Este domingo se disputa una nueva edición del superclásico. Y de los 113 que se jugaron en el estadio Monumental (de los cuales 45 ganó River, 31 Boca y empataron los 37 restantes), LA NACION seleccionó a los 10 más destacados, en ese siempre arbitrario juego periodístico en el que puede quedar en el camino alguno que el lector crea que merece formar parte.
El primero, en 1938
Apenas tres meses después de que la pelota ruede por primera vez en el coloso de cemento ubicado en la avenida Figueroa Alcorta 1797, en el barrio de Belgrano, River recibió por primera vez a Boca en su nueva cancha.
Fue el centrodelantero local Luis Rongo quien marcó por duplicado aquel domingo 4 de septiembre de 1938. Delfín Benítez Cáceres estableció la igualdad para el Xeneize en dos ocasiones. Como era habitual por esos tiempos, el árbitro de ese superclásico que terminó 2 a 2 fue Bartolomé Macías.
Rongo había sido protagonista de un curioso récord un año antes, cuando en la primera rueda del campeonato de 1937 fue protagonista en un equipo de River que realizó una campaña extraordinaria, pero para la segunda rueda pasó a préstamo a Argentinos, que a fin de año perdió la categoría junto a Quilmes. Es decir que en una misma temporada integró el plantel campeón y descendió.
La tristeza de la Puerta 12
El 23 de junio de 1968 se produjo la peor tragedia de la historia del fútbol argentino. Sucedió a la salida de un River-Boca que finalizó 0 a 0, cuando los hinchas (en su mayoría, fanáticos del Xeneize) bajaron por las escaleras que desembocaban en la Puerta 12 y allí se encontraron con una violenta represión policial que provocó la muerte de al menos 74 personas identificadas (aunque hay versiones que aseveran que la cantidad real de fallecidos superó los 200).
Del partido en sí se recuerda que en la previa Rojitas le robó la boina que Amadeo Carrizo utilizaba por costumbre y como cábala, y que luego se la devolvió. Carrizo tuvo una actuación sobresaliente y fue el máximo responsable de que Boca no se vaya ganador.
Sin que él lo supiera, aquel fue también el último superclásico disputado por el gran Amadeo, que quedó libre a finales de 1968.
La mayor goleada de Boca a River
Domingo 7 de marzo de 1982. Jornada inolvidable para el pueblo xeneize. Esa tarde, River se puso en ventaja a los 4 minutos con un gol anotado por Jorge Alberto Tevez (sin parentesco con Carlos, el ídolo contemporáneo), pero Boca edificó la mayor goleada de su historia ante el eterno rival en el Monumental.
Un cabezazo de Oscar Ruggeri estableció el 1 a 1 a los 12 minutos, y dos goles de Ricardo Gareca y otros dos de Carlos Cacho Córdoba sentenciaron el inolvidable 5 a 1. Que pudo tener otras cifras si no fuera porque Alberto Montes, arquero del Millonario, le detuvo un penal a Córdoba y sobre la hora Jorge García desvió un remate desde los 12 pasos para River.
Electrizante de principio a fin
Fue un partido lleno de emociones disputado el 22 de noviembre de 1987. Apenas comenzado, River pudo abrir el marcador de penal a los 4 minutos, pero Omar Palma falló su remate y todo siguió 0 a 0. Boca, dirigido por Juan Carlos Lorenzo (prócer de la institución) se puso en ventaja a través de dos golazos de Jorge Rinaldi (gran palomita sobre el final del primer tiempo y soberbio contragolpe en la segunda etapa).
Era todo azul y oro, pero el Millo despertó a tiempo y lo empató en tres minutos, gracias a los goles de Jorge Da Silva y Enrique Corti. Empujado por su gente, River fue por más y Palma tuvo revancha, al estampar el 3 a 2 a tres minutos del final.
Para que el final sea aún más electrizante, Boca tuvo la gran oportunidad de empatarlo en la última acción. Con la clara indicación del árbitro Loustau de que no había rebote, Jorge Comas se paró frente al balón, miró al joven arquero Sergio Goycochea, tomó carrera… y la pelota se fue muy por encima del ángulo izquierdo. La postal de los jugadores del Millo celebrando y Comitas en cuclillas, lamentándose, resumieron la gran fiesta riverplatense.
El adiós de Maradona
El superclásico que se disputó el 25 de octubre de 1997 quedó tallado en la piedra por un hecho que marcó un antes y un después: ese sábado, en el Monumental, Diego Armando Maradona disputó su último partido oficial como futbolista. Con el dato adicional de que ni él mismo lo sabía, ya que tomó la decisión en los días posteriores.
Ante un marco espectacular (que antes se plegó al emotivo minuto de silencio en homenaje a los 9 meses que se cumplían del asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas), River se puso en ventaja poco antes del entretiempo gracias a un gol de Sergio Berti.
La actuación de Diego, desmejorado físicamente y con un recurso de amparo para poder seguir jugando a pesar de haber dado positivo en un control antidoping realizado tras el partido de la primera fecha contra Argentinos Juniors, fue muy discreta. Al punto que, según contó Héctor Veira (entonces DT xeneize) en el vestuario le dijo entre lágrimas: “No va más”.
