Teté Coustarot: la frase que se volvió un sello, la potencia de los lazos familiares y el ritual que la une a Mirtha Legrand

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Teté Coustarot: De la famosa frase de Giordano que se convirtió en una muletilla a las tardes de té con Mirtha Legrand

Su tono de voz es inconfundible; su porte y elegancia también. Stella Maris Coustarot, más conocida como Teté Coustarot, deja huella por donde pasa. Lo hizo a los 16 años en su Río Negro natal cuando fue reina de belleza de la manzana. También, a los 19 cuando se convirtió en la primera ganadora del célebre concurso Miss Siete Días, organizado por la popular revista.

Sin embargo, Teté siempre demostró que no era sólo una cara bonita. Mientras modelaba para las principales marcas del país, se graduó como periodista en la Universidad de La Plata. Y a pesar de que en los medios comenzó hablando de moda, poco a poco fue ganando su lugar haciendo entrevistas, conduciendo noticieros, desfiles, y programas inolvidables como fue Siglo XX Cambalache, junto a Fernando Bravo.

Siempre vigente, Teté Coustarot es una de las conductoras más elegantes.

Hoy, la destinataria de una de las frases más populares de Roberto Giordano sigue al frente de su ciclo Qué noche, Teté por Radio 10, de Argentina de película, un programa de cine que se emite los fines de semana por la pantalla de América TV, y brilla como jurado de Los Ocho Escalones por eltrece.

-Viajás, representás marcas, tenés tu programa de tele y radio. ¿Cómo es un dí­a en la vida de Teté?

-Soy organizada, así que no es un día muy agotador. Arranco temprano porque me despierto temprano. Después de la pandemia, dejé de trasnochar tanto. El desayuno me encanta, me encanta el aroma del café, por ejemplo. Para mí, es sinónimo de buen humor. Soy muy panera también. Ahora estoy tratando de evitar tantas harinas, así que como más huevo pasado por agua, jamón, palta. Después del desayuno, organizo mi día. Hay una parte que se ve (que es la del trabajo), pero hay otra que es ir a la peluquería, a la manicuría, a las pruebas de ropa… En fin, toda una cantidad de cosas que uno siempre tiene que hacer. Soy muy coqueta. Después, me meto de lleno en todo lo que es el trabajo. A veces tengo grabaciones de Los Ocho Escalones muy temprano.

-Ese es un programa que te encanta, ¿no?

-Sí, me encanta. Soy casi socia fundadora con Guido Kaczka (risas); siempre me presenta así. Cuando me llamaron, me dijeron: “Hay un programa de juegos, de preguntas y respuestas con Gerardo Sofovich y Guido Kaczka, que va a ser el conductor” y fui. En ese momento, nosotros como jurado contestábamos la misma pregunta que el participante y ese día yo estaba inspirada y supe todas las respuestas. Y ahí Gerardo, que era quien había propuesto que yo fuera porque sabía que era medio maestra ciruela, le dijo a Guido: “Viste, te dije”. Porque les costaba encontrar a una mujer que fuera, a muchas les daba vergüenza no saber la respuesta. Como a Gerardo, que cuando no sabí­a una respuesta se poní­a re mal. Yo le decía: “Sos humano, tranquilo. No tenés por qué ser una máquina”. A mí no me importaba no saber. Tengo un tono de voz muy seguro y parece que todo lo sé. Soy una enorme curiosa entonces sé un poco de todo.

-¿De dónde venía esa relación con Gerardo?

-Mi primer programa de televisión, Semana Nueve, lo hice con Gerardo en Canal Nueve, hace millones de años. Yo presentaba la moda y después a medida que fue pasando el tiempo empecé a hacer entrevistas y a hacer un montón de cosas más, así­ que siempre me lo cruzaba.

-Sos profesional, buena gente, tenés una voz única… ¿Sos consciente de lo que transmitís?

-No, nunca fui consciente hasta que empezaron a decírmelo. Yo empecé como modelo primero y ahí lo físico estaba puesto en primer plano. Después empezó a impactar mi voz (la misma de mi madre). Soy consciente de que es una voz que tiene un tono distinto.

Teté Coustarot empezó su carrera como modelo.

-¿Tus hermanas también tienen tu voz?

