Un suspiro de alivio, un enorme desahogo. Sus anhelos de campeón ya no habitan únicamente en sueños, sino que ahora se hacen realidad: Tommy Fleetwood gritó campeón por primera vez en el PGA Tour después de imponerse en The Tour Championship, en East Lake Golf Club, Atlanta. Al triunfar en el tercer y último playoff que reunió a los mejores 30 jugadores de la temporada, se quedó con la Fed Ex Cup y un cheque de 10 millones de dólares.
El inglés saldó una deuda golfística personal que ya le repiqueteaba demasiado en su mente, y que se amplificaba por la presión de los medios y del público. Había terminado entre los cinco primeros en 30 ocasiones en 164 participaciones en el PGA Tour, pero ahora se abrazó al triunfo después de una vuelta final de 68 (-2) y un total de 262 (-18), tres de ventaja sobre Patrick Cantlay (71) y Russell Henley (69).
“Espero que esta sea la primera de muchas victorias. No se puede ganar mucho si no se gana la primera, y estoy contento de haberla concretado”, declaró Fleetwood a la NBC. Y eso que el inglés venía de dos colapsos deportivos capaces de derrumbar a cualquier estrella del circuito. Sin embargo, pudo dejar atrás el sinsabor en el Travellers Championship, cuando se le escurrió en junio el triunfo tras una última mala vuelta (ganó Keegan Bradley), y el reciente desempate perdido ante su compatriota Justin Rose en el FedEx St. Jude, en Memphis.
Aquellas fueron dos frustraciones que pudieron haberle quitado confianza para ir decididamente por su primer título en el máximo circuito. Con tesón, la pesadilla se terminó: ya es campeón. Pero para superar el escollo, el jugador de 34 años nacido en Southport se hizo fuerte el domingo; logró sobreponerse al día decisivo, a esos últimos 18 hoyos que puede atenazar manos y paralizar piernas.
Una de las pruebas de fuego que tuvo que sortear Fleetwood el último día surgió en el hoyo 15: necesitaba pegar un buen tiro en ese par 3 largo de 220 yardas, con un green rodeado de agua. Junto con su caddie Ian Finnis pensó qué palo utilizar para subsanar su error del sábado, cuando optó por un hierro 6 con el que se quedó corto y cayó en el agua, lo que derivó en un doble bogey. En esta última ronda, en cambio, eligió un hierro 5 que le dejó la pelota fuera de peligro. Es cierto: no consiguió acertar el green y tampoco pudo embocar desde cuatro metros y medio, pero un bogey fue el mal menor y lo mantuvo dos golpes por delante de Cantlay. Una diferencia que se estiró a tres después de que el propio Cantlay hiciera bogey en el intrincado hoyo 16.