Lunes a viernes, de 9 a 17. Cuarenta horas semanales, ocho por día. Tiempo más que suficiente para hablar de cualquier cosa, tomar café, hacer chistes tontos y bromas pesadas, iniciar algún romance, realizar algún trámite personal, irse a dormir al baño, apoyar a un compañero o hacerle la vida imposible a otro. Y, en los ratos libres, trabajar lo mínimo indispensable. Entre grandes despachos, pequeños cubículos y medianas salas de reunión, cualquier oficina reproduce, en escala, las mismas virtudes y los mismos vicios que el mundo exterior. Lo mejor y lo peor que la humanidad tiene para ofrecer, aflora sin que nada lo evite y sin que nadie lo espere.
Muchos lo vieron antes que Ricky Gervais, pero ninguno lo capitalizó como este comediante, guionista, director y productor audiovisual del Reino Unido. Con doce episodios (y un par de especiales) emitidos entre 2002 y 2004, The Office revolucionó por completo el mundo de las comedias laborales televisivas. Sedujo a los públicos de diferentes culturas e idiosincracias, lenguajes y costumbres. Uno de sus mayores méritos es haber logrado que el universo completo de trabajadores (desde los recién incorporados hasta los veteranos a la espera de la jubilación), se sintieran fielmente representados bajo el estilo narrativo del falso documental.
Al día de la fecha, la serie británica lleva generadas 15 adaptaciones en Alemania, Arabia Saudita, Australia, Brasil, Canadá, Chile, Estados Unidos, Finlandia, Francia, India, Israel, México, Polonia, República Checa y Suecia, siempre con actores y técnicos locales, priorizando contenidos propios y referencias autóctonas. La más exitosa de todas estas versiones, realizada en los EE.UU. entre 2005 y 2013, se transformó en un verdadero icono de la cultura pop y continúa en el podio de las plataformas mundiales de streaming, descargas de internet, venta de DVD y Blu-ray.
A doce años de su último episodio, este jueves HBO Max estrenó The Paper, el esperadísimo desprendimiento por el que tanto rogaron los fanáticos. Aunque no se trate de una secuela en el estricto sentido del término, viene bien echar una mirada retrospectiva al programa que disparó el culto global que no para de crecer: la filial estadounidense de The Office.
Saxo por violín
Bienvenidos a la ciudad de Scranton, en el estado de Pensilvania, sede de la principal sucursal de la papelera Dunder Mifflin. Al recorrer las instalaciones, encontrarán jefes irreflexivos y bienintencionados, empleados competentes y de los otros; y una gran cantidad de personal empático, testarudo, amable, trepador, dócil, sexista, tímido, holgazán y retraído, entre muchos otros rasgos.
“La idea nunca fue hacer una transcripción literal de la serie inglesa -dijo Gervais-, sino realizar el mejor cover que pudiéramos facturar. Imitando a la industria discográfica, en donde la canción original de David Bowie presentaba un saxo, nosotros pondríamos un solo de violín. Por suerte, encontramos a los solistas que necesitábamos para sonar afinados”.
Al frente de un amplio reparto con las espaldas necesarias para improvisar sin desvirtuar, estaba Steve Carell como el gerente regional Michael Scott. Autoproclamado “Mejor Jefe del Mundo”, sus intentos por ser gracioso y ocurrente terminaban siempre molestando y ofendiendo a sus subordinados. “El desafío más grande fue el de caminar sobre el filo entre lo gracioso y lo ofensivo, evitando caer en el lado oscuro y perturbador”, contó Carell.
Estableciendo ese tono para la comedia de situaciones, el personaje se mostró como un directivo incompetente y poco productivo, desesperado por transformar a sus compañeros en una familia sustituta que cubriera las carencias emocionales de su infancia. Para Gervais, “emitía comentarios racistas y discriminatorios, pero de manera involuntaria. No lo movía el odio, sino que estaba condicionado por los estereotipos sociales de su inconsciente”.
