Thiago Almada está sentado en el sillón del dentista, la cabeza ligeramente reclinada hacia atrás, esperando que el odontólogo lo atienda. La luz blanca del consultorio ilumina su rostro mientras suena el teléfono en su bolsillo. Un zumbido insistente que no esperaba, pero que no puede ignorar. En la pantalla aparece un número desconocido, y su corazón se acelera. No es solo un llamado más: es la conexión directa con su sueño más grande, la oportunidad que lleva esperando desde siempre.
Unos minutos antes de entrar al consultorio, Almada ya había recibido mensajes de sus amigos. Poco después, sonó su teléfono con una llamada inesperada desde el celular de Matías Mana, colaborador de Lionel Scaloni.
Hasta ese momento, Almada había disputado un solo partido con la selección, un amistoso que terminó con victoria 3-0 sobre Honduras. En ese encuentro, había entrado desde el banco en lugar de Alejandro Gómez. Cuando atendió, del otro lado lo saludó una voz desconocida: “Hola, soy el Gringo”. Él no sabía que ese era el apodo de Scaloni. “¿Qué Gringo?”, preguntó confundido. Entonces escuchó la noticia que cambiaría su vida: el técnico de la selección le comunicaba que estaba convocado para el Mundial. Sin pensarlo dos veces, Almada se levantó del sillón del odontólogo y se fue.
Esta vez, el llamado a la Copa del Mundo no debería tomarlo por sorpresa. Su rendimiento habla por sí solo y lo posiciona como una pieza importante del recambio. Autor de un golazo ante Uruguay en Montevideo, que dejó a la selección a un paso de sellar la clasificación a 2026, volvió a lucirse frente a Chile con otra actuación sólida que lo ubica, ahora sí, de frente a su segunda cita mundialista.
En 2022, había sido convocado a último momento en reemplazo de Joaquín Correa, desafectado por problemas físicos. Fue entonces cuando recibió aquel famoso llamado mientras esperaba ser atendido en el dentista. En Qatar, Almada apenas sumó unos minutos ante Polonia, ingresando por Alexis Mac Allister, pero logró formar parte de esa gesta inolvidable. En 2024, se quedó fuera de la lista de la Copa América junto a Juan Foyth, Paulo Dybala y Alejandro Gómez. Pero el que mejor entendió el mensaje fue él. El exenganche de Vélez eligió dejar la comodidad de la MLS para ir en busca de verdadera competencia: primero en Botafogo y luego en el Olympique de Lyon. A un año del Mundial, parece tener el pasaje asegurado.
La mera estadística refleja el crecimiento de Almada en este tramo final de preparación rumbo al Mundial. Tras un período de idas y vueltas, en el que incluso quedó al margen en varias ocasiones, el talento surgido en Fuerte Apache sumó minutos en los últimos ocho partidos oficiales de la selección: Venezuela y Bolivia en octubre, Paraguay y Perú en noviembre, Uruguay y Brasil en marzo, y Chile y Colombia en esta doble fecha que se está disputando ahora.
La última vez que no fue convocado fue en septiembre del año pasado, justamente ante la Roja y el combinado cafetero, en una ventana marcada por la presencia de caras nuevas como Giuliano Simeone y Matías Soulé. Mientras algunos, como el Cholito, lograron entrar en la consideración del cuerpo técnico, Almada también recuperó terreno hasta convertirse en una alternativa de peso a la hora de armar el equipo o pensar en la rotación.
En cuestión de meses, Thiago Almada se transformó en la primera alternativa para Scaloni ante bajas importantes y demostró su capacidad para adaptarse a distintos roles dentro del esquema. Puede iniciar desde la mitad de la cancha y romper líneas con su desequilibrio en los metros finales, una cualidad cada vez más valorada pensando en una convocatoria de 26 jugadores, donde la polifuncionalidad será determinante.
Ante Chile, partió desde la izquierda, pero se movió con libertad por todo el frente: conectó con los volantes, generó juego y lanzó en largo para aprovechar la velocidad, la potencia y el hambre de gol de Julián Álvarez y Giuliano Simeone.
Almada es una debilidad de Scaloni, al igual que Ángel Correa, y por eso le dolió dejarlo fuera de la Copa América. Pero más que una decisión, fue una advertencia, un llamado de atención. El técnico quiere a todos sus futbolistas compitiendo al máximo nivel, y eso será un factor decisivo cuando llegue el momento de definir la lista. Almada ya forma parte del staff estable de la selección y, además, se ha ganado la confianza del grupo, tanto dentro como fuera de la cancha: lo buscan, lo respaldan, creen en lo que puede aportar. El jueves, apenas Tiago tomó la pelota en velocidad, Julián corrió en línea recta, confiado en que el pase llegaría justo a tiempo, con la precisión y la pausa necesarias, lista para vencer al arquero.
“Su paso al fútbol europeo ha sido clave. En pocos partidos, se ganó la titularidad en el Lyon. Lo que sucede en su club es una señal de que el entrenador ha visto cosas interesantes en él, y es un chico que conocemos. Lo entrené en la Sub 20, pasó por todas las Juveniles, estuvo en el Mundial… pero hay que ir de a poco”, dijo Scaloni en marzo de este año, tras la victoria de la Argentina en el Centenario.
Cuando se consagró campeón en Qatar, Almada tenía apenas 21 años y dos meses, convirtiéndose en el jugador más joven en lograr un título con Argentina entre los 69 apellidos que forman parte de esa historia. La cita de 2026 lo encontrará en una etapa distinta de su vida y de su carrera, ya afianzado en el fútbol europeo y también en el equipo nacional.
Quedan tres partidos para el cierre de las eliminatorias, instancia en la que Scaloni posiblemente siga probando variantes. Luego llegará el amistoso ante Angola, un compromiso comercial que tendrá lugar en noviembre. No habrá ensayos frente a selecciones europeas, ya que en ese período estarán afrontando sus propio proceso clasificatoria. La posibilidad de una nueva Finalissima ante España, por ahora, sigue sin estar asegurada, también por problemas de calendario. Así, el margen para realizar pruebas antes del inicio de la Copa del Mundo será más limitado de lo habitual, algo que en cierto modo favorece a los que ya vienen sumando minutos, más allá de alguna aparición sorpresiva.
Almada ya no necesita mirar el celular con ansiedad mientras espera en la sala de un consultorio. Hoy vive otro presente: juega, rinde, crece y se sostiene en la consideración del cuerpo técnico. A tan poco del Mundial, nadie le quita la ilusión de volver a estar en la lista. Esta vez, no como emergencia, sino como una elección respaldada por su juego y por el gran momento que atraviesa.