Una voz inconfundible para una enunciación de tono apacible y ritmo calmo. Es la del dueño de una personalidad tallada a base de conducta, seriedad y profesionalismo para soltar apreciaciones convincentes y referencias certeras. Es la icónica gola de la Fórmula 1 para la Argentina y buena parte de la región hispanoparlante, la de Fernando Tornello, el hombre que es sinónimo del relato en la máxima categoría, quien con esa verborragia amigable consigue ponerle la dosis justa de emoción a las diferentes circunstancias de una carrera.
Con casi cinco décadas junto al automovilismo deportivo y casi 800 Grandes Premios narrados, el periodista argentino vive hoy su profesión con el mismo entusiasmo, pasión y humildad que lo pusieron ante un micrófono a los “veinte y pico”. Con el paso de los años, los cientos de circuitos visitados y paddocks recorridos y el roce con las más célebres personalidades de las pistas y de su entorno, fue acumulando centenares de historias: desde la crónica de una espectacular e inolvidable maniobra, a las anécdotas más divertidas e increíbles dentro de la cúspide de la competición y otras categorías que pasaron por su camino como comentarista e, incluso, organizador de varias competencias.
Nacido el 4 de octubre de 1952 y mientras es testigo de la revolución generada a partir de la llegada de la joven promesa argentina, Franco Colapinto, el periodista presenta el libro llamado “Amigos de América: de Fangio a Colapinto”, en el que resume buena parte de lo experimentado en estas cinco décadas de profesión.
En una charla exclusiva con LA NACION en la previa de la presentación realizada en la sede central del Automóvil Club Argentino (ACA), cuenta detalles del libro y hace un repaso de su carrera, poniendo foco en los ídolos, su familia, los amigos y colegas que lo acompañaron y acompañan. Recuerda las carreras inolvidables, compara épocas de la Fórmula 1 y todo lo que envuelve la fiebre generada por el piloto local que busca ganarse su lugar en el equipo Alpine. En radio y en TV, como comentarista y relator, construyó una trayectoria intachable durante una vida repleta de banderas a cuadros.
Crónicas de una existencia dedicada a las competencias
“Amigos de América”, es la frase con la que religiosamente abre las transmisiones y la que da nombre a la obra de 211 páginas que dan sentido a la autobiografía de quien, además de ser notablemente reconocido en nuestro país, es admirado y seguido desde México hasta Chile.
“Tengo una gran memoria, me acuerdo bastante de las cosas que fueron pasando. Y varios me venían insistiendo para hacerlo, amigos queridos y admirados como Guillermo Blanco, quien más de una vez me dijo: ‘yo te ayudo a escribirlo’, pero nunca tuve la voluntad de hacerlo. Hasta que un día, Pablo Vignone, otro amigo y todo un referente, me convenció. Hicimos seis o siete reuniones en un bar y, grabador de por medio, contamos las historias”, relata.
“Y así lo hicimos: él bajó a escritura todo lo hablado y yo luego hice los ajustes dándole una forma propia, agregándole detalles. Así tomó forma en apenas tres meses”, comenta. Respecto a la frase de bienvenida recuerda que “cuando en los 90 transmitía para Telefé, era ‘Amigos de Telefé’, pero cuando fuimos a Fox la cobertura pasó a ser a nivel Latinoamérica”.
Fue un furcio el que quedó para el recuerdo la vez que en el GP de Alemania “sin estar del todo concentrado y al grito de ¡aire Fernando!, arranqué con un Amigos de Alemania. Al día de hoy, aún se ríen”.
“En el libro cuento de mis inicios, trabajos, compañeros y socios, pilotos y el constante apoyo de mí familia, empezando por Myriam, mi esposa, y mis hijos Enrico y Tamara”, ambos dedicados al periodismo.
“Anécdotas, mil”, dice, “como la vez que veníamos Ayrton Senna, Felipe Mc Gough y yo en un remis desde Ezeiza. Lo llevábamos hacia un hotel de Retiro porque habíamos combinado que ahí cenaría con Fangio. Era noviembre de 1991, recién llegaban los celulares, llamo a Fangio, se lo paso y lo primero que Senna le dijo fue Oi don Juan, eu fiz tudo direitinho como vocé mandou (Hola don Juan, hice todo como usted me dijo). Era el reconocimiento del alumno al maestro. Fue muy emocionante, el piloto brasileño venía de ganar su tercer título del mundo. A Fangio no lo vi correr, pero era tal la admiración y respeto que le tenía que jamás me animé ni a pedirle una foto, y eso que compartimos muchos momentos», cuenta.
