Sostenibilidad: la nutrición responsable promueve la conservación del suelo y afianza los sistemas productivos

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Un aspecto clave es el cuidado del suelo, y los fertilizantes juegan un papel vital en la nutrición de los cultivos y en la mejora de la fertilidad del suelo, asegurando que este recurso fundamental para la agricultura permanezca saludable y productivo a largo plazo. Al utilizar fertilizantes de manera responsable y siguiendo las mejores prácticas de manejo, se promueve la conservación del suelo, evitando la erosión y su degradación.

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La sostenibilidad de nuestros sistemas podemos abordarla desde tres miradas. La primera, desde la escala de lote, con sus características físicas, químicas y biológicas. La segunda, a nivel de sistema productivo, con una mirada de su manejo y, por último, la tercera, con una visión más holística, ya que con el manejo adecuado de la rotación logramos mitigar las emisiones, haciendo más eficiente todo el sistema productivo, acortamos brechas de rendimiento y cuidamos el ambiente.

Cuando ponemos la lupa sobre el lote, observamos que el mismo es un complejo que, en general, presenta tres fases: sólida (% arcilla, limo, arena y materia orgánica que define su estructura), líquida (solución del suelo: agua + nutrientes) y gaseosa (aire del suelo), siendo que las dos últimas dependen de la fracción porosa. A esta complejidad hay que sumar los organismos vivos que habitan el suelo: fauna edáfica, microorganismos y las raíces de las plantas. A todas estas relaciones debemos agregar una nueva dimensión: el impacto de la actividad humana. El tipo de sistema productivo (agrícola, ganadero, mixto), su intensificación, nivel de reposición de nutrientes, tipo de sistema de cultivo, tipo de maquinaria y el sistema de tránsito, son factores que afectan la calidad del suelo. Es esencial desarrollar sistemas productivos que consideren todas estas dimensiones e interacciones para poder mantener y mejorar la salud del suelo, la cual es esencial para lograr una producción agrícola sostenible, respetuosa del ambiente y rentable.

Cosecha de trigo al anochecer

Manejo

En el segundo plano ponemos el manejo del sistema productivo, las prácticas de manejo que implementamos han contribuido a la sostenibilidad, y otras, con la degradación de los suelos. El indicador más importante para evaluar cambios en la calidad de los suelos es la materia orgánica (MO). Cuando perdemos MO hay dificultades para la captación de agua por pérdida de estructura y macroporosidad; menor desarrollo de raíces por compactaciones que condicionan el uso de nutrientes y la eficiencia de uso del agua. Estos cambios en la “salud física de los suelos” requieren monitoreo de una serie de indicadores y un desafío para el productor ya que deberá definir la estrategia adecuada. Algunos de estos indicadores son: el índice de rotación (IR) que representa el aporte anual de biomasa de raíces y puede variar entre cuatro y ocho, el tiempo de ocupación (TO) representa qué porcentaje del año las “raíces activas” ocuparon el suelo. Y algunas estrategias que puede implementar el productor son: el uso correcto de implementos para descompactar los suelos y la inclusión de cultivos de cobertura.

Ya en el tercer plano podemos decir que el sector agropecuario en la Argentina tiene un impacto significativo en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Según la Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC) de 2020, este sector representa aproximadamente el 45% de las emisiones totales de GEI del país. Según un informe del 2023 del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, estas provienen principalmente de actividades como la fermentación entérica del ganado, la gestión de estiércol, el uso de fertilizantes y la deforestación. Estos datos subrayan la necesidad de implementar prácticas más sostenibles en el sector agropecuario, para reducir las emisiones y mitigar el impacto ambiental.

Para abordar de manera efectiva esta reducción de emisiones, es crucial estudiar la huella de carbono por cadena de valor o sistema de producción agropecuario. Este enfoque permite identificar los puntos críticos de emisión “hotspots”, y diseñar estrategias específicas para mitigarlos, optimizando recursos y maximizando la reducción de emisiones, contribuyendo a un sector agropecuario más sostenible y resiliente.

Pensar en sostenibilidad implica poner foco en cada uno de estos escenarios, porque están interconectados, uno lleva al otro. No podemos pensar en mitigar emisiones sino pensamos en realizar un correcto manejo del sistema y todo esto implica conservar o mejorar la salud física, química y biológica del suelo.

La autora es miembro del comité de Sostenibilidad de Fertilizar AC

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