PARÍS.– Sin sorpresas, ningún “compromiso” fue obtenido el martes sobre la espinosa cuestión de los territorios ocupados por Rusia en Ucrania durante el encuentro en Moscú entre el presidente ruso Vladimir Putin, el emisario estadounidense Steve Witkoff, y el yerno de Donald Trump, Jared Kushner, quienes le presentaron el plan de Washington para poner fin a casi cuatro años de guerra en Ucrania.
Un resultado esperado por europeos y ucranianos, que acusaron este miércoles al autócrata ruso de fingir interés en poner fin a la guerra, sin ninguna intención de hacerlo, a menos de obtener absolutamente todo lo que exige.
El líder ruso “debería terminar con la fanfarronería y el derramamiento de sangre y estar dispuesto a sentarse a la mesa y apoyar una paz justa y duradera”, dijo la secretaria de Relaciones Exteriores del Reino Unido, Yvette Cooper. Su homólogo ucraniano, Andrii Sybiha, instó a Putin a “dejar de hacer perder el tiempo al mundo”.
Y si bien Vladimir Putin no se expresó personalmente después de ese encuentro de cinco horas, lo había hecho una hora antes, a la salida de un foro económico al que asistió toda la tarde, obligando a Witkoff y Kushner a esperarlo en el Kremlin hasta la noche. Y una vez más, las amenazas del jefe del Kremlin se centraron en Europa.
“No tenemos intención de hacer la guerra a Europa, pero si Europa lo desea y comienza, estamos listos desde ahora”, declaró.
Contrariado por las exigencias de seguridad territorial y su apoyo sin fallas a Kiev, que entorpecen las buenas relaciones que mantiene tanto con Witkoff, como con el presidente de Estados Unidos, Putin acusa a los europeos de presentar propuestas “absolutamente inaceptables” respecto a Ucrania. “No tienen un programa de paz, están del lado de la guerra “, dijo.
En caso de guerra con Europa, “Moscú ya no tendrá a nadie con quien negociar”, ironizó el presidente ruso quien, pretendiendo ser el “único demócrata puro en el mundo”, ya había confesado en 2007 no tener “a nadie con quien hablar desde la muerte de Gandhi”.
Ese discurso amenazador y bélico escala en los círculos de poder rusos día a día.
Exigencias maximalistas y pequeños avances militares
En octubre, La Vie internationale, la revista del ministerio de Relaciones exteriores, ya había esgrimido la perspectiva de una guerra en Europa. En la misma, tres diplomáticos rusos publicaron una columna titulada “¿Quemar todo hasta el Canal de la Mancha? ¿Qué garantías de seguridad efectivas a la hora de un enfrentamiento histórico entre Rusia y Occidente?”, donde aseguraban que Rusia no podrá obligar a Occidente a negociaciones ventajosas para ella sin una victoria en suelo ucraniano o en otros lugares. Según los autores, “los países occidentales siempre están más dispuestos a escuchar cuando las tropas rusas pisan París o Berlín”.
En sus discusiones sobre Ucrania, Moscú se mantiene firme en sus demandas: retirada de las fuerzas de Kiev del Donbass, limitación del número de efectivos del ejército ucraniano, reconocimiento de los territorios ocupados como rusos.
La estrategia de Putin es la misma desde la cumbre de Anchorage, en Alaska, con Donald Trump, el 15 de agosto: cuida y halaga al presidente estadounidense, finge negociar y mantiene sus exigencias maximalistas para hacer recaer la responsabilidad del fracaso sobre los europeos.
Mientras tanto, continúa haciendo la guerra. En noviembre, mes de intensas negociaciones diplomáticas, Rusia lanzó 5660 misiles y drones sobre Ucrania. Y tomó 701 kilómetros cuadrados de territorio a los ucranianos, el segundo avance más importante después del de noviembre de 2024, fuera de los primeros meses de guerra, a comienzos de 2022. A finales de noviembre, el ejército ruso ocupaba el 19,3% del territorio ucraniano. Alrededor del 7%, la península de Crimea y zonas del Donbass, ya estaban controlados por Moscú antes del inicio de la invasión rusa en febrero de 2022. En otras palabras: en casi cuatro años de guerra y millones de muertos, el avance real ruso en Ucrania sigue siendo mínimo.

Antes de su encuentro con Witkoff, Vladimir Putin saludó la toma de la ciudad de Pokrovsk, en el este de Ucrania. Sonriente, invitó a los periodistas ucranianos y occidentales a ir allá para constatar su victoria bajo la protección de soldados rusos. Pero el ejército ucraniano declaró controlar aún la parte norte de la ciudad y haber atacado la parte sur. Eso no impidió a Putin proclamar la victoria.
“Esta ciudad es mucho más que una simple infraestructura importante. Es sobre todo, desde un punto de vista militar, un trampolín ideal para la realización de todas las misiones fijadas desde el inicio de esta operación militar especial”, advirtió el líder ruso. Recordó que la guerra no ha terminado: “Desde este punto de apoyo, el ejército ruso puede desplegarse fácilmente en cualquier dirección”. Su mensaje fue claro: la ofensiva continúa, militar y no diplomática.
“Decidieron vender Ucrania”
Los europeos, por su parte, siguen decididos a intensificar sus esfuerzos, sobre todo en el marco de la llamada coalición de voluntarios, liderada por Francia y Gran Bretaña. Antes de partir hacia China, el presidente francés, Emmanuel Macron, aludió a nuevas sanciones contra Moscú. Y no faltan los líderes políticos que han decidido llamar las cosas por su nombre.
Ese fue el caso esta semana de Raphael Gluksmann, joven diputado europeo de 46 años y presidente de Place Publique, movimiento aliado al partido socialista. En una carta abierta, reprochó esta semana a los líderes europeos continuar los gestos de pleitesía con Trump y sus amigos que, a su juicio, “decidieron vender Ucrania y la seguridad europea a Rusia”.
“Un promotor inmobiliario corrupto ha sido encargado, por su amigo de golf naranja, negociar nuestras fronteras y nuestro futuro, con algunos contratos jugosos de paso para su familia y sus amigos”, indicó. “La pregunta que se nos plantea es sencilla: ¿tenemos suficiente voluntad y coraje para rechazar este destino de trapo de piso para tiranos y magnates? ¿En qué momento un líder europeo se levantará y les dirá que no nos dejaremos tratar así? ¿Cuándo mostrarán nuestras naciones con fuerza que quieren seguir siendo libres y dignas?”, arengó Gluksmann.
“En la vida, no todo es igual. No toda la información tiene el mismo valor. No todos los eventos son iguales. No todo se inscribe en un flujo. Hay momentos que definen lo que uno es y en lo que ha de convertirse. Para Europa, es ahora. O nunca”, concluyó.

Ese apoyo tampoco es fácil y suele tropezar con serios obstáculos. Esta semana, por ejemplo, el Banco Central Europeo (BCE) rechazó garantizar un préstamo de 140.000 millones de euros a Ucrania. El BCE habría concluido que la propuesta de la Comisión Europea “violaba su mandato” y por lo tanto habría frenado los esfuerzos de Bruselas para levantar un préstamo garantizado con los activos del banco central ruso, que actualmente están inmovilizados en el depositario central belga Euroclear.
