“En cada proyecto, nuestro espíritu es conservar y potenciar al máximo la preexistencia, y así fue la reforma y ampliación de este PH”, nos contaron las arquitectas Victoria y Lucía Kaufman, hermanas y socias de Pat Arquitectura de la obra que les tomó 10 meses.

Si de algo estaban seguras Victoria y Lucía era que querían generar una convivencia entre lo existente y lo nuevo, adaptando así la tipología de un PH de los 70 al modo de habitar actual de sus dueños, una pareja de 30 años. Se conservó todo el primer piso y se aprovecharon las divisiones más tajantes que traía la construcción original: el primero y segundo piso. “Disfrutamos mucho del proceso, nos encantó ir descubriendo la historia de la casa y su estructura”.
Entramos

Un desafío al que se enfrentaron desde un comienzo fue que los dueños de casa -una pareja de una arquitecta y un músico- se imaginaban su hogar no solo para vivir sino como estudio de arquitectura y de producción musical.

“La zona de circulación siempre estuvo por fuera de la pisada, entonces eso ayudó mucho a la decisión de separar la casa en dos plantas diferentes. La parte individual y más íntima la planteamos en una primera planta con living, estudio, dormitorio y baño y la social en la segunda con cocina, comedor y terraza”, explicaron.

El espacio de guardado era clave para los dueños, tal es así que se creó un muro equipado de madera que divide el dormitorio -con su baño y vestidor- del espacio de estudio y trabajo, cruzando de frente a contrafrente.

“La primera planta era la más consolidada. Había que buscar la forma de generar una expansión ahí, sin necesariamente romper la cáscara del PH, porque algunas de sus paredes eran portantes. Entonces, aprovechamos el vacío sobre el pasillo del PH y armamos un entrepiso liviano de metal desplegado”.

“Últimamente estuvimos reformando un montón de PHs y es muy interesante sumergirse en la historia de cada uno. Uno de los últimos fue un desarmadero de autos donde vivía y trabajaba una familia que se dedicó a eso toda su vida. Nunca creímos en el borrón y cuenta nueva si no en honrar lo anterior”.

En cuanto a los pisos, se conservan los originales como el granítico del hall de ingreso, la losa y parquet de madera de algarrobo en el primer piso. “Más allá de lo estructural, la decisión de conservar lo material, mientras flexibilizábamos los espacios, fue muy importante. Pensamos mucho en quiénes vivieron allí y que hoy ya no están pero dejaron su huella”.
La planta alta
El espacio participó en el Open House del año pasado donde recibió a más de 250 personas, entre ellas a la dueña anterior -una mujer de 70 años- quien vivió toda su vida allí y estaba impresionada con la reforma.

“Algo curioso que nos contó es que originalmente vivía una familia italiana que había emigrado a la Argentina en la posguerra. Recuerdo que ese día la fila pegaba la vuelta a la esquina. Fue increíble la repercusión en la gente», recordaron.

“Cuando empezamos la obra, nos dimos cuenta que los dueños anteriores tenían todo resuelto en una misma planta y en la superior donde hoy está la terraza, había un lavadero muy pequeño en un estado precario. Los espacios no estaban para nada aprovechados”.

“Hay algo muy interesante en abrir una vivienda privada al público; la gente suele preguntar mucho cómo se pensó y se vive hoy cada espacio y cuáles fueron las decisiones que se tomaron. No es lo mismo abrir un edificio recién terminado y a estrenar que un PH de este tipo”, sostuvieron.

“El espacio de arriba si bien está súper integrado, hay un momento en el que las vigas de madera del techo cambian de sentido, para marcar la diferencia entre la cocina y el living”.

“Sentimos que la estructura metálica le da mucha identidad a la casa. En este proyecto en particular nos importaron mucho las expansiones hacia el verde”.

