Soy optimista del futuro de la humanidad

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Cuando Colón regresó de América con unos indígenas, unos frutos y mucho que decir, qué habría pensado la reina Isabel la Católica, la mujer más importante de la historia.

Me imagino, cuando Colón regresó de América con unos indígenas, unos frutos y mucho que decir, lo que la reina Isabel la Católica, la mujer más importante de la historia, pensó o se imaginó sobre lo que acababa de suceder. ¿Un nuevo mundo? ¿Qué tan grande es? ¿Hasta dónde nos puede llevar? ¿Qué futuro nos trae ese nuevo descubrimiento?

Un escalón más abajo, en dimensión por lo menos, ¿qué podría pensar sobre su futuro el ciudadano europeo del siglo 18 cuando se inventó la máquina de vapor, producto de la energía que proviene del carbón? El artesano, el campesino, el tejedor, el zapatero, el hilandero, el carretero, el cochero, el minero, entre otros, que perderían su empleo y su modus vivendi, ¿se enteraron de lo que se les venía? Los dirigentes políticos de entonces, ¿vieron la migración masiva a las ciudades y los cordones de miseria que se crearon?

100 años después Tesla, Faraday y Edison se inventan la luz. Adiós a los caballos, bienvenido el carro. El motor de combustión eléctrica crea la industria automotriz y la luz cambia la vida, cambia las ciudades, aparecen los electrodomésticos y nuevas industrias antes impensables, como la de las comunicaciones, la del acero, la química o las de producción masiva. Nace la economía de consumo, la logística se vuelve fundamental y hasta la guerra, con su rentable industria, cambia.

El motor de combustión eléctrica crea la industria automotriz y la luz cambia la vida, cambia las ciudades, aparecen los electrodomésticos y nuevas industrias antes impensables.

Era casi imposible para la reina española, los indígenas americanos, los españoles y hasta los mismo europeos saber como iba a cambiar el mundo con el éxito de Colón en su viaje a las indias. La información que existía era muy básica o casi inexistente. Hoy, en retrospectiva, ya sabemos lo que este episodio nos dejó: 500 millones de mestizos que hablamos español.

Lo mismo se puede decir de los líderes sociales y políticos durante estas dos últimas revoluciones. Eso sí, había mucha más movilización social, se crearon los sindicatos y hasta un gobernante, Teddy Roosevelt, en Estados Unidos obligó a los grandes monopolios a diversificarse.

La siguiente gran revolución en la sociedad nace con la llegada de la internet, las redes sociales y la inteligencia artificial. Algunos la dividen en dos, pero eso no importa, dada la profunda, y rápida, transformación que esta última revolución creó nuestra sociedad.

Que un acto de infidelidad lo vean casi en vivo y en directo más de 60 millones de ciudadanos pone de presente el mundo en el que hoy vivimos.

Que un acto de infidelidad lo vean casi en vivo y en directo más de 60 millones de ciudadanos pone de presente el mundo en el que hoy vivimos. No vale la pena centrarse, como lo hicieron las redes sociales, en la estupidez de los afectados, y en especial de sus familias. Ese dolor hay que respetarlo y, la verdad, nos debe romper el corazón. Lo importante es la inmediatez, la velocidad y el impacto que esta revolución digital dejó en nuestra sociedad y que la mayoría, como lo demostró esta pareja, parecen no entender.

A este mundo light, de estupidez comunal con enormes implicaciones, le llegó la inteligencia artificial. En las otras revoluciones se necesitaron décadas para que se sintieran los cambios. En este caso, en pocos años el mundo va a cambiar de una una manera tan profunda que el descubrimiento de América, la revolución industrial o la llegada de la luz eléctrica van a parecer pequeñas disrupciones en la historia.

Ayer mi hija y su novio me preguntaron: “¿La inteligencia artificial nos va a embrutecer o nos va a enriquecer?”. Un trabajo en el que normalmente se gastaban dos días lo hicieron en apenas dos horas. “Depende”, les dije. Luego nos enfrascamos en una gran discusión con mi hijo en el chat de la familia. “La tecnología va mucho más rápido en este momento de lo que el humano puede aprender, tampoco hay mucha tecnología disponible para todo el mundo y hoy hay tecnologías que están hechas específicamente para recortar horas hombre en el trabajo”, me escribió.

La inteligencia artificial va a cambiar el mundo rápidamente y cientos o miles de millones de empleos se van a perder.

