Fin de fiesta de una nueva edición, la número 49, de la Feria del Libro de Buenos Aires. Los editores que sostienen la estructura del evento, agotados por el trajín de tantos días —“quemados”, se suelen describir—, hacen un balance. ¿Qué números persisten a horas del cierre, qué diferencia hay con la edición del año pasado? ¿Qué sensación general puebla los pasillos de La Rural? ¿Cómo se relaciona lo que se vive en la Feria con la situación general del país? ¿Cómo seguir luego?
Las ventas de los gigantes
“Las ventas mantienen la misma tendencia positiva que la semana pasada, con un incremento del 20 al 25% en comparación con el año 2024″, cuenta Valeria Fernandez Naya, directora de Marketing y Comunicación de Penguin Random House, y aguarda los datos de la Fundación El Libro sobre la concurrencia, sin embargo es optimista: ve en su stand una “gran cantidad de lectores durante todos los días, incluidos los días de semana”. “Consideramos que la fuerza de las actividades organizadas por nuestras editoriales es un gran incentivo para atraer al público”, agrega.
El Grupo Planeta, por su parte, informó que registra un aumento del 25% en ejemplares vendidos respecto a la edición de 2024. Entre los títulos más solicitados por el público se destacaron El Eternauta; Recetas para vivir mejor de Daniel López Rosetti; Alas de sangre de Rebecca Yarros; Por si un día volvemos de María Dueñas; La felicidad de Gabriel Rolón; La traición de mi lengua de Camila Sosa Villada, y el tercer tomo de La casa Neville de Florencia Bonelli. En el terreno del ensayo y la crónica política, sobresalieron El país que quieren los dueños del periodista Alejandro Bercovich y Conspiración en Londres del historiador Felipe Pigna.
Como todos los años, la editorial de poesía Santos Locos integra un stand colectivo de varios sellos: La Coop, número 625, Pabellón Azul. “En estos días, en nuestro stand en particular, se está vendiendo muy bien”, cuenta su editor Marcos Gras, y si bien señala libros puntuales y algunos sellos, en lo colectivo, explica, “tenemos un piso de ventas histórico de determinados ejemplares y este año estamos 30% abajo de eso: es un 30% abajo del año pasado, que ya había sido un 30% abajo con respecto al 2023″.
El saldo de los pequeños
“Las jornadas profesionales se movieron poco en comparación al 2024: esa primera semana fue realmente preocupante. Después levantó un poco a un nivel más decente, pero tampoco tocando picos como los que uno esperaba”, y agrega dos “decisiones equivocadas” de los organizadores. Una, empezar el 22 de abril, “en un contexto con devaluación reciente y poca plata en el bolsillo de la gente”. Dos, extender el horario hasta las 22 horas: “Es una hora muerta. A partir de las 21 no hay nadie”.
Desde el stand 429 de Hotel de las ideas, sello dedicado a historieta y humor gráfico, Diego Rey cuenta que “hasta ayer estábamos un 5% arriba en unidades”, pero aún falta que pase este fin de semana, el último, con la compra de las bibliotecas populares, por lo que, augura, posiblemente lleguen a estar “entre un 10 y un 12% arriba”. “Es bueno, pero también es malo porque el año pasado fue horripilante”, dice y concluye: “Estábamos bajo tierra, ahora asomamos la cabeza por arriba de la superficie”.
Para Waldhuter Libros, gran stand ubicado en el Pabellón Azul, número 410, “la feria fue muy buena”. Así lo dice Jorge Waldhuter. “Estamos un 40% arriba del 2024 en unidades, con lo cual se recupera la baja del año pasado y casi que se vuelve a llegar a niveles del 2023, así que estamos muy contentos. Creemos que se debe, fundamentalmente, a que hemos manejado precios razonables. La mesa de libros que imprimimos aquí, en Argentina, de editoriales españolas, no ha aumentado en todo el año”, explica.
Mirar hacia atrás
Para entender la Feria del Libro 2025 también hay que mirar hacia atrás. La caída de las ventas, cuenta Santiago Kahn de La Parte Maldita (stand 1720), “viene desde el cambio de el gobierno, incluso antes también”: “Pese al contexto, la Feria del Libro del año pasado había sido bastante buena, al menos no tan mala como creíamos, con una merma de un 20% con relación al 2023. Hay que ver cómo sigue este año, pero parece que va a ser igual o un poquito peor que el año pasado, al menos para nosotros”.
