“Todo se volvió muy caro”. Ya emigraron muchas de las familias rusas que llegaron a la Argentina

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En mayo de 2022, embarazada de su tercera hija, Elena Sapozhnikov emigró desde Rusia hacia la Argentina junto a su marido y sus niñas. Como la mayoría de sus compatriotas que abandonaron el país desde que Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022, llegó en búsqueda de un futuro más prometedor para su familia. Sin embargo, después de vivir más de dos años en la Argentina, a finales de 2024 decidieron regresar a Moscú.

“Todo se volvió muy caro en la Argentina”, dijo Elena a LA NACION.

El año pasado, el “boom” migratorio de familias rusas que se instalaban en la Argentina —que tuvo su explosión entre 2022 y 2023—, ya mostraba signos de desaceleración y transformación. Por un lado, la inmigración rusa había disminuido su ritmo. Y por otro, algunas de las familias se mudaban hacia la zona norte de la provincia de Buenos Aires. Ahora, la tendencia pareciera profundizarse: muchos se están yendo, expulsados por los altos costos en dólares de la vida en la Argentina.

La comunidad de rusos en la ciudad de Buenos Aires, que para mediados de 2023 se había consolidado como una “Little Moscú” que incluía almacenes, grupos de chats, ferias gastronómicas, grupos de running, centros recreativos y hasta una radio, hoy es una red cada vez más chica. Muchos venden sus muebles, cierran emprendimientos y, como Elena, dejan el país.

En mayo de 2022, Elena Sapozhnikova llegó a Buenos Aires con su marido y tuvieron su tercer hijo, pero la ciudad se le volvió cara

Los datos informados por la Dirección Nacional de Migraciones a LA NACION demuestran la desaceleración. En 2022 se pidieron 1700 permisos de residencia; en 2023, 7123 y en 2024, 4915. Para julio de 2025 se habían solicitado 2290. Y, por primera vez desde 2022, en 2025 los pedidos de residencia temporaria, superaron a los de tipo permanente.

Otro dato que refleja que muchos rusos están dejando la Argentina es la cantidad de alumnos rusos en las escuelas de la ciudad de Buenos Aires. De acuerdo a las cifras provistas por el ministerio de Educación porteño, mientras que en 2024 había 1502 alumnos de nacionalidad rusa estudiando en establecimientos públicos y privados, este año esa cifra descendió a 1067 alumnos.

Elena Sapozhnikova y su familia ya están de vuelta en Moscú

¿Hacia dónde migran? Algunos deciden regresar a Rusia. Y otros se mudan principalmente a España o a Brasil.

“Muchos de nuestros amigos también salieron del país, algunos de ellos volvieron a Rusia, otros se fueron a España o Brasil. La razón son los precios altos y la nueva ley de Milei sobre ciudadanía”, dijo Elena, en referencia a la entrada en vigencia del DNU 366/2025, publicado en mayo en el Boletín Oficial, que modifica la ley de Migraciones 25.871 y, entre otras cosas, eleva los requisitos mínimos para que los extranjeros accedan a las distintas categorías de residencia en el país, a la salud y a la educación superior.

En el caso de Elena y su familia, a pesar del clima frío y el nerviosismo por la guerra que continúa, el regreso a Rusia les trajo estabilidad económica. “Los precios son bajos y todo es de buena calidad”, dijo.

Veronica, Anna Scoop, Alex y Ksenia son rusos y en 2022 vivían en Buenos Aires

La historia de Julia Shilova, rusa de 38 años, refleja la tendencia. Junto a su marido y su hija de tres años, dejaron Rusia en 2022, cuando comenzó la guerra y, tras pasar 3 meses en Europa, decidieron apostar por la Argentina. “Volamos a Buenos Aires en diciembre. Los primeros días fueron muy emocionales. Cruzamos el océano por primera vez y, además, llegamos justo para el Mundial”, recordó.

“Vivimos en Argentina durante dos años. Amamos mucho la ciudad y el país, pero ahora vivimos en Brasil. Argentina se volvió muy cara para nosotros. Además, estábamos cansados de la gran ciudad, queríamos estar en la naturaleza”, dijo a LA NACION desde Florianópolis, donde acaba de dar a luz a su segundo bebé. “Hay muchos rusos aquí, y sobre todo, muchos que como nosotros se mudaron recientemente desde Buenos Aires”, aseguró.

A comienzos de 2023, la disconformidad con el Gobierno de Vladimir Putin era el denominador común que aparecía en el relato de todos los entrevistados al explicar las razones que los expulsaron de Rusia. Querían ofrecer a sus hijos la posibilidad de una vida más libre y segura. Y la Argentina aparecía como un destino atractivo por su gastronomía, el clima, la amabilidad de la gente y sus buenos precios.