“Sacándolo del listado, Senna fue para mí sin dudas el mejor de todos. Logré tener una excelente relación con él, era un tipazo”, dice. Este libro es el primero, no el único, ya que quedaron muchas anécdotas afuera. “Puedo hacer dos o tres libros más y está en los planes, veremos cuándo. Creo que éste les va a gustar porque es un relato muy simple, muy tranquilo de las cosas que pasaron”, remarca. Algunas las cuenta en esta entrevista con absoluta generosidad sin temer al “spoileo”.
En el mundo los motores desde que usaba pantalones cortos
El año 1976 marcó el inicio de sus primeros pasos como periodista dentro de la competición, época en la que Carlos Reutemann llegaba al equipo Ferrari. Con 24 años arrancó en Campeones, el medio creado por Carlos Legnani, junto a colegas como Alberto Juárez, Ernesto Testa y el recordado Néstor Carbia. Ahí empezaron los viajes e iniciaron las aventuras.
“En realidad y tal como cuento en el libro (capítulo Periodista, no piloto), yo empecé a ser periodista a los 10 años, edad en la que un amigo que tenía un quiosco de diarios (por esos años vivía en Mendoza) me prestaba las revistas de la época como El Gráfico, Goles y otras publicaciones deportivas que me leía de punta a punta, con lo cual a temprana edad puede unificar mis dos pasiones. No llegué a esta profesión como piloto frustrado sino por las ganas de hacer periodismo con los autos”, cuenta pacífico y armonioso, con ese mismísimo e inconfundible tono que acompaña las transmisiones.
De trabajar en radio junto al legendario Fioravanti a compartir veladas con tenores del Teatro Colón y artistas de la talla de Soldi y Quinquela Martín por medio de la relación con Silvio Soldán y el poeta Mosquera Montaña. Radio, gráfica y TV. Del programa “Ruedas” (Excelsior, domingos por la noche) para cubrir Fórmula 1, Fórmula 2 Codasur, el naciente TC2000 y otras categorías nacionales, al paso por ATC (hoy TV Pública) y la revista “Auto 2000”, incursionando en algunas transmisiones de la Fórmula 3 Sudamericana para Canal 13 junto a Felipe Mc Gough, colega y socio para todo lo que vendría de ahí en más, como la llegada a Telefé que marcaría el inicio de las transmisiones de la Fórmula 1 desde 1991.
Con Mc Gough como socio también encararon (junto a una empresa) la organización de la Fórmula 3 Sudamericana y más tarde de la Fórmula 1 en Buenos Aries. Tras negociar con Ecclestone, organizaron los GP de Argentina desde 1995 a 1998, junto a los hermanos Gastaldi. “Sin dinero, enfrentando cientos de problemas, logrando las reformas del Autódromo de Buenos Aires exigidas por la FIA, haciendo nuevos por completo los boxes…en fin, lo hicimos, pasó y no lo volvería hacer nunca más”, asegura categóricamente. Y vino la era de Fox Sports con “Felipe con un alto cargo y yo narrador de los Grandes Premios, la tarea que más me gusta”. La actualidad lo tiene como voz principal de la F1 en Disney +/ ESPN, donde se siente como en su casa.
De la F1 según la época y la relación con los pilotos
De idolatrar a Jackie Stewart a ver grandes definiciones con Fittipaldi, Chapman y Peterson como protagonistas, a la encarnizada batalla entre dos personalidades diametralmente opuestas como Lauda y Hunt. Formado en el Círculo de Periodistas Deportivos se asomó a la profesión conociendo muy bien el tema. Uno de los primeros recuerdos que le vienen a la mente es un viaje a Brasil para cubrir la F1.
“Viajamos cinco personas en un Fiat 125 durante 2400 kms. Primera e inolvidable salida al exterior. Pasó de todo, cosas increíbles y lo mejor, fue la victoria de Lole. Nos volvimos felices”, recuerda entre risas.
Al momento de elegir una época como la mejor de la F1, sostiene: “son dos con las que me quedo, la de los años 70 con enormes talentos en las que podían llegar ganar 7, 10 u 11 pilotos diferentes por año; y esta actual, con un Verstappen que se puede sumar a la trilogía de aquello tan grande que hicieron Fangio y Senna. Una época en la que aún están Hamilton y Alonso, más una cantidad de jóvenes brillantes como Piastri, Norris y Rusell. Hubo otras muy buenas como la Schumacher y Häkkinen, pero la cantidad de buenos pilotos que hay ahora, realmente me asombra”. Opina que “hoy la categoría está muy bien, va cada vez mejor, la gente de Liberty Media (empresa propietaria) le ha hecho muy bien, llevándola un nivel altísimo”.