Al lado de Carell, Rainn Wilson y John Krasinski encarnaron a los vendedores estrella de la compañía: Dwight Schrute y Jim Halpert; Jenna Fischer a la insatisfecha recepcionista Pam Beesly; y B.J. Novak al trabajador temporario Ryan Howard. El resto del elenco lo completaban Angela Kinsey (la intolerante Angela Martin, jefa del departamento de Contabilidad), Brian Baumgartner (como el entrañable contador Kevin Malone), Óscar Núñez (el contador Óscar Martínez), Mindy Kaling (Kelly Kapoor, la superficial y obsesiva responsable de Atención al Cliente), Melora Hardin (como la disfuncional vicepresidenta Jan Levinson), Leslie David Baker (Stanley Hudson, un insatisfecho vendedor), Phyllis Smith (Phyllis Lapin, representante de ventas con baja autoestima), Kate Flannery (Meredith Palmer, responsable de compras con consumos problemáticos de alcohol), Paul Lieberstein (Toby Flenderson, el director de Recursos Humanos que es constantemente humillado por Michael Scott), Craig Robinson (Darryl Philbin, encargado del depósito), David Denman (Roy Anderson, empleado del depósito, en una relación con Pam), Devon Abner (Devon White, a cargo de la atención de proveedores) y Creed Bratton (controlador de calidad con pasado turbio, que responde al nombre de… Creed Bratton), entre otros.
Apelando al humor absurdo, la serie ponía en escena humillantes situaciones personales que eclosionaban en un espacio laboral, pero también abordaba las condiciones más brutales del cambiante mercado de trabajo. De hecho, el episodio piloto arranca con un equipo de documentalistas llegando a registrar el día a día de la oficina, justo cuando la vicepresidenta anuncia la inminente reducción de personal para evitar el cierre de la sucursal. “Nos tocó contar una época de la realidad laboral de los Estados Unidos en donde se desaceleró la economía, la clase media vio cómo congelaban sus salarios y se descubrieron varios casos de grave malversación empresarial -analizó Greg Daniels, histórico guionista y productor ejecutivo del programa-. Y lo contamos sin solemnidad, pero sin restarle importancia”.
The Office debutó por la pantalla de NBC el 24 de marzo de 2005. Tuvo una primera temporada muy corta, de sólo seis episodios. Le fue muy bien en el rating, terminando tercera en su segmento. Pero crítica y público coincidieron al marcar más dudas que aciertos; y ambos señalaron como un error su enorme dependencia de la original británica y un sentido del humor bastante negro, algo áspero y demasiado agresivo.
Cambio de partitura
Gervais y Carell fueron los primeros en darse cuenta. Para lograr el mejor cover posible de un tema de Bowie, no alcanzaba con cambiar un saxo por un violín: había que generar nuevos arreglos musicales y meter mano en la partitura. “Limamos las aristas más ásperas de los personajes, redondeamos las puntas y ablandamos sus comportamientos. Elegimos ser incisivos antes que virulentos”, sostuvo Daniels. A continuación, generaron guiones completamente nuevos, más enfocados hacia los costados personales y profesionales de los trabajadores. “Nos concentramos en dos aspectos: las relaciones amorosas entre compañeros y los movimientos de personal dentro de la empresa”, apuntó Gervais.
Con el cambio de registro, The Office encontró el tono justo para generar la empatía con el espectador que la primera temporada no había logrado alcanzar. La serie se pobló de amores cruzados, relaciones casuales y/o secretas, casamientos, rupturas, romances saludables y tóxicos. A nivel vincular, encontró su máxima expresión en la unión sentimental de Jim Halpert y Pam Beesly, que empezaron siendo amigos en la primera temporada, pasaron a cortejarse en la segunda, formalizaron su noviazgo en la cuarta, se comprometieron en la quinta, contrajeron matrimonio en la sexta y fueron padres en la sexta y la octava.
“El episodio de la boda fue uno de los más difíciles de filmar”, afirmó Daniels. Rodado en exteriores, incluía una secuencia original con un caballo destrozando la ceremonia, algo a lo que se negaron todos los actores. “Buscando desesperadamente una escena que reemplazara la eliminada –recordó el productor-, Steve nos mostró el video viral de un casamiento en donde los invitados entraban a la iglesia cantando y bailando al ritmo de ‘Forever’ de Chris Brown. Decidimos recrearlo y, como teníamos sólo 30 minutos para filmar dentro del templo, se resolvió en una toma improvisada. Fue algo mágico; y ese sentimiento traspasa la pantalla. Por algo es una de las secuencias clásicas del show”.