-No, no. Ni la voz ni el físico; somos las tres muy diferentes. La más chica, Diana, es un personaje. Cuando iba a hacer un trámite y decía su nombre siempre le preguntaban si era mi hermana. Cuando decía que sí, le decían: “Ah, no sos parecida” entonces ella se inventó una frase y ahora cada vez que le preguntan, contesta: “Sí, nosotras somos tres hermanas, tres bellezas diferentes” (risas). Somos muy unidas. A mí siempre me sorprende cuando escucho peleas entre hermanos. Nosotras nunca nos peleamos.

-¿Qué no dejás de hacer con ellas? ¿Pasar alguna fiesta, estar en los cumpleaños?

-No, no somos tan rigurosos con eso, sobre todo, porque Nidia vive en Tandil entonces no es que estamos cerca, pero si a alguna le pasa algo, estamos las tres como un bloque. Nos comunicamos todo el tiempo y hablamos a calzón quitado de todo. Para mí­ son un pilar enorme.

-¿Te siguen la carrera?

-Sí, y opinan también. Aunque ya no me ven tanto porque están hartas (risas). Nidia, la que vive en Tandil, es la madre de Mariano Zabaleta entonces también siempre estuvo muy atenta a su carrera como tenista y ahora que está en Disney trabajando.

-Volviste a la tele y encima con un programa de cine, Argentina de película…

-Sí, que me encanta. Siento que es un regalo del cielo este programa que empezamos en diciembre del año pasado. Nunca pensé que era algo tan lindo lo que me iba a tocar hacer porque pasamos películas argentinas y aparte invitamos al actor, a la actriz, al productor y surgen unas charlas que me encantan. A mí me encanta hacer entrevistas, soy charleta. Además, el mundo del cine es fabuloso porque es de mucha dedicación, de mucha vocación, de mucha espera. El programa ha tenido una aceptación del público que adoro. “Yo los sábados a la noche voy al cine con Teté”, me dicen (risas). La verdad que no puedo pedir más.

-¿Te gusta ir al cine?

-Sí, me gustó toda la vida. Yo iba mucho al cine cuando era chica en Roca, en Río Negro. Me vi toda la serie de las pelí­culas de Doris Day y creía un poco que la vida podía ser eso. También, veía las de tiros para los chicos; o sea, veía absolutamente todo. Aparte era en continuado.

-¿Las series te gustan?

-Sí, pero no me quiero enganchar mucho porque se me va mucho tiempo. Soy ansiosa y no es que puedo ver un capítulo y la semana que viene otro.

-¿Y el teatro?

-¡Me encanta! Creo que todo medio de comunicación para mí­ tiene un atractivo fenomenal. La radio me fascina, por ejemplo. Este programa que estoy haciendo hace 16 años –Qué noche, Teté- lo amo profundamente. Hay una comunicación en la radio que en la tele no pasa. En la radio te llaman enseguida, te cuentan lo que les está pasando, es todo más instantáneo.

Teté Coustarot, la conductora estrella de los desfiles de Roberto Giordano.

“Qué noche, Teté”, una frase que quedará para siempre… ¿En algún momento te agotó?

-No, no. Me hace gracia. He hecho Siglo XX Cambalache, programas emblemáticos y siempre digo: “Voy a quedar en la historia por ‘Qué noche, Teté’”, que es una frase genial de Giordano, un personaje con el que yo me divertí muchísimo. Lo pasé muy bien porque tenía mucho sentido del humor. Esos mega desfiles, esos mega shows que veía todo el mundo, eran extraordinarios.

-Se acaba de estrenar la serie de Menem, ¿Cómo fue vivir ese poder de los ‘90?

-Bueno, Winograd también hizo la serie de Coppola, donde yo participé presentando un desfile de Giordano en el que aparecían Coppola y Maradona. A Menem también lo conocí. La revista Caras hizo un concurso para la mujer más elegante y el hombre más elegante. Yo gané como la más elegante y él como el más elegante entonces tuve que ir a la quinta de Olivos a hacer la foto. Sentada porque yo le llevaba muchísima altura. Fue todo muy relajado y divertido. Después, nos dio pizza con champagne.

-Salió la biopic de Coppola, de Maradona, de Menem. ¿Te gustan ese tipo de series?