Lo mismo pasó en la revoluciones anteriores, por eso las mencioné, y en las grandes disrupciones en la historia. Una diferencia fundamental: la información entonces era escasa y lo que pasa hoy es en directo. La adaptación al nuevo mundo va a ser brutal, como lo fue durante la revolución industrial o la depresión de los 30s. Una diferencia que tiene mucho de positivo y mucho de negativo. Lo positivo, en la historia del mundo sus habitantes nunca han tenido el acceso a la información y a la educación de hoy. Lo negativo, ese acceso genera todo tipo de distorsiones de la realidad que llevan a una polarización masiva, comparable quizás, con lo que el mundo vivió en la Segunda Guerra Mundial, y eso, pues en ese momento la información no era tan masiva como hoy.

Claro, la inteligencia artificial va a cambiar el mundo rápidamente y cientos o miles de millones de empleos se van a perder. ¿Cuáles se van a crear? ¿Cuántos? Lo único claro es que vamos a ser testigos en vivo y en directo y los líderes mundiales van a tener que enfrentar narrativas dificilísimas con pocas opciones. Esa información masiva también servirá para que se tomen decisiones, día a día, con más conocimiento que de cierta manera logren amainar en algo el sufrimiento. Sin embargo, esa incertidumbre nos va a conducir, lastimosamente, a una opinión pública más visceral y más pesimista que la de hoy, lo que es mucho decir.

Finalmente, el individuo se la va a tener que jugar toda, en eso todas estas revoluciones son iguales, y la inteligencia artificial puede ser una bendición o una condena. Va a depender del individuo y su trabajo, pues todo lo que necesita para superarse va a estar a la mano, o a un click, de distancia.

Es fundamental cambiar todo el modelo educativo, desde el mismo colegio, donde la inteligencia artificial y la virtualidad pueden darle a los jóvenes de mañana, y en algo a los de hoy, una capacidad distinta para enfrentar esta nueva realidad.

Lo que sí es fundamental, y ya, es cambiar todo el modelo educativo, desde el mismo colegio, donde la inteligencia artificial y la virtualidad pueden darle a los jóvenes de mañana, y en algo a los de hoy, una capacidad distinta para enfrentar esta nueva realidad. Esa capacidad está ausente y la responsable es una educación que sigue siendo la misma de hace tres siglos, en el colegio y en la sobrevalorada universidad. La captura de este sector por sindicatos, que solo ven por su interés; por ideólogos, que solo adoctrinan, y un sistema que no se ha adaptado a la transformación tecnológica (al contrario, se aferra al pasado), es la que va a condenar a millones o a cientos de millones a perder su trabajo, pues no saben navegar el mundo que llegó.

Lo que hay que enseñar y cómo se debe enseñar debe cambiar. Desde el aprendizaje del lenguaje y lo más básico de la educación hay que revaluarlo, pues la IA reemplaza mucho de lo que hoy aprendemos.

¿Qué se necesita aprender? Ciertamente, no es lo de hoy, quizás con excepción de la comprensión de lectura. Aprender a pensar, aprender a buscar, aprender a utilizar las herramientas que hoy existen debe ser el modelo de la nueva educación. ¿Y la universidad?, que como ya dije está sobrevalorada, borrón y cuenta nueva es lo que se necesita en ese sector de la educación.

La educación llega tarde, si es que ha llegado, que es debatible, a la revolución digital.

La educación llega tarde, si es que ha llegado, que es debatible, a la revolución digital. Lo que pase en los próximos años en esta industria (que ya no se puede medir en décadas, pues la velocidad del cambio lo impide) va a determinar tres cosas: primero, que tanto los jóvenes, los adultos y los viejos se puedan adaptar el nuevo entorno de trabajo que viene y, por ende, el tamaño del desempleo estructural; segundo, que tanta innovación en todos los temas de la nueva economía se vaya a dar en la base y, por lo tanto, que la concentración del poder que hoy hay en la cúpula de ese sector no siga creciendo, sino que se reparta más, y tercero, la estabilidad política de nuestras sociedades, pues si las dos anteriores no se dan esta última no va a existir.

Creo en el ser humano y en su capacidad de adaptación, de creatividad y de superación en medio de las peores dificultades. Así sobreviví un secuestro. Por eso soy, en medio de este complejo escenario, optimista sobre el futuro de la humanidad.

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