No fueron meses fáciles para Susana Romero. Acaba de salir de una internación a la que entró para que le hicieran un stent, pero se complicó y estuvo muy grave. Ahora se repone en su casa de San Isidro, en compañía de sus dos fieles perros, Matilda y Charly. Susana es cálida y habla pausado, pensando en lo que dice. Pasa sus días pintando y también ocupándose de El Paraíso de los Animales, un santuario ubicado en General Rodríguez del que es madrina desde hace veinte años. Vegetariana desde hace más de tres décadas, la actriz es defensora de los derechos de los animales. En una charla con LA NACION profundiza sobre ese tema, habla de su salud y del apoyo de sus hijas.
-¿Cómo estás de salud?
-No sé cómo salí, no sé cómo estoy acá ahora, en este plano. Porque la última internación fue tremenda. Tengo un problema genético relacionado con las arterias; se me tapan. Esta última vez tuvieron que destaparme la arteria femoral; aunque no es cirugía invasiva se complicó y me trajo muchos problemas. En los últimos años me pusieron siete stents, cinco en el corazón y dos en la pierna. Todo tiene que ver con el estrés, y se me juntaron varias cosas. Esta vez era algo rápido, con un día de internación.
-¿Y qué pasó?
-Que se complicó, aunque como estaba con la anestesia no me di cuenta de muchas cosas. Me hicieron la intervención y salió todo bien, pero me empezó a bajar la presión. No saben qué fue lo que pasó… Se me enrojeció todo el cuerpo, entré en shock y casi me muero. La presión empezó a bajar y no la podían subir con nada. Entonces tuvieron que ponerme 20 drogas distintas, porque no sabían qué era. Al final estuve internada una semana y media. Sufrí muchísimo, y por más que estaba anestesiada, sentí todo. Estuve dos días inconsciente. No sabía que estaba mi hija al lado mío… Fue hace tres meses…
-Sos una mujer de mucha fe, ¿crees que eso te salvó?
-Sé que me cuidan desde arriba. Siempre me han cuidado desde arriba, pero no sé hasta cuándo lo harán. Siempre tuve una salud complicada… Sufrí mucho toda mi vida, incluso desde antes de nacer, porque mi madre no me quería tener. Mi vida fue dolorosa y pienso que todo eso se va acumulando…
-El trabajo debe haber sido muy sanador…
-Muchísimo. Siempre digo que la vida es una de cal y otra de arena, pero el trabajo me ayudó a sanar. Dejé de trabajar porque ya no me sentía muy cómoda, había gente nueva y pasaron muchas cosas. Cuando tuve esa conexión con la Virgen hubo mucha gente que me creyó y otros que no… Me aparté del medio porque me sentía muy incomprendida. No se puede luchar con eso. Y no hablo del público, porque siempre me sentí muy querida y me lo hicieron saber, sino de algunas personas del medio. Entonces, ¿para qué voy a seguir luchando con algo que no tiene sentido? En cambio, la gente siempre fue maravillosa conmigo; recuerdo una temporada que hice con Emilio Disi y un grupo de mujeres había comprado flores y cuando salí a saludar, cada una se levantó de la butaca para darme una flor. El público me ayudó a superar en montón de cosas porque me dieron mucho cariño… Me ayudaron a sanar. Y mis hijas también, por supuesto.
Sus amores
-Una de tus hijas vive en el exterior…
-Sí. Nicole vive un poco en Francia, otro poco en Andorra; viaja mucho con su marido. Ahora están en Miami visitando a la suegra… Me invitaron a ir y tal vez viaje con mi Cali, que vive acá, en Buenos Aires. Cali me acompaña mucho pero tiene su vida, claro. Igual, toda mi vida estuve sola. Estoy rodeada de mis cosas, de mis perritos, de mis pájaros, el verde del jardín.
-Siempre tuviste mascotas…
-Sí. Hasta el año pasado estaba Angelina, tenía mezcla de husky; bailábamos y me hacía muy feliz, me quitaba la melancolía. Mis perros siempre fueron rescatados; cuando se murió Angelina pensé en adoptar. Pero no es tan fácil poder adoptar, porque te piden un montón de cosas. No funcionó en el primer refugio al que fui… El tema no pasa por acumular animalitos en lugares que parecen cárceles. Esos perritos no tienen cariño ni nadie que los lleve a pasear durante la semana. Solamente salen una o dos veces, cuando la gente va a adoptarlos. Prefiero los animales en libertad. Es muy difícil hacerse cargo en este país, porque no hay plata y dependen de la ayuda de la buena gente. Hablo con conocimiento del tema, porque fui rescatista durante muchos años. La gente abandona a los animales; es tremendo. Ayudé hasta que pude y mis hijas me dijeron “basta mamá…”. Ahí empecé con los problemas del corazón…. Era tanto el sufrimiento que vi, que me terminé enfermando yo. Al final adopté a Matilda y a Charly en un refugio que se llama Zaguates, y los encontré por Instagram. Me pidieron si podía tener una perrita en tránsito y les dije que sí, pero que no sabía si la iba a devolver cuando vinieran a buscarla. Y así fue (risas). Así pasó con mis dos mascotas.
-Además, sos madrina de un santuario de animales…
-Sí, El Paraíso de los Animales. Hace veinte años que soy la madrina y me acerqué porque estaban en un predio que en ese momento era de un banco que quería rematarlo. Fui a hablar y el buen hombre les dio una prórroga por tres o cuatro años. Y después, una señora de Estados Unidos los ayudó. Hay vacas, gallinas, cerdos, pavos reales, caballos; hay 850 animales. Lo llevan dos hermanas que son amigas mías, Noemí y Gabriela Bezeric, y el marido de Gabriela, Armando. Ahora también funciona un hospital veterinario bien equipado y está libre para que lo use cualquier entidad benéfica que ayude a los animales para castrarlos, para curarlos. Todo gratis. No existe un lugar así en la Argentina. No es solamente una fundación para perritos o gatos, no. Es un santuario. Para quienes puedan ayudar, pueden contactarse a través de su página web (elparaisoanimal.org) y por mail ([email protected]).
-Hace muchos años que seguís una dieta de alimentación consciente y sos vegetariana.
-Treinta años. Primero fui vegetariana y luego vegana. Dejé de comer carne por amor a los animales, porque no soporto que maten a un animal para que yo pueda comer. Ahora sí como huevos, por ejemplo. Porque algunas cosas ahora me obligaron los médicos. En mi caso, el hierro me destroza; me caen muy mal las pastillas de hierro. A veces hay que suplementar.
-¿Y te cocinas?
-Sí. Me cocino todos los días. Aunque ahora hay muchos lugares de comida vegetariana o vegana; antes era difícil encontrar.