Son narradores de historias de bodegas, cepas y procesos de elaboración del vino; oradores precisos de los sentidos y guías del placer. En los últimos años, los sommeliers se convirtieron en figuras clave en el mundo de los restaurantes en una Buenos Aires cada vez más variada. En la última entrega de los Premios Michelin que tuvo lugar en Luján de Cuyo (Mendoza), Elena Cabrera y Leonel Castro se llevaron el galardón Sommelier 2025 (lo recibieron de manera conjunta) por su trabajo en Trescha, comandado por Tomás Treschanski. Por su parte, el restaurante de Villa Crespo recibió en 2024 una de las primeras estrellas Michelin del país y en 2025 mantuvo su reconocimiento.
“Sin sommeliers inspirados y creativos, que conocen a fondo cada etiqueta, nuestras cavas son apenas cuartos frescos. Felizmente, la guía vio en nuestros sommeliers lo mismo que vemos nosotros al otorgarles el Premio Michelin Sommelier 2025. Estamos muy orgullosos de Elena, Leonel y Nico”, asegura Treschanski. Cabrera y Castro son los encargados de maridar los platos, junto a Nicolás Dilger, a cargo de maridajes sin alcohol. “La propuesta gastronómica de Tomás es compleja y nosotros tenemos que estar a la altura con el maridaje”, agrega Castro.
En ese juego de sabores al que hace referencia, los sommeliers premiados toman un camino poco frecuente, casi un riesgo. En un país donde predomina el vino tinto -con el Malbec como emblema-, ellos apuestan por los blancos. Casa Yagüe Sauvignon Blanc 2020 (Trevelin, Chubut), Finca Los Membrillos Semillon (Mendoza), Saltallary Sauvignon Blanc (Salta) y otros tantos son sus elegidos para acompañar los platos sofisticados y auténticos de Trescha. También hay algunas etiquetas de Francia y Hungría.
“En el restaurante tenemos distintos tipos de maridaje. Buscamos que sean vinos de pequeños productores, cepas menos conocidas y menos convencionales y, últimamente, dar a conocer más los vinos blancos. En el maridaje de alta gama, buscamos etiquetas importantes y algunas etiquetas internacionales, íconos reconocidos en el mundo del vino”, apunta Cabrera, que pasó por Don Julio -otro restaurante premiado por Michelin- antes de llegar a Trescha.
La sommelier cuenta que no sólo buscan darle importancia a los blancos en general sino que siente un especial interés por el Semillón, una variedad francesa que tiene arraigo en el país. “El Semillón llegó a la Argentina junto con el Malbec y se da bien en casi cualquier parte del país. Puede convertirse en el Malbec de los blancos”, agrega sobre su potencial de crecimiento.
Castro piensa que es saludable transmitir que el vino argentino va mucho más allá de la cepa insignia. “Argentina no es sólo Malbec, aunque somos famosos por esos vinos. Hoy en día el abanico de blancos, naranjos y rosados es inmenso y abre la puerta a maridajes increíbles. La propuesta gastronómica de Trescha es compleja y hasta nosotros nos sorprendemos de la variedad de blancos que tenemos. Por supuesto también contamos con una amplia carta de tintos”, apunta Castro, que arrancó en el mundo de la cocina, estudió la carrera de sommelier y pasó por La Malbequería, entre otros restaurantes.
El equipo de sommeliers de Trescha está todo el tiempo a la caza de buenos vinos: proyectos pequeños, gemas que surgen de bodegas locales y extranjeras. “Probamos vinos todos los días. Debemos probar unos 50 nuevos por semana”, dice Cabrera. Por su parte, Castro agradece a sus maestros y comparte las claves de la profesión. “Para mí es un oficio de disciplina. Tenés que aprender a ser atento y cuidar los detalles”.
Cuando comienza el servicio y los clientes llegan, esperan sorprender con nuevos vinos, maridajes precisos para los platos de Trescha. Cabrera dice que lo mejor que puede pasarle es recibir a clientes abiertos a nuevas sensaciones. “Me encanta cuando te dicen: ‘Estoy en tus manos. Haceme probar cosas nuevas. A veces pasa y otras no. Cuando sucede, sé que esa noche me voy a divertir mucho”, sostiene.