo nacional. “Este trabajo representa una pieza importante en los esfuerzos por comprender los procesos formadores de las montañas”, resaltaron.
Sobre la evolución de los Andes había algunas certezas de lo ocurrido antes, durante el Cretácico, hace aproximadamente 100 millones de años, al igual de lo que sucedió después, en el Oligoceno, hace unos 30 millones de años. “En otras áreas de la cordillera se había planteado la hipótesis de que durante el Paleógeno ocurrió una ‘quietud tectónica’, esto es, un largo periodo sin movimientos significativos. Sin embargo, en la región del Aconcagua recientemente se hallaron evidencias de que la cordillera habría crecido durante este periodo. “Nuestro trabajo, si bien no es concluyente, aporta evidencias que sugieren que el Paleógeno fue un periodo tectónicamente tranquilo”, comenta el científico.
Lothari puso de relieve el peso de este tipo de investigaciones, principalmente, porque ayudan a construir conocimiento sobre los procesos que ocurren en la principal cadena montañosa del continente. “Comprender la evolución de la Cordillera de los Andes y los cambios paleoclimáticos asociados no solo permite conocer mejor nuestro territorio, sino también mejorar las herramientas para anticipar procesos geológicos futuros. Este trabajo abre la puerta a nuevas investigaciones en una región clave de los Andes”, completó el investigador.