Tokio rechaza acusaciones «infundadas» de Pekín tras una carta remitida a la ONU y pide más diálogo

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El Gobierno japonés ha rechazado este sábado las afirmaciones de China sobre la primera ministra nipona, Sanae Takaichi, a la que acusa de haber modificado la postura de Japón respecto a la cuestión de Taiwán, y ha insistido en que la tensión bilateral, reavivada tras una carta enviada por Pekín a Naciones Unidas el día anterior, requiere más comunicación para evitar un deterioro mayor de la situación.

Tokio ha calificado de «totalmente infundadas» las acusaciones vertidas desde Pekín sobre un supuesto cambio en su postura hacia el estrecho de Taiwán, y ha asegurado que –lejos de alterar su línea política– el Gobierno de Japón se ha mantenido firme y coherente en todo momento. Así lo ha explicado la portavoz del Ejecutivo japonés, Maki Kobayashi, en declaraciones al margen de la cumbre del G-20, celebrada en Johannesburgo (Sudáfrica), recogidas por la agencia Bloomberg.

Kobayashi ha confirmado que estaba al tanto de la misiva enviada la víspera por China al secretario general de la ONU, António Guterres, y ha insistido en que Japón ha explicado ya «en repetidas ocasiones» a China el sentido de esos comentarios, reiterando que su país se ha mantenido «comprometido con el diálogo».

Sin embargo, la cumbre del G-20 no ha servido para ello, pues China ha descartado cualquier reunión entre Takaichi y el primer ministro Li Qiang, si bien ambos han coincidido brevemente para la foto de familia de la cumbre.

Las declaraciones de Maki Kobayashi responden a la ya mencionada carta remitida por el responsable de Exteriores chino a Naciones Unidas este viernes. Se trata de un escrito en el que Pekín advertía de que adoptaría medidas de autodefensa contra Japón si Tokio «se atrevía a intervenir militarmente en el estrecho de Taiwán», buscando consolidar apoyo internacional a su postura respecto a la isla que China considera parte de su territorio.

Ambas quejas surgen en un contexto de creciente tensión entre Pekín y Tokio, fruto de unas declaraciones de la primera ministra japonesa sobre la posibilidad de intervenir militarmente en Taiwán si el Gobierno chino ataca la isla.

Este mismo viernes, Takaichi reiteraba su negativa a retractarse de sus comentarios sobre Taiwán, tal y como China ha demandado en reiteradas ocasiones, asegurando además que su país seguiría actuando de la misma manera ante una crisis de seguridad regional.

Las palabras de la política ultraconservadora japonesa, que asumió el cargo en octubre, provocaron que incluso el cónsul chino en Osaka, Xue Jian, publicara un mensaje que fue posteriormente eliminado y en el que apostaba por «cortar el sucio cuello» de la primera ministra, a la que acusaba de «haberse abalanzado» sobre las autoridades chinas «sin dudarlo un solo instante».

Así las cosas, los esfuerzos diplomáticos de esta semana no han dado sus frutos y China ha aplicado ya algunas medidas como desaconsejar a sus ciudadanos que visiten Japón, suspender las importaciones de mariscos japoneses y paralizar la entrada de nuevas películas japonesas.

JAPÓN, EN GUARDIA ANTE CUALQUIER CONFLICTO

Por su parte, el ministro japonés de Defensa, Shinjiro Koizumi, ha declarado poco después que Japón permanecerá en guardia frente a cualquier posible conflicto de seguridad en la región, incidiendo en que la postura oficial del Ejecutivo nipón sobre Taiwán no ha variado.

Tanto el Ministerio de Defensa como las Fuerzas de Autodefensa –el Ejército– actuarán en cumplimiento de sus funciones «vigilando de cerca la situación» regional, ha aseverado Koizumi en comentarios recogidos por Bloomberg durante una visita a la isla meridional de Ishigaki, a unos 300 kilómetros de Taiwán.

Este desplazamiento ha adquirido especial relevancia tras la controversia generada por las declaraciones de la primera ministra, Sanae Takaichi, quien planteó la posibilidad teórica de un despliegue militar japonés si China atacara Taiwán.

Así las cosas, el titular de Defensa ha señalado que, aunque Japón ha buscado tradicionalmente evitar tensiones, actualmente considera necesario incrementar su poder disuasorio frente a los desafíos regionales. «Cada día me doy cuenta de la gravedad del entorno de seguridad que rodea a nuestro país», ha agregado a este respecto durante un encuentro con el alcalde de Ishigaki, según el mismo medio.

Japón ha ido reforzando progresivamente las bases en sus islas del sur ante la creciente capacidad militar de China y la posibilidad de un conflicto por Taiwán, isla que Pekín reclama como propia. En este contexto, la base de guardacostas de Ishigaki ha sido descrita por Koizumi como la «primera línea» de la protección de la soberanía marítima japonesa.

Desde esta base se han coordinado patrullas en las islas Senkaku, que China denomina Diaoyu y también reclama. En los últimos años, China ha intensificado sus patrullas en la zona, enviando con frecuencia buques de guardacostas armados a las aguas que rodean estas islas.

Los vínculos entre China y Taiwán se rompieron en 1949, después de que las fuerzas del partido nacionalista Kuomintang sufrieran una derrota en la guerra civil contra el Partido Comunista y se trasladaran al archipiélago. Las relaciones se restablecieron solo a nivel empresarial e informal en la década de 1980.

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