“A todos nos está costando bastante este año, porque los libros están un poco caros con relación al poder adquisitivo del salario”, explica el editor. “Quizás tenés a las editoriales más grandes y multinacionales, o a los importadores, pudiendo traer material de afuera a precios que son competitivos con lo local. En otra época podrías haber dicho: ‘los libros importados son caros versus los argentinos’. Ahora está todo caro. Entonces eso a veces juega a favor del libro importado”, agrega.
Libros caros y menos títulos
“Los editores de los grandes sellos están todos contentos porque dicen que se está vendiendo mejor que el año pasado. Bueno, ¿qué pasa?“, se pregunta Marcos Gras. ”Hay menos plata, los libros están caros… caros, ¿respecto a qué?, es la pregunta…”, responde. Al estar caros los libros, “la gente se vuelca al mainstream y apuesta un poco menos por lo que no conoce. Ahí ya depende de cada uno el poder de convocatoria, la fidelidad de sus lectores, lo ducho que estés en comunicación, etcétera”.
Santiago Kahn agrega una variable importante: las editoriales están bajando, ya no solo la cantidad de ejemplares en la tirada, sino la cantidad de títulos que publican. “La feria sigue vinculada a las novedades, pero también al fondo editorial. Las editoriales grandes tienden a tener autores conocidos y fondo editorial muy grande. En las editoriales más chicas o medianas se notó el primer cimbronazo de la crisis económica en la reducción de la cantidad de títulos que salen por año o por mes”, explica.
Si “el público que compra libros es todavía reducido, ya no es súper masivo”, por eso muchas editoriales apuntan a público específico (“literatura coreana, la historieta, etcétera”), el problema de la reducción de títulos es un punto muy negativo: “La oferta también mermó, entonces salen menos cantidad de títulos: eso también va a redundar probablemente en una merma de ventas”.
Bibliotecas populares: ¿salvataje final?
Este año, como siempre, funciona el programa Libro%, donde las bibliotecas populares llegan a la Feria para comprar libros a mitad de precio. Ocurre ahora, en el último fin de semana: la Conabip. Este año las bibliotecas que participan son mil, la mitad de las que habitan el país. Y tienen tope: un millón de pesos. “Por un lado, es un montón de plata, y a la vez no tanta porque los libros están caros”, dice Santiago Kahn de La Parte Maldita. Las librerías también tienen su programa con descuento.
“Lo interesante es que las librerías y las bibliotecas pueden elegir el material que compran para su biblioteca. Entonces todos los años vienen bibliotecas de distintos lugares del país y se abastecen de material que, de otra manera, muchas veces no llegaría a sus ciudades y provincias”, dice Kahn, y agrega: “Obviamente que siempre acaparan bastante la atención las grandes multinacionales, pero en este caso esperemos que no, y que siga creciendo el espacio de las editoriales independientes”.
Efectivamente, las grandes editoriales están atentos a lo que ocurra este fin de semana con el programa dedicada a bibliotecas populares. Para Fernandez Naya de Penguin Random House, es “un evento clave que suele atraer una gran afluencia de público a nuestro stand, gracias a la riqueza y diversidad de nuestro catálogo. Sin duda, se trata de uno de los fines de semana más importantes de la Feria”.
Nombrar el incendio mientras nos quema
Días antes que comience el esperado evento literario comercial, los editores de Tinta Limón escribieron un texto titulado “Economía de guerra: a propósito de publicar libros en la coyuntura actual”, donde sostienen que “a la naturalizada violencia inflacionaria le sucedió la pandemia, luego la épica de la motosierra, el congelamiento de los ingresos, el reforzamiento de la precariedad con discursos sacrificiales, la destrucción del consumo y la trama productiva, el ataque frontal sobre los bienes comunes”.
Ahora, Diego Skliar, editor del sello que vende en el stand 1916, subraya la “creatividad del sector independiente”: “Los modos cooperativos: seguir juntos inventando maneras de estar y de circular”. Pero también ve “mucha dificultad económica en las personas que tienen un gran interés por recorrer la feria, caminarla, charlar y poca capacidad de compra. Se nota bastante en relación al año pasado”. “Si bien todavía falta el último fin de semana, lo vemos por debajo al del año pasado, que ya era malo”, agrega.
“En los últimos cinco años cerraron aproximadamente 450 librerías (25% del total); la ciudad de Buenos Aires perdió 1 de cada 3 librerías de barrio; gran parte de las editoriales independientes están endeudadas, operando con tiradas cada vez más cortas y muchas veces vendiendo por debajo del costo de reimpresión”, se lee en el texto mencionado. “Las páginas que imprimimos mientras el mundo arde quieren nombrar el incendio mientras nos quema. Son páginas contra la economía de guerra».
[Fotos: prensa Fundación El Libro; prensa Penguin Random House]