No es fácil, pero se puede. Ricardo tiene 83 años y vive desde hace más de 20 años con EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica). Se trata de una enfermedad crónica que afecta a los pulmones e impacta mucho en la calidad de vida de quien la padece. El principal factor de riesgo para tener EPOC es el hábito de fumar, aunque los fumadores pasivos también pueden contraer la enfermedad. Existen otras causas ambientales como la exposición al humo de leña y la contaminación ambiental, así como también causas genéticas.
El estilo de vida sedentario, la irritabilidad fácil, los malos hábitos en la alimentación diaria y otras conductas similares pueden agravar la afección. El dato alentador es que el cambio hacia una vida más saludable, con actividades al aire libre, ambientes agradables e ingesta de alimentos indicados por un nutricionista ayudan a mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen.
“La EPOC te sorprende y ante el diagnóstico uno piensa que se va a morir de ella pero no”, reconoce con una sinceridad extrema. En otras palabras, su desafío pasa por todos los días hacer lo necesario para vivir bien. En sobrellevar la enfermedad con la mejor calidad de vida posible. En primera persona, Ricardo reconoce que si uno se queda con la enfermedad, en ese lugar no avanza, retrocede. Es como todo en la vida, el tratamiento, la actitud y la cabeza son fundamentales.
Ricardo reconoce que la vitalidad que siente es porque tiene actitud de querer vivir y hacer las cosas como corresponden. Es muy respetuoso de su médico y del tratamiento indicado. “Hay que luchar para manejar la enfermedad. Todos podemos, hay que hacerlo. Después de estos 60 años empecé a reconocer cómo sirve el esfuerzo de uno”, relata en la charla de LA NACION, ante la pregunta de qué consejo le daría a quien fue recientemente diagnosticado.

La mayoría de las personas que padecen EPOC tienen al menos 40 años cuando comienzan a experimentar sus síntomas, aunque podrían tardar años en manifestarse. A medida que empeora la enfermedad los síntomas del EPOC se hacen más visibles. Algunos de ellos son: tos frecuente, silbido o chirrido cuando se respira, sensación de falta de aire, especialmente al realizar actividad física, o sensación de presión en el pecho. Quienes padecen EPOC también son proclives a contraer infecciones respiratorias como resfríos, gripe, bronquitis y neumonías. Cuando el cuadro avanza, suele haber una notoria pérdida de peso, debilidad muscular y en algunos casos los pacientes requieren oxígeno. “El paciente debe exigir una espirometria, asi como exige una tomografía . Que realmente registre su condición de enfermedad con una medida objetiva . El foco es empoderarlo”, afirma el Dr. Alejandro Salvado, médico neumonólogo, jefe de Neumonología del Hospital Británico de Buenos Aires.
Cuando a Ricardo le diagnosticaron EPOC a los 60 años, sintió miedo. “Al principio me asusté, pero después empecé a analizar la situación. No conocía bien la enfermedad, y entendí que debía manejarla en lugar de dejarme dominar por el miedo”, recuerda.
El camino no fue fácil. Durante su vida, había sufrido episodios de ahogo desde muy pequeño, con tos, falta de aire y transpiración nocturna que lo acompañaron hasta los 10 años. Décadas después, tras un episodio intenso de ahogo y presión en el pecho, comprendió que ya no se trataba solo de asma: el diagnóstico de EPOC confirmaba una realidad más compleja. Fumaba, pero a los pocos meses dejó el cigarrillo para siempre.
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Con un optimismo que contagia, Ricardo aprendió que el tratamiento, la actitud y la mente son fundamentales. Para él, la clave fue asumir un rol activo, seguir las indicaciones médicas y mantener la vitalidad a través del movimiento y la rehabilitación respiratoria. “Salía y caminaba una cuadra, me ahogaba, pero no paraba. En la tercera cuadra ya era otra persona. La actitud de luchar es lo que me mantuvo vivo”.
La EPOC también lo obligó a replantear sus límites. Antes trabajaba en la quinta, daba vuelta la tierra, cargaba bolsas de maíz. Hoy sigue haciéndolo, pero con cuidado. “El cuerpo cambia, pero no hay que quedarse quieto. El esfuerzo y la constancia son fundamentales”, enfatiza.
Tuvo que dejar de correr y de hacer esfuerzos intensos, aunque de vez en cuando aún se permite bailar al ritmo de la música. “Siempre tengo temor de ahogarme frente a los demás”, reconoce este hombre que en este camino de aprendizaje cambió su relación con el mar: sigue nadando, aunque con más precaución.

Hoy, a los 83 años, sigue valorando la importancia de la disciplina y la actitud. “Hay que aggiornarse, saber hasta dónde se puede llegar y cómo hacerlo. La vitalidad nace de querer vivir y hacer las cosas como corresponde. Si no, la enfermedad te gana. Yo decidí no dejar que eso pasara”, sintetiza. La mirada ajena también pesa.
Ricardo reconoce que la sociedad no comprende lo que implica vivir con EPOC. “La gente no tiene conciencia de lo que es. Inconscientemente te empuja a sentirte limitado, porque no podés hacer lo mismo que el resto”, relata. Al mismo tiempo que comparte uno de sus mayores orgullos: haber llegado hasta aquí, tras una vida de lucha contra el asma y la EPOC. Asegura que la relación con el médico es “fundamental y protectora”: cuando atraviesa un momento difícil, recuerda las indicaciones y busca aplicar lo aprendido. A quienes fuman o vapean, les aconseja apartarse de esos hábitos cuanto antes. “Con el cigarrillo, te gana la enfermedad”. La prevención es fundamental para evitar males mayores, ya que esta afección no tiene cura y empeora con el paso del tiempo. La necesidad de difundir su existencia a temprana edad redunda en una mejor calidad de vida a futuro. La buena noticia es que la ciencia avanza encontrando nuevas alternativas para aquellos que la padecen.
