Los pequeños empresarios en Francia afrontan una realidad diferente a la que tiene el imaginario popular, donde la riqueza y el éxito suelen asociarse a la figura empresarial. Uno de cada cinco responsables de una micro, pequeña o mediana empresa sobrevive mensualmente con ingresos inferiores al SMIC -el salario mínimo interprofesional del país vecino que es de unos 1.800 euros brutos al mes-, según la cadena de noticias TF1. A través de testimonios directos, el reportaje muestra las dificultades cotidianas y la motivación que impulsa a muchas personas a emprender, aun a costa de graves sacrificios personales.
“Trabajo sin salario”: testimonios de precariedad empresarial
Mientras la opinión pública tiende a estigmatizar a quienes dirigen empresas, el sindicato de los Independientes (SDI) revela que el 50% de los líderes de microempresas no recibe ni siquiera el SMIC. Entre las historias recogidas por TF1, la de Isabelle, comerciante parisina de 62 años, destaca por su transparencia: “Cobro exactamente 1.561 euros netos al mes”, detalla frente a las cámaras, y agrega que lleva dos años desempeñando jornadas de diez horas diarias, seis días a la semana.
Cuestionando el estereotipo del empresario adinerado, Isabelle remarca: “Hacen falta empresarios, si no hay empresario, no hay negocio. Hace falta una dirección. Si yo pudiera contratar, lo haría”, confiesa.
Las restricciones económicas y la presión fiscal impiden a muchos, como Isabelle, ampliar sus plantillas o mejorar su situación. Aunque la fiscalidad promedio se ha reducido en los últimos años, TF1 señala que las grandes empresas logran beneficiarse de deducciones fiscales inalcanzables para las pequeñas. Frente a esta desigualdad, “siempre me digo que mañana irá mejor”, expresa la comerciante, aunque mantener tal esperanza resulta cada vez más difícil para el sector.
Una carrera de obstáculos: el desafío de continuar
La situación no es exclusiva de París ni de un sector específico. Lydia Chalabi, quien dejó un puesto estable en el sector petrolero para crear una empresa de ocio en Borgoña, ironiza sobre su nueva rutina: “Me digo que soy la persona peor pagada de Francia, trabajo 240 horas semanales por 0 euros”.
La gestión empresarial en este contexto exige que los emprendedores tengan una polivalencia casi inhumana. Lydia, al frente de ‘Sports in d’Or’, ilustra esta exigencia: “Hay que ser un pulpo… Haces la contabilidad, prospección, das instrucciones, atiendes a clientes… Siempre varios frentes a la vez”. Lamenta que la parte administrativa ocupe demasiado tiempo: “Demasiadas normas, normas que dicen cosas completamente diferentes, normas sobre normas…”.
Varias expertas se han pronunciado sobre este tema: Anne-Gaëlle Perrot, directora de comunicación de BGE Réseau, apunta en TF1 que “ser jefe de empresa es el oficio más complejo, exige más competencias diferentes y no se enseña”. En respuesta, han surgido redes de apoyo empresarial, donde expertos como Elmina Montlouis-Calixte recuerdan la importancia de la viabilidad financiera: “No tiene sentido pasarse diez años desarrollando la empresa si no logras generar dinero para poder pagarte un sueldo”.
A pesar del auge en el emprendimiento, la creación de empresas no garantiza la supervivencia. Perrot advierte: “De las 70.000 personas que acompañamos cada año, para más del 60% es sencillo crear su empresa, pero la dificultad está en lograr que continúe”.
En Francia, el crecimiento del empresariado no se traduce necesariamente en prosperidad ni en estabilidad. Muchas microempresas carecen de empleados y de red de protección, quedando expuestas a la volatilidad económica y a complicados marcos regulatorios.