El desarrollo individual dentro de la organización fue el otro gran eje ordenador de la narrativa. Se hicieron comunes las referencias (y las interacciones) con las sucursales de las ciudades de Búfalo, Utica, Binghamton, Pittsfield, Nashua, Siracusa, Stamford, Yonkers, Camden y la casa central de New York. Dunder Mifflin atravesó una enorme crisis económico-financiera y terminó absorbida por la empresa Sabre. Los trabajadores ascendieron y quedaron estancados en sus puestos. Algunos fueron trasladados, otros renunciaron para llevar adelante sus propios emprendimientos o terminaron despedidos. “Desde el humor, pudimos abordar los aspectos positivos y negativos de la naturaleza humana y la cultura corporativa, sin banalizarlos -afirmó Daniels-. Pusimos el eje en la solidaridad, pero no escondimos el machismo, la corrupción, los abusos de poder, el nepotismo, la segregación racial y la violencia de género, por ejemplo”.
La plantilla laboral sumó nuevos empleados y vio partir algunos históricos de peso. Entre las nuevas caras resaltan el vendedor con ataques de ira Andy Bernard (interpretado por Ed Helms), el jefe de finanzas David Wallace (Andy Buckley) y la optimista recepcionista Erin Hannon (Ellie Kemper), entre otros. Pero nada pudo equiparar la partida de Carell, ya convertido en superestrella cinematográfica, en la séptima temporada (2010-2011). “Era hora de que otros personajes tomaran protagonismo y se desarrollaran -confió el actor-. Creo que el cierre para Michael llegó en el momento justo, el punto más alto de su crecimiento personal y profesional. Disfruté mucho de la evolución que mostró el personaje; y de su despedida sin fanfarrias ni fiestas innecesarias. Sólo él con sus amigos”.
Sorpresa y media
La salida de Carell evidenció el agotamiento de la fórmula, a caballo de una serie de conflictos internos entre el equipo creativo, la productora y la cadena televisora, que habían permanecido silenciados por el éxito masivo. “Nos preguntamos si debíamos seguir sin Steve; y acordamos que sí -reconoció Daniels-. Pero lo que nos tendríamos que haber preguntado era si podíamos seguir sin Steve”. El rating cayó abruptamente, algo que no pudo evitar la incorporación de James Spader como el nuevo gerente Robert California, ni la aparición especial del magnate empresarial Warren Buffett.
Tomada la decisión de terminar la sitcom, se eligió un cierre emotivo para los personajes, los actores y los fanáticos. Un año después de finalizada la filmación del documental, todo el personal de Dunder Mifflin se reunía para el casamiento de Dwight Schrute y Angela Martin, con el regreso de Michael Scott como padrino de la boda. “El cameo de Steve Carell fue secreto para todos -reveló Daniels-. Trabajamos con guiones falsos, para que el equipo lo descubriera directamente en el set, mientras estábamos filmando. Y logramos que NBC no promocionara su participación especial, para que el público se enterara durante la proyección. Lo logramos; y por eso sigue siendo uno de los puntos culminantes de mi carrera. Es divertido, original y emotivo. Todo lo que siempre quisimos que fuera la serie”.
El 16 de mayo de 2013, después de nueve temporadas y 201 episodios, The Office se fue por la puerta grande de la TV, dejando un estándar muy difícil de empardar. Que el programa haya transformado a Scranton, ciudad conocida por su pasado vinculado a la explotación carbonífera, en destino turístico para miles de personas al año, habla del profundo impacto cultural alcanzado por la serie. Que sus imágenes continúen circulando como memes en millones de dispositivos mundiales, reafirma su vigencia. Y que fanáticos de toda raza, credo y nacionalidad hayan estado esperando el estreno del primer spin-off, confirma (una vez más) su contundente actualidad.
A falta de continuaciones o remakes, The Paper se asume como custodio natural del legado de The Office. Creada por Daniels, la nueva sitcom retoma el formato de falso documental para contar la titánica tarea de un grupo de periodistas voluntarios que intentarán revivir el histórico diario Toledo Truth-Teller, en franca decadencia. Filmado (en la ficción) por el mismo equipo que trabajó en las oficinas de Dunder Mifflin, la trama incluye el regreso de Óscar Martínez (siempre a cargo de Óscar Núñez) como contador Jefe del periódico. Se sabe que en los diez episodios que conforman la primera temporada no aparece ningún otro personaje de The Office, pero ¿y más adelante? “Si pudimos mantener en secreto el cameo de Steve Carell -se sinceró Daniels-, no esperen que revelemos lo que vamos a hacer. Tendrán que verlo”.