-Sí, me gustan. Aparte Winograd les pone un condimento de ficción y de humor también. A mí­ me encanta ver las cosas que pasaron. No estoy enganchada tampoco en el pasado ni pienso que fue mejor, ni nada pero me gusta porque es un ejercicio de memoria.

Coustarot junto a Diego Maradona y Roberto Giordano

-¿Cuándo sentiste que el “Qué noche, Teté” había llegado a todas las familias?

-Lo empecé a sentir en la calle. El que manejaba un camión, me gritaba: “Qué noche, Teté”. Paraba en una estación de servicio en la ruta y lo mismo. Después hicieron unas vinchas para el carnaval carioca en los casamientos con la frase. También, cuando fui a ver al Papa Francisco a la plaza de San Pedro. Había una especie de corralito para los argentinos y cuando lo atravesé empecé a sentir que me gritaban la frase desde distintos lugares. Ahí me largué a llorar porque no podía creerlo.

-¿Y el encuentro con el Papa cómo fue?

-Divino. Tenía toda una cantidad de cosas para decirle y no me salió nada. Él hacía todo el recorrido en el papamóvil y después se bajaba y venía a ese corralito donde estaba cara a cara con todos los argentinos que lo llenaban de alfajores, de dulce de leche. Yo le había llevado la foto de un chiquito enfermo de Necochea, la bendijo (o sea que pude balbucearle el nombre y lo que tenía) pero después fue imposible porque se te hace un nudo en la garganta muy fuerte. Lo único que le dije fue: “¿Lo puedo abrazar?” y lo abracé.

-¿Ves en alguien de estos tiempos como una sucesora de Teté?

-No sé, me parece que cada uno de nosotros es único. Hay en todo el país cantidad de chicas que me dicen que estudian periodismo, así que debe haber muchas y muchas mejores.

-¿Tu hija sigue viviendo afuera?

-Mi nieta es la que vive en Berlín. Está estudiando fotografí­a y está muy bien. Ella tiene mitad de sangre alemana, así que tiene familia allá. Ahora estuve con ella. Fui a Madrid hace poco y nos encontramos. Estuvo divino.

-Los domingos siempre te vemos en la foto de los té de “Chiquita” Legrand. ¿Cómo nacieron esos encuentros?

-Hace unos cuantos años ya. Mirtha tiene una energí­a que yo no puedo creer porque hasta hace poco los domingos tenía programa. Terminaba, llegaba a la casa y te recibí­a. Somos siempre entre ocho y doce como máximo. Nos encontramos, hablamos y ella está atenta a todo; dirige todo como si estuviera haciendo el programa. Yo a ella le digo “Chiqui boom”. Me acuerdo cuando empecé el programa con Boy Olmi, La hora exacta, me dijo: “Mirá Teté, te han puesto un color en la escenografí­a que es muy beige, muy amarillo. Vos sos muy rubia, Boy también, así que por favor pediles un poco de contraste”. Por supuesto que le hice caso, lo pedí y me lo cambiaron. Está siempre atenta a todo. Sabe, entiende lo que le pasa al otro; a mí me impresiona esa conexión que sigue teniendo. Registra, es perceptiva, se da cuenta de todo. Además, podés hablar de todo con ella; es pícara y muy graciosa. Esa cosa andaluza le ha dado una gracia y una chispa inigualable.

-Y a esos tés nunca fallás…

-No, no; si estoy en Buenos Aires tengo que ir. Aparte ella te hace un planteo si no vas: “¿Cómo que no vas a venir?”, te dice. Cuando llegamos, entra al living y la aplaudimos, le decimos lo linda que está. Todos los domingos con una ropa diferente. Después, nos sacamos la foto con ella en el medio; un clásico. ¿Sabés quién quería la foto siempre? Goldi. Las revelaba y al otro domingo nos daba a cada uno la foto con dedicatoria. Creo que hay algo de ella todavía presente en ese ritual. Y después cuando llega la hora, te dice: “Taza, taza… Cada uno a su casa” y ahí todos nos vamos (risas). Cuando le preguntan por qué sigue trabajando a esta edad, ella contesta con una frase que me encanta: “Si yo trabajo, soy eterna”. Y tiene razón.

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