Para el segundo tiempo, Claudio Caniggia reemplazó a su amigo Maradona y un joven Juan Román Riquelme ingresó por Nelson Vivas. Y todo cambió.
Julio Toresani estableció el 1 a 1 a los dos minutos del complemento, y 20 minutos más tarde llegó el 2 a 1: bajo una suave llovizna, un platinado Martín Palermo se elevó más que nadie en el área para conectar un corner enviado desde la izquierda.
La fiesta azul y oro fue total, con un Diego Maradona desencajado que reingresó al campo de juego tras el partido para hacer gestos obscenos y celebrar con los hinchas de Boca. Fue la última postal del gran ídolo como futbolista.
Remontada épica
Cualquiera que solo vea el primer tiempo del superclásico que se jugó el 23 de marzo de 1997 podría imaginar que Boca goleó a River por una amplia ventaja. La superioridad fue notable, al punto que antes de la media hora el Xeneize ganaba 3 a 0 (dos de Sergio Martínez y uno de Gabriel Cedrés) y Roberto Bonano le había atajado un penal a su tocayo Pompei. Baile total.
Pero el descuento de Sergio Berti antes del final de la primera parte encendió la luz de esperanza en los locales. Sumado a que Boca siguió desaprovechando oportunidades de manera increíble.
El equipo dirigido por Ramón Díaz olió sangre y allá fue, voraz. Facundo Villalba descontó a los 31 y Celso Ayala, con cabezazo passarelliano, clavó el 3 a 3 a tres minutos del final.
Todo pudo ser perfecto para el Millo, pero Rodolfo Arruabarrena, de chilena y en la línea, evitó el 4 a 3 de Enzo Francescoli.
La “gallinita” de Tevez
El clima era irrespirable. Tras el 1 a 0 logrado por Boca en la Bombonera en el primer superclásico de la historia sin público visitante (que además había sido testigo del escándalo en el que Marcelo Gallardo le arañó el rostro a Roberto Abbondanzieri), el Monumental se preparó para hacer valer su localía e intentar dar vuelta la historia para avanzar a la final de la Libertadores 2004.
Un golazo de Lucho González (soberbio derechazo desde 25 metros) había dejado igualada la serie. Pero el encuentro tendría más emociones: el Mellizo Guillermo Barros Schelotto sacó de las casillas a Hernán Díaz (ayudante de campo del DT Leonardo Astrada) y en el tumulto hizo echar a Rubens Sambueza (“Te echó”, le dijo al jugador de River, que fue a insultar al árbitro Baldassi, que recién entonces le mostró la tarjeta roja).
En medio de ese desorden, Carlos Bianchi dispuso el ingreso de Franco Cángele, que un instante después desbordó por izquierda, sacó el centro atrás y Carlos Tevez estampó el 1 a 1 para silenciar a todo el estadio.
El festejo del Apache fue agitando los brazos, como solía hacer en esa época, pero Baldassi lo consideró una provocación y también lo mandó a las duchas.
Sobre la hora, Cristian Nasuti marcó el 2 a 1 y todo se definió por penales, donde el Pato Roberto Abbondanzieri le contuvo el remate a Maxi López y Javier Villarreal metió a Boca en la final de la Libertadores por cuarta vez en cinco años.
Show de Higuaín
Poco después de que Ricardo La Volpe reemplazara como DT a Alfio Basile (que a pedido de Julio Grondona asumió al frente de la selección argentina), Boca visitó a River en el Monumental.
Era el partido que el Xeneize no podía perder. Pero lo perdió. Ante un River intratable dirigido por Daniel Passarella y en el que, entre otros, se lucía un joven delantero voraz que no perdonaba: Gonzalo Higuaín.
Fue 3 a 1, con dos goles del Pipita y otro de Ernesto Farías. Rodrigo Palacio descontó para el conjunto azul y oro tras una asistencia de Fernando Gago, actual DT xeneize.
El inicio de la era Gallardo
Después de sorprender con un planteo agresivo y al límite de las infracciones en la ida de esa serie de semifinales por la Copa Sudamericana 2014, donde rescató un 0 a 0 importantísimo, River recibió a Boca convencido de que ahí se terminaría la racha adversa frente a su eterno rival.
Al minuto, el Xeneize tuvo una ocasión inmejorable: penal a favor. Emmanuel Gigliotti asumió la responsabilidad, pero su remate fue anunciado y a la izquierda del arquero Marcelo Barovero, que voló hacia allí y lo desvió.
La serie, parejísima, se definió con un golazo de Leonardo Pisculichi a los 16 minutos. Sobre el final de la primera etapa le anularon un gol a Gigliotti por un offside que no existió.
River coronó el inicio de su era dorada ganando la final y levantando su primer título internacional después de 18 años de sequía.
El que no se jugó
Desde lo deportivo, fue el Superclásico más esperado y, a la vez, el más triste. El 24 de noviembre de 2018, River y Boca debieron definir la primera final de la historia de la Copa Libertadores entre sí.
Sin embargo, un ataque a piedrazos contra el micro que trasladaba al plantel xeneize al Monumental provocó la suspensión del encuentro, que tampoco se jugó al día siguiente y terminó mudándose a la casa del Real Madrid, el Santiago Bernabéu, donde el 9 de diciembre River gritó con fuerza la victoria más importante de su historia.