Respecto a la relación que existe hoy entre periodista y piloto, asegura que cambió mucho. “En los años 70 uno hablaba directamente con ellos en el box, en el paddock o en el hotel”. Recuerda cierta vez cuando, en el móvil de Campeones, llevaron al piloto galés Tom Pryce (perdería la vida en el GP de Sudáfrica de 1977) desde el hotel hasta el Autódromo, mientras le iba haciendo una entrevista.
“Los pilotos eran accesibles en ese punto, siempre que uno se manejase con respeto, ellos te atendían. Hoy es prácticamente imposible entablar un diálogo, no porque no quieran o sean groseros, sino porque tienen tantas ocupaciones y compromisos, además de un jefe/a de prensa o de relaciones públicas que, cuando solicitas una entrevista te dicen: Ok dentro de dos carreras, a tal hora del jueves, durante 10 minutos. Y no te queda otra que atenerte a eso, sino no directamente no hablás”, remarca.
Entre los momentos más épicos en pistas resalta “desde las carreras ganadas por Ayrton, de manera imposible bajo la lluvia y contra todo pronóstico, a la la feroz batalla de Abu Dabi de 2021 en la definición del campeonato que gana Verstapen. Y cómo olvidar la última de 2008, cuando Hamilton se consagra mientras todos creían que Massa era el campeón; o la de 2007, cuando Räikkönen llega tercero con la Ferarri detrás de los dos McLaren de Hamilton y Alonso, para quedarse con el título. Algunas fueron legendarias, realmente increíbles”.
Locura, pasión y entusiasmo: una revolución llamada Franco Colapinto
Inevitable el momento Colapinto en el mano a mano. “Franco es el piloto argentino Nº 23 en participar de la categoría que este año cumple su 75 aniversario y la verdad es que, en el tiempo que llevo en esto, nunca vi una cosa igual”, afirma, en referencia al desembarco del joven de Pilar en el pináculo del automovilismo, atrayendo con un desparpajo tan auténtico y espontáneo como poco habitual, en una era donde de las redes sociales aportan magnificencia.
“Después de Lole [Carlos Reutemann], que fue un enorme piloto y que mereció claramente ser campeón del mundo, pero que era introvertido y no hablaba mucho con la prensa, lo de este chico es sorprendente, tiene un carisma excepcional, se compra a todo el mundo, hasta le convida un mate al jefe del equipo rival, y no solo se gana al público y a la prensa, sino al mundo interno de la categoría“, remarca.
“Tiene mucho talento, lo veo bien, creo que no se va a asustar ante el compromiso que tiene, porque sabe manejar muy bien la presión. Sacó buenos resultados con Williams y ahora en Alpine creo va a ser clave que mantenga la calma y que devuelva el auto intacto. El equipo, por su parte, deberá trabajar mucho para mejorar el rendimiento de la máquina. Confío en que se va a cercar a Pierre Gasly -compañero de equipo y principal rival-, y que va a logar todo lo que no pudo hacer Jack Doohan. Si llega a sumar algo en estas 5 carreras que vienen, creo que va a estar muy bien considerado”.
Asegura que relatar una carrera con él en pista genera una adrenalina diferente, aunque opina que es necesario bajar un poco las expectativas y que “lo mejor sería ir de forma gradual con todo esto porque si Franco hace bien las cosas, va a permanecer en la categoría, pero no por el empuje de la gente que cree que si grita ¡Vamos Franco!, va a andar mejor. Tendrá que demostrar en pista. Quiero un piloto para 10 o 15 años en la F1 y él tiene el talento para hacerlo. No hay que quemarlo ni asustar a la categoría porque ellos tienen otra idiosincrasia”.
Vigencia plena y sin apartar la mirada de la pista
A la consulta de si se ve haciendo otra cosa, responde decididamente con un “no, para nada. Si mi vida empezara de nuevo, querría hacer exactamente todo lo que hice y vivir todo lo que viví, disfrutar cada cosa que pasó. Estoy muy feliz y soy un agradecido de la vida por haber podido hacer durante varias décadas lo que a mí siempre me apasionó. No tengo nada que reprocharme”.
Vigente, apasionado, informado, disfrutando su vida y los días entre carreras, atento al calendario para preparar su próximo periplo. La experiencia de leer el libro como si se estuviera escuchando su relato permite disfrutar imaginariamente de la misma serenidad de su expresión en versión texto.
Gramática armoniosa, amigable a la lectura, casi con la simpleza con la que un amigo le habla a otro. Claro y contundende como el prólogo de su querido e histórico compañero de transmisiones, Juan Fossaroli, quien lo define a la perfección sin dejar lugar a duda: “Es más que la voz de la Fórmula 1, es la Fórmula 1 en sí”.