   

Hoy, mientras algunas familias optan por mudarse, otros deciden resistir en el país, aunque reconocen que la realidad es muy distinta a la que encontraron en 2022

Andrei Anastasiadi llegó a la Argentina en 2022 junto a su novia. Se casó y tuvo una hija en suelo argentino y hoy continúa viviendo aquí, pero reconoce que las dinámicas de la inmigración rusa han cambiado profundamente en comparación al momento en el que llegaron al país.

“En el pico de las llegadas, muchas familias rusas vinieron a la Argentina porque era uno de los pocos países accesibles que ofrecía residencia relativamente rápido. Pero con el tiempo, varios factores influyeron en la situación. En primer lugar, la residencia. Los requisitos se han vuelto más estrictos y los tiempos de espera para la residencia permanente y la ciudadanía son mucho más largos de lo que la gente esperaba inicialmente. Y también la realidad económica. La inflación, la inestabilidad cambiaria y el alto costo de vida hacen más difícil que los recién llegados se establezcan a largo plazo. Las familias están mirando destinos alternativos como Brasil, España o incluso regresar a Rusia”, dijo a LA NACION.

Según Andrei, los rusos que permanecen son los que realmente han echado raíces en la Argentina. A pesar de la situación económica y de la reducción de su comunidad —que lo llevó a poner en pausa el programa de radio que hacía para los rusos en Argentina— para él, volver a Rusia no es una opción.

“Solo puedo imaginar regresar en una pesadilla, por el clima político y social. Me fui en busca de libertad y seguridad, y he construido una nueva vida aquí. Volver significaría perder eso, y es algo que ni siquiera puedo imaginar”, dijo Andrei, quien trabaja como filmmaker y Youtuber.

Los que se quedan

Para los que se quedan, como Andrei, las cosas no son sencillas, pero muchos tienen un perfil marcado para el cual ciertas características de la Argentina son muy atractivas.

“El ‘boom’ ya pasó, pero la Argentina sigue siendo una opción, especialmente para los jóvenes, los profesionales nómades digitales y las familias LGBT que valoran la apertura de la sociedad argentina. La Argentina sigue siendo un hogar para muchos. Al menos hasta que se convierta en el país más caro del mundo”, dijo Andrei.

Andrei Anastasiadi llegó a la Argentina en 2022 junto a su novia y tuvieron una hija

Anna Skop, una joven rusa de 30 años, llegó a Buenos Aires en marzo de 2022 desde San Petersburgo y se estableció en Almagro. Hoy, más de tres años después, asegura que la situación económica es muy difícil. “Argentina se volvió muy cara, incluso comparado con Rusia, que tiene guerra e inflación, pero podés conseguir todo muy barato y cada vez que querés. Aquí cuesta ver un futuro en términos profesionales y muchos se fueron porque no pueden ahorrar. Venden todo en los chats de Telegram y se van”, dijo la joven que trabaja como profesora de inglés dando clases virtuales desde su casa.

Sin embargo, y a pesar de haber ido de visita a Rusia recientemente y comprobar todo esto, elige construir su vida en la Argentina. “Siento que pertenezco aquí. Siempre quise dejar Rusia porque no estaba de acuerdo con sus valores en cuanto al trato humano y cómo la sociedad pretende que nada está mal. Apenas llegué, Argentina no me gustaba para nada, pero de a poco me empezó a gustar y de pronto empecé a valorar la tranquilidad y la flexibilidad que tienen aquí. No siento presiones ni expectativas. En Rusia tener 30 años, estar soltera y sin hijos es un defecto. Acá no siento eso, puedo ser quien quiero ser. La gente está abierta a ayudar, sonríe y es abierta sentimentalmente”, asegura.

Anna Skop trabaja como profesora de inglés y está cómoda en la ciudad

Según Anna, la comunidad rusa que se establece en la Argentina está más interesada en participar en actividades argentinas que rusas, por eso también la red se debilita. “Quienes se quedan están interesados en formar parte de la cultura. Tienen citas con locales, leen literatura argentina, se interesan por la política y la comida de acá”, dijo.

En su caso, comparte una actividad con algunos amigos que le parece metafórica: compra plantas. “Lo veo como una forma de echar raíces acá”, concluyó.

Entre mudanzas y regresos, la comunidad rusa en la Argentina atraviesa un nuevo capítulo. Ya no es la “Little Moscú” vibrante que se consolidó en 2023, sino una red más pequeña y dispersa, atravesada por los vaivenes económicos y políticos. Pero para quienes, como Anna y Andrei, deciden quedarse, el arraigo se construye de manera cotidiana.

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