Quince meses atrás, volvía al Turismo Carretera. Atrás quedaba la increíble experiencia, con abrupto final, en el IndyCar. El autódromo de Buenos Aires, el mítico circuito N°12, ese que no tendrá el mismo dibujo cuando se ejecuten las obras de remodelación del autódromo Oscar y Juan Gálvez, con miras al MotoGP 2027 e ilusionarse con la vuelta de la Fórmula 1, fue el escenario del reencuentro con el automovilismo nacional y el espacio para energizarse en un ambiente en el que su padre Alberto fue una leyenda en la preparación de los coches. Agustín Canapino tomó las últimas fechas del año de readaptación para enseñar toda la jerarquía en el nuevo curso, donde es el amo del TC: en Paraná logró la quinta victoria en el calendario, la cuarta consecutiva, igualando una marca que no se repetía desde 1990, con Emilio Satriano.
“No corro para la estadística, corro para salir campeón”, es una frase que representa a Canapino, un piloto con una voracidad ilimitada. “Tener este auto es mérito de tanto trabajo. Quedan dos carreras todavía, el automovilismo es impredecible. Siempre corro para ganar y pensando a la vez”, agregó el arrecifeño, que se impuso por primera vez en el circuito paranaense.
El tercer puesto en 2007 se ofrecía como el mejor resultado en un trazado que el TC visitó en 32 oportunidades, uno de los escenarios emblemáticos que llegó a recibir dos veces a la categoría en una misma temporada. Chevrolet, con Guillermo Ortelli y Christian Ledesma –dos referentes de la marca- son los máximos vencedores, con cuatro victorias cada uno.
El cartel de candidato Canapino lo empezó a levantar en la prueba de clasificación y lo ratificó en la serie clasificatoria con un éxito contundente, después de pulverizar el cronómetro y ganar con una diferencia de casi cinco segundos sobre Matías Rossi (Toyota). En la final, soportó los ataques que intentó Agustín Martínez (Ford Mustang), en la largada y en los relanzamientos -tras los ingresos de los Auto de Seguridad-, y aunque el hijo del Gurí logró incomodar el triunfo del Titán nunca estuvo en riesgo. “Lo intentamos en los relanzamientos y después manejé mirando los espejos [para no perder la posición con Mariano Werner]”, comentó el entrerriano, que sumó su primer podio en el TC.
Una sonrisa para el piloto, de 21 años, que en marzo pasado tuvo una disputa mano a mano con Canapino en las TC Pick Up que finalizó con un toque y el abandono de los dos, y en junio pasado protagonizó un espectacular accidente en el autódromo de La Plata, con múltiples vuelcos, que derivaron en una hospitalización.
El triunfo le posibilita a Canapino ampliar la ventaja sobre sus rivales en la Copa de Oro, el mini torneo de cinco fechas que corona al campeón. No solo por terminar en el primer casillero del clasificador, sino también porque Julián Santero (Ford), Santiago Mangoni (Chevrolet) y Mauricio Lambiris (Ford) completaron un complejo fin de semana. Con dos fechas para el desenlace de la temporada, los cuatro pilotos que persiguen al arrecifeño deben la victoria, un requisito reglamentario ineludible para la consagración.
Además, dos de ellos –Rossi y Marcos Landa– son pilotos denominados de Último minuto: no integraron el lote de 12 clasificados para la Copa de Oro, pero entran en la ventana de los tres nombres mejores posicionados en el campeonato que pueden pulsear por el título en la última carrera.
Todos esos datos no entran en el espacio de Canapino, que se focaliza en correr, pero que en la semana dedica tiempo a trabajar en el taller del Canning Motorsports, la estructura que domina el escenario y que resultó la fusión en 2024 del JP Carrera y Las Toscas Racing. Mientras lidera con 47 puntos de ventaja frente a Rossi, logró igualar la racha de cuatro victorias consecutivas que en la historia firmaron Dante Emiliozzi, en 1936; Jorge Cupeiro, en 1965, Roberto Mouras, en 1985, y Satriano, en 1990.
Treinta y cinco años atrás, Satriano impuso una racha espectacular que lo empujó a ganar su primera y única corona en el TC: rompió el maleficio –no había ganado en todo el año- en Balcarce. Los circuitos de Lobos, Bahía Blanca y Olavarría completaron el póquer. La nueva estadística que podría emparejar Canapino, en Toay, el 16 de noviembre, es el registro que comparten Juan María Traverso y Mouras, que en 1978 y en 1984, respectivamente, lograron encadenar cinco victorias.
No corre para las estadísticas, aunque las marcas lo empujan a Canapino a lograr la única meta que persigue: ser campeón.